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Historia de dos ciudades

2 de diciembre de 2022

            Publicado en diario Expreso el viernes 2 de diciembre de 2022.

En un cabildo abierto celebrado el 11 de julio de 1688, hartos de los recurrentes incendios y de los ataques de corsarios y piratas, los cabildantes guayaquileños decidieron solicitar al Virrey del Perú que autorice la mudanza de su ciudad. Para 1688, Guayaquil seguía en el mismo emplazamiento en que había quedado tras su asentamiento definitivo en 1547: era una pequeña ciudad española, de unos 3.000 ó 4.000 habitantes, desbordándose en un cerrito al fondo del golfo en el Pacífico Sur que lleva su nombre. Pero pronto dejaría de ser eso, pues en 1693 el Virrey del Perú decidió acoger la petición de los guayaquileños y autorizó su mudanza. 

Guayaquil pasó entonces a establecerse en la “sabaneta”, un espacio que el historiador Julio Estrada Ycaza ha situado en “un cuadrado de cinco cuadras de frente (Luque a Colón) y cinco de fondo (Pichincha a Boyacá)”. Se mudaron allí casi todos: el Corregidor en 1693, el Cabildo en 1696, los vecinos más adinerados, los grupos religiosos (salvo los dominicos), la iglesia parroquial y el Santísimo Sacramento. Pero otros tantos (en general, los más pobres) se quedaron habitando en el cerro. De su resistencia surgieron las dos ciudades: la ciudad que se estableció en la sabaneta pasó a ser conocida como “Ciudad Nueva” y la que se quedó en el cerro pasó a ser conocida como “Ciudad Vieja”.  

Hacia 1710, por gestión del Corregidor Jerónimo de Boza, Guayaquil empezó a construir un puente de madera de 800 varas de largo y 2 de ancho, para unir a la Ciudad Vieja con la Ciudad Nueva. Este puente de 800 varas (equivalentes a unos 664 metros) atravesaba los cinco esteros que había entre el cerro y la sabaneta, que eran, de Norte a Sur: Villamar, Junco, Campos, Morillo y Lázaro.

Esta pintoresca ciudad tropical, partida en dos pero unida por un largo puente que cruzaba cinco esteros, empezó a crecer: al menos desde 1738, según María Luisa Laviana Cuetos (“Guayaquil en el siglo XVIII. Recursos naturales y desarrollo económico”) se empezó a poblar el barrio del Bajo, “que constituyó una especie de suburbio habitado por indígenas y gentes pobres” en los alrededores del puente de las ochocientos varas. También surgió el barrio del Astillero, que fue la prolongación de la Ciudad Nueva hacia el Sur. Más adelante, se formaron el barrio de Las Peñas en el cerro Santa Ana (en ese entonces, “habitado principalmente por pescadores”), una extensión del barrio del Astillero que siguió al Sur pasando el estero de San Carlos (que hoy, rellenado, es la avenida Olmedo) y el barrio de la Sabana, que fue la prolongación del barrio del Bajo por detrás de la Ciudad Nueva.

El crecimiento de la ciudad borró todo vestigio de que Guayaquil fue alguna vez dos ciudades unidas por un puente. Primero, una calzada de piedra reemplazó al puente de las ochocientas varas, y a cada estero lo cruzaba un puente de madera. Luego cegaron los esteros y tumbaron los puentes: progreso, que le dicen. Y del resto se encargó el fuego: el Incendio Grande del 5 y 6 de octubre de 1896 lo quemó todo al Norte de la calle Aguirre y desapareció totalmente el antiguo barrio del Bajo.

Una historia empezada a fines del siglo XVII con una mudanza, concluyó a fines del siglo XIX por el fuego.

Capitalismo de amigos

25 de noviembre de 2022

            Publicado en diario Expreso el viernes 25 de noviembre de 2019.

Que “Guayaquil no es más que un mangle con ínfulas de ciudad” escribió el historiador Julio Estrada Ycaza en la introducción del tercer tomo de su extraordinaria “Guía Histórica de Guayaquil”. Y ha ocurrido que, por el acelerado crecimiento que experimentó Guayaquil desde los años cincuenta, sus ínfulas de ciudad arrasaron con su mangle, con su naturaleza. En palabras del historiador Estrada, escritas a inicios de los noventa: “Se ha ido la belleza, y una fuente de vida; han quedado los escombros y el hedor”. Y que conste que él lo escribió antes de empezar la administración del PSC en Guayaquil.

Porque durante estos 30 años de administración del PSC, que ha sido el período de mayor expansión urbana de Guayaquil bajo un mismo gobierno, el crecimiento de la ciudad continuó con la depredación de la naturaleza. Pero hoy es mucho peor, pues esa continua depredación atenta ya contra la supervivencia misma de la ciudad. Esto, debido a que su crecimiento ha sido decididamente horizontal, gris e impermeable, lo que no sólo encareció los costos de su hechura, sino que resulta muy perjudicial para la mitigación de los daños que causarán las inundaciones que ocurrirán por la elevación del nivel del mar en razón del cambio climático. 

Desde el año 2013 se conoce, por un estudio que auspició el Banco Mundial y que consideró para el año 2050 una conservadora elevación del nivel del mar de apenas 20 centímetros, que Guayaquil es la tercera ciudad del mundo (después de Cantón en China y Nueva Orleáns en los Estados Unidos) cuya economía sufrirá más debido a las futuras inundaciones (este análisis se hizo para 136 ciudades costeras de más de 1.000.000 de habitantes). Para Guayaquil se calculó una afectación económica por encima de los 3.000 millones de dólares. 

El riesgo de inundaciones es una amenaza grave y real para la supervivencia de Guayaquil, riesgo que sólo ha podido incrementarse en las últimas décadas. La mayoría de sus zonas de expansión urbana (donde vive la inmensa mayoría) según un informe de la Corporación Andina de Fomento (CAF) del año 2013 (“La inundación de Guayaquil en marzo 2013”) ha crecido así: “lotes pequeños para las viviendas, aceras y accesos estrechos, limitadas áreas verdes, y en general una clara tendencia hacia la impermeabilización del suelo urbano”. 

En este tipo de crecimiento se ha optado como solución para eliminar las aguas de lluvia la creación de extensas redes de alcantarillado, solución ineficaz que aumenta gravemente el riesgo de inundaciones, y también, solución muy costosa en su ejecución, pues puede “llegar a aumentar en seis (6) veces los costos” si son comparados con una estrategia diseñada “bajo los conceptos de ciudades verdes, inclusivas y sustentables”. Es decir, se paga mucho pero no en beneficio de la gente. Ha sido un crecimiento urbano pensado a gusto y conveniencia de las empresas constructoras, pero maldito para el ciudadano común. 

Así, en Guayaquil, por años hemos pagado mucho (un claro sobreprecio) para construir una ciudad inundable que nos hará mucho daño. Se benefició a unos pocos, en perjuicio de la inmensa mayoría. Y éste es, en esencia, el “capitalismo de amigos”, preparándonos un nuevo legado de escombros y hedor.

Un café con JJ

6 de enero de 2020


Esta mañana me entrevistaron en el programa “Un café con JJ” sobre la sensación de calor en Guayaquil, ese notable y calcinante efecto de la falta de planificación, o mejor dicho, de la perversa planificación del crecimiento urbano de la ciudad por parte de su Municipio, ocurrido durante el tiempo de las alcaldías socialcristianas (1992 en adelante), pero también desde mucho antes de ellas (proceso de crecimiento muy acentuado desde la década de los cincuenta del siglo pasado y que originó los enormes “cinturones de miseria” que tanto caracterizan a esta ciudad).

Esta es la entrevista:

 
La conversación duró, literal, lo que demoré en beberme la taza de café que me ofrecieron y que siempre es un gusto compartir con ellos.

Los dos funcionarios municipales del verano del '92

3 de junio de 2019


La Alcaldía de Guayaquil tiene directores de larga duración. En su nómina de directores al día de hoy, la Alcaldía de Guayaquil cuenta con cinco funcionarios que Jaime Nebot heredó a su vez del Alcalde León Febres-Cordero. Ellos son Jorge Berrezueta en Obras Públicas, Gustavo Zúñiga en Aseo Urbano, Ernesto Romero en Salud, Patricio Medina en Recursos Humanos, y Melvin Hoyos, quien pasó de la dirección de “Museo” a la de “Cultura” con su habitual intrascendencia.

Berrezueta [2000]

Zúñiga [2000]
Berrezueta y Zúñiga [Verano de 1992]
 
En el caso de Jorge Berrezueta y Gustavo Zúñiga, ellos son los dos funcionarios que se vincularon a la Alcaldía de León Febres-Cordero desde sus inicios en agosto de 1992. Casi 27 años después de empezado el “proceso socialcristiano” en Guayaquil, dos de los departamentos más importantes para su desarrollo urbano se mantienen en manos de las mismas personas desde 1992. Como bien dice un pana, Gustavo Zúñiga es el Edgar J. Hoover de Guayaquil.

Sin comprender la continuidad de estos funcionarios, una historia del fracaso del desarrollo urbano de Guayaquil no podría escribirse.

Comerse el amague definitivo (o "Proyecto de Ciudad Sub-Acuática por Inercia")

6 de mayo de 2019


¿De qué se está hablando cuando se dice que una mayoría de guayaquileños se han comido los amagues de su Municipio por decenas de años (desde 1992)?

Fundamentalmente, se habla de esto: que Guayaquil ha crecido mal, en perjuicio de la mayoría de sus habitantes y en beneficio de unos pocos.

Piensa en esto, guayaco voraz jamador de amagues: el Alcalde de Guayaquil está vinculado al sector de la construcción. Cuando entró a la función pública en los ochentas (en esos salvajes ochentas) durante el Gobierno de León Febres-Cordero, Jaime Nebot afirmó ser Presidente y Gerente de varias empresas dedicadas al negocio inmobiliario*. Piénsalo, entonces, como un guayaco: una vez llegado este man al poder, ¿a quién podría beneficiar?

Si aún no has sido lobotomizado, admitirás que la respuesta a esta pregunta es muy sencilla: “al sector de la construcción”.

Porque ese es el dato pepa: Guayaquil ha crecido de una manera costosa para los recursos públicos, pues el modelo de crecimiento urbano de Guayaquil utiliza “exclusivamente los principios basados en la transmisión de los impactos en el macro drenaje hacia aguas abajo”. Esta descripción del crecimiento urbano de nuestra ciudad consta en un documento de análisis y recomendaciones por el riesgo de las inundaciones en Guayaquil que nuestro Municipio le solicitó a unos expertos internacionales vía una Cooperación Técnica acordada con la Corporación Andina de Fomento (CAF) el año 2014. 

En dicho documento técnico,  los expertos indicaron que la forma de crecer de Guayaquil puede “llegar a aumentar en seis (6) veces los costos” comparados con una estrategia integral propia de “ciudades verdes, inclusivas y sustentables”, estrategia integral que los expertos justificaron para nuestra ciudad: “Guayaquil ofrece condiciones inmejorables para desarrollar soluciones integradas en el diseño urbano que combine programas de vivienda, transporte, agua potable, alcantarillado, drenaje, residuos sólidos y medio ambiente [para] diseñar soluciones sustentables en el largo plazo”.

Pero la realidad de nuestro crecimiento urbano, de acuerdo con este mismo Informe, es muy distinta: “lotes pequeños para las viviendas, aceras y accesos estrechos, limitadas áreas verdes, y en general una clara tendencia hacia la impermeabilización del suelo urbano”. Es decir, todo lo contrario a una ciudad “verde, inclusiva y sustentable”, pero todo muy pero muy conveniente para los negocios vinculados a la construcción.

Este parque en la calle Rosa Borja sirve como ejemplo de la impermeabilización del suelo urbano de la ciudad: purititito adoquín y apenas tres pinches palmeritas.
  
La buena noticia es que se puede hacer mucho mejor. La mala es que hasta ahora lo hemos hecho pésimo (menos para los negocios de las empresas vinculadas al negocio de la construcción, como resulta evidente de este relato).

Piénsalo, entonces, insaciable devorador de amagues del poder político de tu ciudad: si ya es muy grave que se gaste cerca de seis veces más por un crecimiento urbano deficiente, es muchísimo peor cuando llegas a la comprensión de que este crecimiento de Guayaquil propiciado para el beneficio de unos pocos ha puesto a la ciudad en una situación de riesgo. Guayaquil es una ciudad que corre el riesgo de inundarse a consecuencia del cambio climático, lo que causará unas pérdidas económicas cuya consecuencia, si no se toman las medidas para atajar este problema con tiempo, “resultaría en pérdidas inaceptablemente altas”. Y durante la administración de Jaime Nebot no ha hecho sino agravarse este tema para la ciudad, pues para Nebot el problema no existe: no lo siente como un problema de Guayaquil pues él ya no verá la destrucción que ahora siembra. A Nebot realmente no le importa nuestro futuro, por una razón muy sencilla y prosaica: no le resulta rentable AHORA. Sus prioridades están claras.

Pero así es la vida en los trópicos: irresponsable y feliz. En el caso de Guayaquil, de aquí a unos 30 años la ciudad podría tener que enfrentar una catástrofe de proporciones bíblicas por la inundación y consecuente inhabitabilidad de amplios sectores (principalmente, de los aledaños a los ríos y esteros, cientos de miles de personas) causada por la elevación del nivel del mar y por un crecimiento urbano a contramano de una ciudad “verde, inclusiva y sustentable”, como aquella que  recomendó la CAF en su Informe del 2014 caído en saco roto. Porque ha sido esta forma de crecimiento urbano, tan perjudicial a nuestros propios intereses como habitantes de Guayaquil, la que se ha ratificado por la mayoría de los guayaquileños (un 52.60%) en las elecciones del 24 de marzo que pasó.

Así, Guayaquil ha crecido mal, en beneficio de unos pocos y en perjuicio de la mayoría de sus habitantes (en términos de uso de sus recursos naturales y de su perspectiva de futuro) pero la mayoría de sus habitantes ha insistido en ratificar con su voto este sistema dañino a sus propios intereses. Es un uso del voto como pistola para dispararse al pie: el voto que se registró el 24 de marzo a favor de la sucesora de Nebot es el homenaje más sentido que la estupidez colectiva le ha podido rendir al sistema democrático en el Ecuador.§

Y así es como muchos guayacos se han comido y se siguen comiendo el amague definitivo que les ha tirado el poder político de su ciudad: hacerles pasar este desastre de dañoso crecimiento urbano contrario a nuestros propios intereses, como un supuesto “modelo exitoso”. (Y para que esto sea así, por supuesto, el Municipio ha contado con la inestimable participación de unos medios de comunicación que son, en su amplia mayoría, verdaderos mercachifles de la palabra).

Bien lo dice el dicho: “La ignorancia es felicidad”. En Guayaquil es eso, pero la ignorancia es también mucho más: es el cultivado sustento del poder político del Municipio local.

* “El Grupo Nebot se especializa en el negocio inmobiliario. Su oficina central está ubicada en el Edificio Valra de Guayaquil (Av. 10 de Agosto 103 y Malecón), edificio que comparte con las oficinas del Ing. Febres-Cordero y de Ecuasal”, en: Fierro Carrión, Luis, ‘Los grupos financieros en el Ecuador’, Centro de Educación Popular, Quito, 1992, p. 289 (v. “Subgrupo Nebot”, pp. 288-292). Por esta razón, todavía a la entrada del edificio Valra la limpian (e imagino que la seguirán limpiando hasta que se vaya el Bigotón Farsante) unos empleados del Municipio de Guayaquil: esto de usar los recursos públicos en beneficio privado se les nota hasta en los detalles.
§ Uso la palabra “estupidez” en sentido etimológico, pues proviene de “stupere”: “asombrase, quedarse inmóvil”. Es esta inmovilidad lo que caracteriza a la mayoría de los guayacos (principalmente, de clase media pa’ arriba, y mientras más aspiracional más acusado es este síntoma) cuando de opinar sobre su Municipio se trata: se estupidiza, se le traba su sentido crítico y termina por exteriorizar (aunque no tenga evidencia para decirlo) que su Municipio es bueno, o que ha sido, al menos, mejor que cualesquier otra alternativa. Y es por esta inmovilidad de muchos que la habitan pero que no la piensan que nuestra ciudad se sigue moviendo al ritmo del poder político enquistado en su Municipio desde 1992, más sus agnados y cognados de la construcción. (Es decir: en lo fundamental se sigue moviendo en beneficio de unos pocos mientras la gilada guayaquileña aplaude, ignorante y feliz.)

Posorja explica a Guayaquil

5 de junio de 2018


La parroquia rural Posorja lo explica claramente: el Municipio de Guayaquil es un valedor de los intereses de unas pocas empresas, en perjuicio de las grandes mayorías. Los gobiernos parroquial rural de Posorja (una de las cinco parroquias rurales del cantón Guayaquil) y cantonal de Guayaquil son ambos GAD (Gobierno Autónomo Descentralizado): el GAD de Posorja es el más cercano al territorio parroquial (Posorja está a más de 100 kilómetros de Guayaquil) y debe actuar de manera coordinada con el GAD de Guayaquil para planificar el desarrollo de la parroquia y su ordenamiento territorial (Constitución, Art. 238).

Una obligación de todo GAD es planificar el desarrollo de su territorio (Constitución, Art. 241). El GAD de Posorja, al mando de su Presidente del Gobierno Parroquial Rural, el socialcristiano Jorge Banchón Adum (PSC-Madera de Guerrero), preparó para su período de gobierno 2014-2019 el “Plan de Ordenamiento Territorial” al que Constitución y leyes lo obligan, es decir, “un instrumento técnico de planificación y gestión de corto, mediano y largo plazo que orienta de manera integral el desarrollo y el ordenamiento del territorio” (“Introducción”, p. 11).

La lectura de este “Plan de Ordenamiento Territorial” (POT) es ilustrativa para entender cómo funciona la administración del cantón Guayaquil y cómo la sufre su parroquia rural Posorja. Lo resumo en la identificación de tres problemas que enfrenta este gobierno parroquial y una conclusión sobre la situación actual de Posorja.

Tres problemas

1) Primer problema

El primer problema que enfrenta el socialcristiano que está a cargo del GAD de Posorja (Jorge Banchón) es que el socialcristiano del GAD de Guayaquil (Jaime Nebot) no piensa como él con relación a tener un POT en el formato que propone la administración central. Así, lo que el socialcristiano Banchón en la parroquia rural Posorja cumple, el socialcristiano al mando del cantón Guayaquil lo desestima (“Municipio de Guayaquil”, p. 18). Es un problema básico para una articulación efectiva entre los dos GAD.

2) Segundo problema

Un segundo problema, más grave, es la ausencia de voluntad política del GAD de Guayaquil para trabajar en conjunto con el GAD de Posorja. El POT destaca que hasta la fecha “no se da un proceso de articulación técnico, social, político y normativo de los deseos de desarrollo de parroquia con la visión de Cantón”. Lo que existe, es una actuación del Municipio de Guayaquil “de forma práctica a la situación del desarrollo y no orgánica a los instrumentos del Desarrollo” (“Articulación con el Cantón”, p. 157).

3) Tercer problema

El tercer problema, verdaderamente central, es que el compromiso del GAD de Guayaquil es para con las grandes empresas situadas en el territorio de la parroquia rural Posorja, no con el desarrollo ni el bienestar de la población allí asentada (más de 24.000 personas). Así, es una gran paradoja que Posorja sea una de las parroquias más pobres del cantón Guayaquil, con un 73% de las más de 24.000 personas con alguna necesidad básica insatisfecha (“Necesidades básicas insatisfechas”, p. 74), pero que sea en su territorio que se encuentren dos de los tres grupos económicos más grandes de la provincia del Guayas: Nirsa y Salica, dedicados a la pesca industrial (“Pesca industrial”, p. 101).  

Ninguna de estas dos empresas “tiene programas y/o proyectos sociales y ambientales articulados a la planificación del desarrollo sostenible local o parroquial” (“Responsabilidad Social Empresarial en el área de influencia Industria Pesquera”, p. 103). Esto, a pesar de que “las ventas totales de NIRSA y SALICA al 2014 son 1266 veces el presupuesto aprobado 2014 para el GAD Parroquial Rural Posorja. Así mismo, los Impuestos a la Renta de NIRSA y SALICA año 2014 son 16 veces el presupuesto para el GAD Parroquial Rural” (“Enclave vs. Desarrollo”, p. 104).

Estas empresas y otras obtienen abrumadoras ganancias en territorio posorjeño, pero dañan a la comunidad de Posorja más de lo que la benefician. En material laboral, el POT de Posorja es elocuente:

“El capital privado industrial pesquero ha ido modificando el sistema económico de la parroquia y particularmente las relaciones laborales de sus habitantes quienes mayoritariamente se dedicaban a la pesca artesanal, el comercio y la manufactura. A pesar de que las empresas Nirsa y Salica han aumentado las plazas de trabajo local, a la par, han precarizado las condiciones laborales; según testimonios de trabajadores de una de las empresas más grandes del sector, las formas de relación laboral se establecen mediante dos modalidades: el contrato definido y el contrato ocasional que terceriza mano de obra calificada y no calificada. Los trabajadores que tienen más estabilidad perciben el salario mínimo vital y los trabajadores tercerizados mediante la figura de un contratista (la planta de harina y flota) perciben un ingreso menor al salario mínimo vital, no tiene estabilidad y demás derechos laborales, aunque sí están afiliados al seguro social.
Ambos tipos de relación laboral es precaria pues están obligados a trabajar hasta catorce horas diarias que supone una intensificación de los tiempos de producción, imposibilidad de organización sindical (lo que repercute en la pérdida de los derechos básicos como la organización, huelga y contratación colectiva), disminución en la participación de la distribución de utilidades (USD 500 por trabajador y USD 130 por carga familiar), liquidaciones ilegales y/o impagas, amenazas y acciones de despido a través del visto bueno, implementación del trabajo por ‘avance’ que consiste en cumplir una tarea en el menor tiempo posible, imposición de multas excesivas por faltas al trabajo, aun cuando se presenten las respectivas justificaciones” (“Condiciones laborales en la actividad pesquera industrial”, p. 104).

La parroquia Posorja concentra el 70% de las exportaciones atuneras del Ecuador, lo que ha producido consecuencias indeseables también en materia de contaminación ambiental, puesto que existe sobrepesca y un “fuerte impacto ambiental tanto en la zona terrestre debido a los residuos de la industria [atunera], así como a la contaminación en el océano” (“Ecosistemas frágiles, servicios ambientales y territorio bajo conservación o manejo ambiental”, p. 33).

En materia de servicios públicos, la situación es de muy alta deficiencia. La recolección de basura en Posorja es irregular, pues “los camiones no entran a los barrios sino que pasan únicamente por las vías principales”; el 61.09% de la población no posee conexión a la red pública de alcantarillado y casi un 20% no recibe agua por tubería, pero lo más escandaloso es que “existen problemas con la presión y constancia de [la provisión de agua], ya que se corta el suministro en determinadas horas para aprovisionar a las industrias locales, dejando sin agua a la población” (“Infraestructura y acceso a servicios básicos, déficit, cobertura, calidad: agua potable, electricidad, saneamiento, desechos sólidos”, pp. 133-145).

Puede decirse que, en buena medida, el beneficio a las grandes empresas en Posorja se lo hace a costa del interés colectivo de la comunidad posorjeña.

N.B.: Todo esto consta en un documento público, el Plan de Ordenamiento Territorial elaborado por un gobierno parroquial a cargo de un socialcristiano. Es así, cuña del mismo palo.

Conclusión

¿Cuál es la razón para que esto sea así?

La clave está en el tercer problema: el GAD de Guayaquil no tiene ningún interés en desarrollar este territorio parroquial, como no sea para el beneficio de las grandes empresas allí asentadas o que allí se asienten. En palabras del GAD de Posorja:

“La propuesta cantonal se caracteriza por imponer un diseño urbano masificado sobre el conjunto del territorio parroquial, vinculado a las obras de infraestructura como el Puerto de Aguas Profundas y el Astillero. En este caso, el territorio actualmente agrícola de Posorja técnicamente desaparecería para dar paso a infraestructura de tipo portuaria, plataformas de movilización de mercancías, etc. Esto incluye la utilización de zonas de manglar con este objetivo. Potencialmente las actividades de carácter artesanal como la pesca sean afectadas por la presencia de barcos grandes, la contaminación que esto conlleva, etc. Dicho modelo no ha sido consultado ni socializado con la población de Posorja” (“Caracterización del conflicto entre la propuesta de ordenamiento territorial parroquial y la propuesta cantonal”, p. 211).

El gobierno cantonal de Guayaquil carece de planificación, interviene en concretas “situaciones de desarrollo” (es decir, a discreción) y lo hace a favor de las grandes empresas.

El saldo, en Posorja:

A) En la población, pobreza y un alto índice de necesidades básicas insatisfechas;
B) En las empresas grandes, ganancias sin control ambiental ni responsabilidad social;
C) En la Alcaldía de Guayaquil, una clara defensa de los intereses privados por encima del interés público y la satisfacción de las necesidades de las mayorías.

Pasa en Posorja, e invariablemente pasa en el resto del cantón Guayaquil.

Entrevista a una experta

3 de agosto de 2017


Blanca Moncada, periodista de diario Expreso, entrevistó a una doctora en arquitectura por la Escuela Técnica de Arquitectura de Sevilla y codirectora del Máster Laboratorio de la Vivienda del siglo XXI en la Universidad Politécnica de Cataluña, la argentina Zaida Muxí Martínez. Como todo persona que conoce de urbanismo y que no se deja vender gato por liebre, Muxí Martínez se dio cuenta enseguida que Guayaquil es un desastre.


1) Las críticas de Zaida Muxí Martínez a Guayaquil

* La gran extensión de la ciudad y su dispersión.

* La preeminencia absoluta del vehículo privado.

* La falta de planificación.

* La construcción de la ciudad orientada a la satisfacción del negocio inmobiliario.

* La autoridad municipal no cuida del espacio público.

* El malecón como un espacio recuperado para pasear a la manera de un centro comercial. “Guayaquil se ha abierto al río, pero de manera falsa”.

* La falsa sensación de seguridad por vivir en urbanizaciones cerradas.

* No hay calidad de vida en las aceras, no hay sombras, no hay pasos de peatones.

* La creación de urbanizaciones alrededor de una única vía de acceso (Samborondón, Vía a la Costa).

2) Las soluciones de Zaida Muxí Martínez para Guayaquil

* Controlar la expansión de la ciudad.

* Recuperar la planificación de la ciudad y tomar en cuenta la climatología y la participación los ciudadanos para llevarla a cabo.

* Trabajar en la igualdad social, la generación de oportunidades y la creación de variedad que haga atractiva a la ciudad.

* Comprar edificios vacíos en el centro, para habilitarlos y proponerlos para vivienda de estudiantes, a la manera de lo hecho por la Universidad de las Artes.

* El comercio debe volver a las calles.

* Potenciar el transporte público. Los peatones deben ser prioridad.

* Tener una buena relación con la ría.

3) El modelo de desarrollo de la Alcaldía de Guayaquil

El problema de fondo es el modelo de desarrollo de Guayaquil. La Alcaldía de Guayaquil sabe, porque encargó un informe a la Corporación Andina de Fomento (CAF), que el modelo de desarrollo impuesto en Guayaquil es un desastre: “lotes pequeños para la sviviendas, aceras y accesos estrechos, limitadas áreas verdes, y en general un aclara tendencia hacia la impermeabilización del suelo urbano”.

Pero eso no es lo peor. Lo peor, de acuerdo con los expertos de la CAF, es que el crecimiento de Guayaquil cuesta alrededor de US$7 millones por kilómetro cuadrado, mientras que si se utilizaran las iniciativas propias de una ciudad “verde, inclusiva y sustentable”, eso no solo que resultaría 6 veces más económico, sino que además resultaría una alternativa más eficaz para el control de las inundaciones que la alternativa de crecimiento que ha escogido la Alcaldía de Guayaquil.

El mensaje es claro: resulta contraproducente que la ciudad se expanda tanto, pero a su vez, esa expansión beneficia al sector inmobiliario y de la construcción. La ciudad invierte unas seis veces más de lo que invertiría para obtener un peor resultado que el que obtendría con la aplicación de unas políticas amigables con el ambiente y con los ciudadanos, como las que recomienda la CAF en su informe:

“Guayaquil ofrece condiciones inmejorables para desarrollar soluciones integradas en el diseño urbano que combine programas de vivienda, transporte, agua potable, alcantarillado, drenaje, residuos sólidos y medio ambiente [para] diseñar soluciones sustentables en el largo plazo”.

Pero que el PSC aplique este cambio es imposible. ¿La razón? Echaría a perder el negocio de las inmobiliarias y las constructoras (los socios naturales de un Alcalde que salió de entre sus filas).

En resumen: Guayaquil es una ciudad de unos pocos avivatos y unos muchos incautos (y ojo, escojo mis palabras).

4) Conclusión

El hiato entre esto que somos como ciudad y lo que debemos procurar hacer en Guayaquil es enorme. Y mientras más tiempo esté el PSC en el poder, más lejos estaremos de cambiar de rumbo. Porque el problema de fondo con el PSC es aquello (paradójicamente) de lo que más se vanagloria hasta ahora: su modelo de desarrollo.

Esto, porque el modelo de desarrollo aplicado por el PSC en Guayaquil te vende como una Disneylandia lo que realmente funciona como el Play Land Park. Y lo asombroso a estas alturas, realmente, es que haya tantos incautos que no puedan hacer la diferencia.

"Yo viví en el barrio Centenario y me fui"

24 de julio de 2017


Diario Expreso entrevistó al alcalde de Guayaquil por las fiestas de julio. En un momento de esta entrevista, el alcalde Jaime Nebot afirmó: “Yo viví en el barrio Centenario y me fui”. Esta afirmación lo condujo a una reflexión sobre el Barrio del Centenario:

“¿Pero el barrio está vacío o ahora vive otra gente? ¿O la única gente que importa es la que es como uno? La movilidad humana es el ‘leitmotiv’ de la gente. Cuando usted le dice a alguien pelucón, no se ofende. Pero pregúntele si quiere ser pobre: nadie quiere. Todos quieren ser ricos” (1).

Los otros días conversé con “don Carlos”, un antiguo residente del Barrio del Centenario (por más de 44 años) y quien se lamentaba de que “Jaime se haya ido del barrio”, porque ahora había quedado oscuro e inseguro. “Don Carlos” aseguraba que “Jaime” no es el único que ha abandonado este barrio; esa es la tónica general. La mayoría de los que él recuerda que vivían allí se han mudado (por lo general) a Samborondón, a las afueras de Guayaquil. El propio “Don Carlos”, a sus 82 años, está pensando en mudarse cerca de sus nietos. Esto es, mudarse también a Samborondón.

*

La explicación de porqué se abandona el Barrio del Centenario la ofrece (inadvertidamente) el mismo alcalde Nebot. En la entrevista, el periodista Andersson Boscán le pregunta si esa “movilidad” se ha dado de manera organizada. La respuesta de Nebot es como sigue:

“Se da como la gente quiere. Veo arquitectos que dicen que hay que controlar el desarrollo acelerado. ¿Cómo? Hay que acelerar el desarrollo, eso hay que hacer” (2).

En esta frase del alcalde Nebot está cifrada su idea de desarrollo urbano, compuesta de una mentira y de un error.

1) La mentira: El desarrollo “se da como la gente quiere”. La Alcaldía de Nebot es una institución que ha cooptado la participación de los ciudadanos en la gestión pública (3). En la práctica, el desarrollo urbano de Guayaquil no se da como su “gente” quiere. Se da como la Alcaldía lo quiere, en función de intereses concretos de grupos inmobiliarios y de la construcción (4). 

2) El error: “Hay que acelerar el desarrollo”. El problema es el tipo de desarrollo urbano sin control que se pretende acelerar. El modelo de desarrollo impulsado durante la Alcaldía de Nebot ha sido desastroso. Y nos va a dejar la cagada (5).

*

A Nebot probablemente ya no le importe lo que suceda con el Barrio del Centenario. Él cree que el barrio está bien y que ha habido “movilidad” para que haya ingresado al mismo gente que ya no es “como uno”. Pero quienes vivimos en el Barrio del Centenario sabemos que Nebot miente: el barrio se ha depauperado y en las noches se ha convertido en un lugar oscuro e inseguro, sin vida.

En un barrio con tanto potencial, esto es realmente imperdonable. El Barrio del Centenario podría potenciarse para ser como Barranco en Lima o Palermo en Buenos Aires… pero esa visión es una que nuestro Alcalde no tiene. Él piensa que todo está bien en el Barrio del Centenario y se marcha a vivir en una isla en los extramuros de la ciudad que administra. Dejó la cagada hecha y se fue.

Que es precisamente lo que hará con la ciudad, el año 2019.

(1) Andersson Boscán, 'Jaime Nebot: ‘El desarrollo no se controla, se acelera'', Diario Expreso, 23 de julio de 2017.
(2) Ibíd.
(3)Guayaquil, una ciudad sin ciudadanos’. En esta idea de la “gente como uno” se esconde la idea de desarrollo urbano del alcalde Nebot. La gente “como uno” se enclaustra en sus ciudadelas cerradas, mientras los barrios languidecen, v. ‘Guayaquil se desprende de la tradición de los barrios’.
(4) Algún día, cuando la “intelligentsia” guayaquileña se ponga a pensar de una manera crítica sobre la ciudad en que vive, toda esta trama de un cuarto de siglo de desarrollo urbano en el marco del “capitalismo de amigos” será ampliamente demostrada.

Crecimiento urbano: Guayaquil y Singapur

7 de julio de 2017

El guayaquileño tipo “tonto de derechas” (1) suele entusiasmarse con Singapur y lamentarse de que no se hayan adoptado unas políticas orientadas a parecerse a esta isla soñada.

Pero un detalle que se le suele escapar a este “soñador” es que si Guayaquil hubiese adoptado unas políticas como las singapurenses, el entorno en que vive sería muy diferente, puesto que Guayaquil y Singapur son dos ciudades de crecimiento urbano diametralmente opuesto. Mientras en Guayaquil los empresarios de la construcción son los que determinan el crecimiento de la ciudad (2) en Singapur la intervención del Estado en su crecimiento es tan brutal que el Estado dispone de tu dinero y determina con quiénes vas a vivir.

Así como se lo lee: el Estado dispone de tus ganancias para colocarlas en un fondo a cargo del Housing & Development Board (un órgano estatal) para el único propósito de que compres una vivienda, que una vez adquirida, sólo podrías vender para adquirir otra vivienda. El Estado no sólo que está emperrado en que tengas una vivienda, te guste o no (pues la libertad del que aporta el patrimonio para comprar la vivienda no interesa mayormente en esta decisión) sino que determina también con quiénes vas a vivir, con el propósito de asegurar la armonía racial de esta pequeña isla tropical. Así, en Singapur, en las viviendas públicas en las que vive el 80% de su población se tiene que reproducir la diversidad racial existente en la sociedad singapurense (3). 

Porque la vivienda pública también puede ser de excelencia. 50 y pico de años, en fotos.

Me imagino a los “tontos de derechas” de Guayaquil viviendo en una de las casas colectivas que tanto abundan en Singapur en la obligatoria compañía de los cholos, negros e indios que componen la diversidad racial de Guayaquil: sería gente en permanente y manifiesto horror por esa macabra dictadura impuesta por alguna variante guayaca del líder singapurense Lee Kuan Yew (1923-2015), artífice principal del cambio operado en el diminuto territorio que administró por 31 años como Primer Ministro (4).

(De hecho, Nebot es una variante guayaca de Lee Kuan Yew: un político autoritario de derechas de larga duración. La diferencia sustancial: mientras Lee Kuan Yew fue exitoso, Jaime Nebot se vende como exitoso. La diferencia entre ambos líderes es la misma que existe entre la realidad efectiva y la mera delusión, entre un líder visionario y un vendehumo).

En resumidas cuentas: mientras el crecimiento urbano en Guayaquil sigue la estricta lógica del mercado, que favorece a las empresas constructoras y fomentan las “distinciones odiosas” entre ciudadanos (con los adinerados encapsulándose para evitar interacciones con los de una condición social distinta), en Singapur el crecimiento urbano se lo hizo con una fuerte intervención gubernamental, a tal punto que el gobierno tiene la atribución de disponer no sólo de los dineros de los singapurenses sino también de determinar quiénes viven alrededor suyo.

Y al “tonto de derechas”, eso no le gustaría nadita.

(1) Tipo los que se dejan persuadir por los argumentos escolares de Gloria Álvarez, v. ‘Tonto de derechas: tuya es la Gloria’, Xavier Flores Aguirre, 17 de febrero de 2016.
(2)Guayaquil a la deriva’, Xavier Flores Aguirre, 28 de febrero de 2016.
(4) Se puede decir sin faltar a la verdad que a Lee Kuan Yew le importaba un soberano carajo si a los singapurenses no les llegaba a gustar estas, u otras de sus medidas, pues en su opinión: “Nosotros decidimos lo que es correcto, no importa lo que la gente piense”. No era lo que se dice un demócrata, Mr. Lee.

La derrota del urbanismo verde (en dos imágenes)

16 de junio de 2017

El urbanismo marca PSC, mostrado en dos parques del sur de Guayaquil:

Ciudadela "Los Almendros". Enrejada una parte de la ciudadela, esto impide a sus habitantes el acceso directo a un parque, también enrejado, situado a escasos metros de ella.

 
Estación "Barrio Cuba" de la Metrovía. El triunfo total del adoquín por sobre las áreas verdes. El denominador común en Guayaquil.