Dogma vs. Realidad

30 de marzo de 2019


Hay gente que tiene convicciones profundas sobre lo que OTRAS personas tienen que hacer con su cuerpo. Esas personas necesitan calmarse.

Porque, en rigor, sus convicciones profundas las deben limitar a SUS propios cuerpos. Si, por ejemplo, alguna de ellas desea abortar, o no hacerlo, esa decisión es SUYA y los demás (mucho menos a través de normativa punitiva) no deberían interferir con esa decisión.

Esto, porque esas convicciones profundas de los que sienten apasionadamente que tienen que decidir por otros, no están pensadas para ayudar a otras personas, seamos francos. Están allí para joderlas: es una forma de imponerse, de dominar, de controlarlas.

Me explico: si sus convicciones profundas estuvieran atadas a una práctica consecuente con ellas, tendría yo un concepto diferente. Pero el hecho cierto de que el fruto de mantener su convicción profunda (punir el aborto, es decir, favorecer la existencia de una vida más en este mundo prostituto y vano*) no impida que haya alrededor de 3.000 niños en orfanatos, es ilustrativo de los límites de sus convicciones. Si fueran consecuentes, no debería haber ni uno solo, muchos menos en las condiciones de dejadez y abandono en que viven.

Si las personas de convicciones profundas, convencidas de que una vida debe “salvarse” y existir, luego dejan que estas nuevas vidas vivan de forma miserable, es neta, entiéndalo: no están haciendo nada bueno. Están multiplicando la miseria y no preocupándose por hacerlo, porque lo que sí hacen (porque son obedientes de una corporación gobernada por ancianos a los que les pende un pene) es joder a una mujer a través de la imposición de un dogma sostenido por estos ancianos. La movida tiene todo el tufo medieval y macabro que es el Jean Naté de la Iglesia Católica, un monstruo anti-liberal donde los haya.

Es decir, la mayoría de los anti-abortistas por dogma católico lo son realmente para joder a otros, no para ayudarlos (y mucho menos para ayudar a la vida que ellos dicen “salvar”).

Lo dicho al inicio, entonces, reafirmado: necesitan ustedes calmarse. Cambien el foco de sus manías y oriéntense, católicos, a la devota oración: hablar con las paredes tiene la inmejorable ventaja de no hacerle daño a nadie.

Y si no quieren abortar, entonces no lo hagan. Actúen de acuerdo con su propia conciencia, y dejen que los demás hagan lo mismo, que es de eso de lo que va la democracia, aunque les pese.

*sólo quería un cigarro en mi mano.

La muerte de Gonzabay y el principio de legalidad

28 de marzo de 2019


Es sabido (o debería serlo) que los funcionarios públicos únicamente pueden hacer lo que la Ley los faculta a hacer. Es una de las conquistas de la evolución del Estado de Derecho el que se haya limitado la discrecionalidad de las autoridades a través de la elaboración de un principio que las obliga a someter todas sus acciones al imperio de la Ley.

But not the PSC/Madera de Guerrero: Ellos sí pueden actuar cómo les dé su putísima gana. El extraño caso del señor Gonzabay de Progreso es un botón de muestra de este accionar socialcristiano.

Juan Alfredo Gonzabay fue un candidato por PSC/Madera de Guerrero que inscribió su candidatura para el GAD parroquial de Progreso en diciembre, celebró el fin de año del 2018 y trece días entrados al 2019 un infarto fulminante se le interpuso en su camino a la gloria electoral del 24 de marzo. La Ley Orgánica Electoral, en su artículo 112, dispone que cuando se petatea un candidato no espera que luego obtenga una gloria post-mórtem:

Ley Orgánica Electoral
Art. 112.- Si un candidato o candidata a elección popular fallece o se encuentra en situación de inhabilidad física, mental o legal comprobada antes de las respectivas elecciones, la organización política o alianza que auspicie esa candidatura podrá reemplazar con otro candidato de la misma organización política o alianza.
Cuando el hecho a que se refiere el inciso anterior se produjere antes de la impresión de las papeletas correspondientes, se imprimirán nuevas papeletas con la fotografía y el nombre del reemplazante, en caso contrario, serán utilizadas las papeletas ya impresas, computándose para el nuevo candidato los votos emitidos para el inscrito anteriormente.

Para los propósitos de nuestro análisis, la Ley Orgánica Electoral (pomposa y oficialmente llamada también “Código de la Democracia”) en el artículo transcrito establece dos supuestos y dos certezas. Una primera certeza es que alguien debe haber muerto en el curso de un proceso electoral en el que está participando como candidato. Ese alguien, en este caso, es el candidato Gonzabay. Tras el hecho de su muerte, se abren dos supuestos según el artículo 112: el candidato murió antes o después de la impresión de las papeletas. Pero en ambos casos, el proceso electoral sigue: para el primero, se imprimen unas papeletas con el nuevo candidato, para el segundo, se utilizarán las papeletas ya impresas con el muerto, computando los votos emitidos a su favor como votos para el nuevo candidato. Pero en cualquiera de estos dos supuestos, asoma la segunda certeza: tiene que haber un nuevo candidato.

Pero el PSC/Madera de Guerrero piensa distinto. Un legislador de la bancada del PSC en la Asamblea Nacional y director de Madera de Guerrero en Guayas, Henry Cucalón, ha dicho que lo que importa son los votos de los “vivos”, aunque hayan expresado su voluntad por un muerto. Esto lo dice a fin de que quede el triunfo en su tienda política, pues asumiría el cargo en reemplazo del candidato Gonzabay la que era su candidata alterna.

Recapitulemos la forma cómo el PSC /Madera de Guerrero pretende pasarse de sabido en esta ocasión: la Ley dispone que el PSC/Madera de Guerrero podía nombrar, si deseaba continuar con la candidatura en Progreso (pues es lógico que la Ley piense que no puede competir en elecciones un muerto: no está pensado el ridículo de proclamar los resultados y “posesionar” a un man ya sin pulso) a un nuevo candidato, y como las papeletas ya estaban impresas, los votos a Gonzabay (los que su mujer dice que son por agradecimiento*) debieron computarse para este nuevo candidato que nunca se nombró.

Es decir, el PSC/Madera de Guerrero fue negligente y pretende pasarse de sabido subsanando su negligencia con una ilegalidad, como si dos errores sumaran un acierto. El PSC/Madera de Guerrero pretende ahora que las autoridades electorales actúen sin una norma jurídica que los faculte a fin de beneficiar a la alterna del muerto. Parecen olvidar (o valerles pija) que “las personas que actúen en virtud de una potestad estatal ejercerán solamente las competencias y facultades que les sean atribuidas en la Constitución y la ley” (Art. 226 de la Constitución), es decir, que lo que el PSC/Madera de Guerrero están pidiendo al CNE que haga en este caso es contrario a la Constitución.

Así, la muerte del candidato Gonzabay ha puesto en aprietos al CNE: ¿Le restará una autoridad electa por votación popular –muerta, pero electa- a la Mamá de los Pollitos del proceso electoral? ¿Se saldrá con la suya el PSC?

Si el CNE opta por la segunda alternativa, no sólo sería premiar la incompetencia de un actor político: sería hacerlo cometiendo una ilegalidad. Pero en esta desinstitucionalización del país en que nos ha embarcado el “régimen de transición” que todavía padecemos, el segundo escenario es el más probable.

* Por cierto que mi hipótesis de lo que pasó en Progreso no se cifra en ningún agradecimiento a Gonzabay, eso es paja. Esta es la ejecución de una idea que se le ocurrió a miles de personas por separado, invariablemente después de una tercera cerveza: “¿Y si gana ese muerto hijoputa?”, es decir, es un caso colectivo de gadejo. Los manes sabían que Gonzabay estaba muerto, lo que hacía a su triunfo increíblemente chistoso para mejorar la parranda. Son unos loquillos, allá en Progreso (AKA Juan Gómez Rendón).

La descripción de un "cojudo"

27 de marzo de 2019


Ha escrito Roberto Aguilar una columna titulada: “Yunda, la derrota de la clase media de Quito”. Allí expone esta visión de la clase media quiteña:

“La clase media quiteña, a diferencia de las de otras ciudades del Ecuador, tiene la consciencia de ser un actor político de peso, uno que tumba presidentes e influye en las agendas nacionales. La clase media quiteña percibe a la capital como una ciudad cosmopolita y firmemente encaminada en el siglo XXI”.

Cómo me he cagado de la risa con este fragmento de la columna de Aguilar. En su fantasía, él imagina a una clase media de Quito diferenciada del resto de ciudades del país por tener una consciencia de su rol “de ser un actor político de peso”. Pero el hecho que diferencia a Quito del resto de las ciudades del Ecuador para tener mayor “peso político” es el hecho de ser la ciudad capital de un Estado obeso e ineficaz que asienta sus bases en la capital*. No hay “consciencia” en esta tradición heredada de la conquista.

El humor de Aguilar se agranda cuando le atribuye a esta clase media quiteña superpoderes: tumbar presidentes e influir en las agendas nacionales (yo creía que el más importante era el alcoholismo en diciembre). Sobre el segundo, es tremendo pedo mental: en otras partes del país lo que piensa la clase media quiteña carece de mayor (o tiene nula) relevancia, y tanto no tiene capacidad de influir en la agenda nacional, que los noticieros nacionales de la TV y la radio se los suele dividir por regiones y la prensa escrita de Quito únicamente se la lee en la capital y en los pintorescos pueblos de sus alrededores.

Pero es el primer superpoder el realmente grave. Aguilar aviva la creencia de que la clase media de Quito “tumba presidentes”, cuando este rasgo de inestabilidad política es fruto del accionar de nuestras élites, que manipulan a este “bravo” pueblo de Quito (clase media incluida) para tumbar a presidentes. El dato interesante es que no son, ni la clase media de Quito y su supuesta “consciencia” política, ni las élites políticas quiteñas, las que sacan partido de haberse tumbado a presidentes en Quito. Cuando se tumbó a Bucaram se siguió el guion diseñado y expuesto por los políticos guayaquileños León Febres-Cordero y Jaime Nebot, quienes fueron los verdaderos artífices y vencedores de ello. Y cuando se tumbó a Gutiérrez, el resultado fue una breve transición conducida por un Presidente de Guayaquil hasta la irrupción de Rafael Correa, novel caudillo de Guayaquil que dominó el panorama político por los siguientes diez años.

Pero a pesar de haber fantaseado con esta Quito de consciencia política y “encaminada en el siglo XXI”**, Roberto Aguilar tiene que admitir en su escrito que la política para la administración local de Quito está mediada por intereses de los políticos de otras ciudades:  

“En la dispersión de la clase media quiteña tiene su parte de responsabilidad los partidos políticos. CREO y el socialcristianismo, especialmente, cuyos líderes decidieron desde Guayaquil, en función de estrategias políticas a largo plazo y de espaldas a los intereses de una ciudad que no es la suya, participar en unas elecciones que no tenían probabilidad de ganar. Las élites quiteñas les cedieron esa capacidad de decisión.”

Una injerencia así es impensable, por ejemplo, en Guayaquil. Pero la clase media de Quito es tan débil y poco cohesionada (tan diríase “inconsciente”) que sus intereses se los logran dispersar… ¡los políticos de Guayaquil!

Recapitulemos, entonces, esta fantasía esquizofrénica de Aguilar: la clase media de Quito es un actor político distinto y de peso, pero que es incapaz de aprovechar sus “superpoderes” en beneficio propio: no influye en la agenda nacional, no pone alcalde en su ciudad (en la que, tan débil es, que admite la injerencia de políticos de otras ciudades) y cuando tumba a presidentes lo hace en calidad de “tonto útil”, porque son otros los que capitalizan el hecho, los que se le llevan a Quito las presas y le dejan el bucket.

Representación gráfica del Quito de Aguilar:

Con ustedes, El Cojudo.
 
La verdad de la milanesa es que la clase media quiteña no tiene ni puta idea de qué hacer, ni tendría capacidad para hacer otra cosa. Se parece mucho al Presidente que hoy se asienta en el único palacio presidencial de nuestra América del Sur cuyo nombre homenajea a un funcionario del Estado español: es un mojón en la marea, una pobre víctima de las circunstancias. A la clase media de Quito le ha pasado que cuando gana por el que ha votado, gana Rodas (ya me dirán ustedes si hay maneras democráticas de caer más bajo), y cuando le dan ganando a otro que no es el suyo, les sale un Yunda, que es una broma de mal gusto convertida en alcalde de nuestra capital. Todo les sale mal.

El saldo de todo esto es que la clase media de Quito no está en capacidad de imponer las condiciones ni en su propia casa. Ya me dirán ustedes si se puede caer más bajo.

Y no sé como se diría en la capital (¿mushpa?), pero acá en Guayaquil, si esa incapacidad se tradujera en una persona, sería indiscutible y certeramente en la vasta y triste tipología del “cojudo”***.

* Neta, hay que empezar a pensar la capitalidad de Quito como un lastre para el desarrollo del país, tanto en clave histórica como de cara a nuestro común futuro.
** Es curioso observar que una de las mentes más lúcidas que piensa el desarrollo de Quito, Fernando Carrión, sostiene en un artículo titulado muy elocuentemente “¿Cuándo se jodió Quito?” y totalmente a contramano de Roberto Aguilar, que Quito, muy lejos de estar “encaminada en el siglo XXI”, “se encuentra a la deriva” y “hoy vive una de las épocas más obscuras de su historia”. Es decidor de la confusión de la clase media capitalina que dos miembros de su “intelligentsia” (100 veces más riguroso Carrión que Aguilar) tengan una visión tan contrapuesta de un mismo hecho.
*** Quien mejor ha estudiado el fenómeno de la “cojudez” en estas sociedades andino-tropicales del orto es el célebre escritor peruano Sofocleto. Es importante anotar el aporte del “Florilegio de Puteadas Guayacas” de autoría del Dr. Jaime Nebot, quien, en una puteada a un historiador serrano de supuesta tendencia de izquierda en el Congreso Nacional, registró una correctísima pronunciación guayaca del término “cojudo”, dicho en un estado de iracundia y alcoholismo “Nivel Fiestas de Quito”. Notable.

Un país de bárbaros


Recordaba el escritor español Francisco Umbral (1935-2007) en un libro oportunamente titulado “Guía irracional de España”, que para la época de su redacción (fines de los ochenta), una radio había hecho una relación “de pueblos de España con fiestas de toro”. En palabras de Umbral, en el capítulo del libro titulado “El español y la guerra (civil)”:

“Son unos 90 pueblos. Todo consiste en echarle al toro perros feroces, o en el toro enmaromado, al que se sube a rastras de un pico y luego se le despeña, o en darle cuchilladas al toro. ¿Por qué ese ensañamiento con un animal tan nuestro?”

Luego, como Umbral quería en ese capítulo de su Guía explicar la guerra civil en España, se disparó con esto: “La guerra civil es ya el toro inmenso, generalizado, el negro toro de pena, el negro toro de España”.

O dicho de otra manera, más prosaica: un país de bárbaros.

Mafia

26 de marzo de 2019


Si la política fuera como la mafia, Lenin Moreno es un traidor que se vendió a otra famiglia para ejecutar el trabajo sucio de eliminar a su anterior Jefe, a quien hasta hace poco le lavaba la ropa interior después de lamerla, pero que resultó un perfecto incompetente para cumplir el trabajo que ofreció hacer (lo intentó, incluso contrató al decrépito Bugs Trujillo). Después de intentarlo por dos años, por masacre (de votos), el que resultó muerto fue Moreno. Y su antiguo Jefe, sigue tan campante.

La política es mucha mafia y nuestros políticos no se privan de conductas mafiosas (no todos, pero sí un montonsote, y en cargos altos) y el párrafo anterior es una descripción bastante precisa de lo que ha pasado en estas últimas elecciones en el Ecuador (salvo por la parte de lamer la ropa interior de su exjefe, aunque de este sujeto ya toda degradación es esperable). Tras el domingo 24 de marzo, Lenin Moreno se convirtió en el Presidente más prescindible de nuestra historia, el sujeto más innecesario y redundante del Ecuador presente.

La famiglia lo exprimirá un rato más, como una toronja, y luego lo descartará porque es un lastre (paradójicamente, no lo eliminarían por saber demasiado, sino por no saber nada: por ser un caso de abrumadora inutilidad). Vendrán los emisarios de quien está claro que busca mandar el país, y le dirán: “This way, or the highway”. Un tipo tan débil como Moreno, únicamente podrá musitar: “This way”.

Y subirá el Vicepresidente. No veo porqué debería tardar más allá del 1 de junio.  

Empaños a un gran libro de fútbol

23 de marzo de 2019


He leído con deleite el libro “Historia mínima del Fútbol en América latina” de Pablo Alabarces, una “historia completa, por países y en conjunto, de un deporte que despierta pasiones”, como se apunta en su portada.

Pero tengo que advertir, por mor de rigor, ciertos errores en su narrativa sobre el fútbol ecuatoriano, los que supongo atribuibles a la escasez de información disponible.

Así empieza Pablo Alabarces su narrativa a la que titula “La Sierra y la Costa, o la dicotomía ecuatoriana”:

“Nuevamente un puerto, el de Guayaquil: allí llegan los hermanos Juan Alfredo y Roberto Wright, que traen la pelota desde Gran Bretaña, donde habían estudiado, y fundan el Sport Club en Guayaquil, en 1899, el primer club ecuatoriano. Pero antes habían pasado por Lima y jugado para el Union Cricket, como buenos británicos”. (1)

Aquí hay un primer error: asumir que porque Wright, son “británicos”. En realidad, Juan Alfredo y Roberto Wright Aguirre eran guayaquileños, nacidos en este puerto, nietos del irlandés Thomas Charles Wright (Queensboro, 1799), asentado en Guayaquil desde el año de N. S. de 1826, muchos años antes de que el fútbol, tal como hoy lo conocemos, haya empezado a jugarse en los campitos de Inglaterra. Los Wright de nuestra historia no son, en estricto rigor, “británicos”: son los nietos de un irlandés, que cruzó el charco para pelear en estas tierras americanas a favor de Simón Bolívar y que fue participante, entre otras batallas, de las de Boyacá, Carabobo y Bomboná (2). Sus descendientes, en todo caso, son más guayaquileños y ecuatorianos que otra cosa.

Un segundo error de Alabarces es atribuirle al Club Sport Patria el año de fundación 1906, cuando realmente fue fundado en 1908. Y un tercer error, mucho más lamentable, es indicar que el Barcelona S. C. adoptó este nombre “porque los catalanes presentes en la fundación eran tantos que ganaron la votación” (3).

Pero los fundadores de Barcelona S. C. no fueron una supuesta mayoría de catalanes, aunque por el nombre del club esta explicación pudiera parecer lógica. A Barcelona lo fundaron, en palabras de uno de sus Padres Fundadores, Rigoberto ‘Pan de Dulce’ Aguirre Coello, “un grupo de jóvenes guayaquileños, que se reunían alrededor de la Escuela Modelo ‘9 de Octubre No. 3’, calle Industrias entre Concordia e Independencia (hoy Eloy Alfaro entre Calicuchima y Francisco Marcos), decidieron formar un club deportivo que perennizara la unión que por el trato y amistad habían forjado en la barriada del Astillero, el más guayaco de los barrios” (3). Aguirre era parte de este grupo.

Lo cierto es que estos entusiastas guayacos contaron después con el entusiasmo de algunos laburantes del comercio “Herederos de Girbau”, muchos de ellos españoles de origen catalán, como Valentín Sala Piqué (Navareles, 1891), Eutimi Pérez Arumi (Vilassar de Mar, 1875) y Joan (Rubí, 1884) y Artur Domènech i Casajoana (Rubí, 1899), pero también contaron con el apoyo de otros extranjeros como el uruguayo Moggia y los españoles (que no catalanes) Gago y Hermosilla. El hecho irrefutable es que la mayoría de los entusiastas fueron guayaquileños y que quien “puso la primera piedra del Barcelona” fue un ecuatoriano, Carlos García Ríos. En palabras de ‘Pan de Dulce’ Aguirre, fue él…

“… quien con tremendo entusiasmo, en una noche de noviembre de 1924 nos habló de ello a Arturo Calderón Tomalá, Guillermo de la Cuadra, el famoso ‘Paco Varilla’, a Alberto Pombar Castillo, Luis Rodríguez, Rubén Letamendi, Carlos García Vergara, Víctor Manuel Olvera, y al que habla. Llegamos a feliz acuerdo de formar el club, y sin designarle nombre todavía, nombramos una comisión formada por Carlos García, Arturo Calderón y Rigoberto Aguirre, para que pusiera en conocimiento de ello a los demás muchachos; en su gran mayoría aprobaron la idea de formar una organización deportiva legalmente constituida”.

Fue el 1 de mayo de 1925 en la casa en el Barrio del Astillero del catalán Pérez Arumi (que no iba a jugar fútbol en Barcelona, pues a la sazón contaba 50 años) que “con asistencia de casi la totalidad de la barriada de La Modelo, se hacía el acta de fundación del Barcelona Sporting Club de Guayaquil”. Un dato interesante que registra ‘Pan de Dulce’ Aguirre en su relato, es la singularidad de que el nombre del club le haya sido puesto “en homenaje a la admiración mundial que había despertado el famoso guardameta español ‘Divino’ Zamora, que jugaba por el Barcelona de España”.

Es decir, el nombre se relaciona con la admiración de un grupo de guayaquileños y algunos extranjeros no exclusivamente catalanes por el desempeño de un arquero de fama mundial que jugaba por los colores del Barça, no por una supuesta “votación” en la que triunfó una hipotética mayoría de catalanes que realmente jamás existió. Más allá del apoyo económico de algunos integrantes de la comunidad catalana en los inicios del club, la historia del Barcelona S. C. es la de un club de barriada (del Astillero, “el más guayaco de los barrios”), devenido en una pasión nacional del Ecuador.  

En todo caso, más allá de tomarlo con la debida cautela (igual y que es recomendable para toda lectura), este libro de Alabarces sobre fútbol es un auténtico deleite.

(1) Alabarces, Pablo, ‘Historia mínima del fútbol en América latina’, p. 128.
(2) Thomas Charles Wright (Queensboro, 1799-Guayaquil, 1868) fue el hombre fuerte de la plaza de Guayaquil hasta que aconteció su derrota frente al General Elizalde en el rompimiento de la Revolución Marcista. Desde entonces, Wright experimentó el exilio, la vana oposición, un segundo matrimonio (con su cuñada) y la muerte en 1868.
(3) Velásquez Villacís, Mauro, ‘Historia del Barcelona S.C.’ [1986], p. 1. Las citas ulteriores corresponden a este libro, a esta página y las subsiguientes.

Diccionario Socialcristiano de la Ineficacia

21 de marzo de 2019


Publicado originalmente en el portal Ruta Krítica.

Desde el año 2000 se dieron un total de 18 discursos por las Fiestas de Julio y otros 18 por las Fiestas de Octubre por la máxima autoridad de la Alcaldía de Guayaquil, o por su delegado: Jaime Nebot los dio todos, con una excepción (en las Fiestas de Octubre del año 2004) que lo dio el Vicealcalde Guillermo Chang. Estos 36 discursos de las Fiestas de Julio y de Octubre se los empezó a dar desde los tiempos en que circulaba todavía como moneda el Sucre* y ofrecen una muy interesante visión de conjunto de cuán ineficaz ha sido la Alcaldía de Jaime Nebot.

El análisis que sigue es sobre las promesas incumplidas por la Alcaldía de Guayaquil desde el año 2000, las promesas que ofreció en los discursos de las fiestas de Guayaquil que dijo que iba a hacer pero que, por distintas razones, o no las hizo, o las terminó por hacer tarde, o de manera distinta y peor a la original. Aunque parezca contra-intuitivo (la ignorancia de mucho afuereño de Guayaquil sobre lo que pasa en esta ciudad es asombrosa, sirva de ejemplo Felipe Burbano de Lara) el número de las promesas que no se han cumplido se acumuló en todos estos años de administración de Nebot de manera tal que la mejor forma de presentar su ineficacia es en forma de diccionario.

DICCIONARIO CRÍTICO DE LA INEFICACIA DEL PSC EN GUAYAQUIL
(Compilado de los discursos oficiales del 25 de Julio y del 9 de Octubre)

En estricta secuencia, se enuncia la promesa y se describe cómo falló.

Agua por tanqueros.- La promesa fue eliminar el agua por tanqueros.
En las Fiestas de Octubre de 2008, el Alcalde Nebot anunció que “el agua potable por tubería está próxima a llegar a los únicos que todavía la reciben por tanqueros” (p. 1).
Pero diez años después, la Alcaldía de Nebot exige a los tanqueros “que abastecen Monte Sinaí tengan sello municipal”. Es decir, lejos de eliminar a los tanqueros, los naturalizó.

Alcantarillado sanitario.- La promesa fue dotar de cobertura total de alcantarillado sanitario a la ciudad de Guayaquil.
En las Fiestas de Julio del año 2010, el Alcalde Nebot declaró: “El agua potable y el alcantarillado sanitario avanzan indetenibles en los sectores populares para que podamos arribar, conforme a lo planeado, a la ansiada meta de cobertura total de estos servicios” (p. 3). El  optimismo de Nebot (manifestado en el uso del adjetivo “indetenible” para calificar el avance de los servicios) era, a su vez, indetenible: se atrevió a declarar en la siguiente sesión que Guayaquil tendría la cobertura total del “alcantarillado sanitario al término de nuestra administración” (p. 2), es decir, para el año 2014.
Pero no pasó. En las Fiestas de Octubre del año 2014, ya iniciado su nuevo período, cuando tendría que haber celebrado el cumplimiento de la promesa del 2010 que no pasó, el Alcalde Nebot (ya sin calificar de “indetenible” el avance) advirtió sobre el alcantarillado sanitario que “se cumplirá el compromiso de culminar la dotación de este servicio entre este año y el próximo 2015” (p. 4). Lo que, nuevamente, no sucedió.
Y así, año tras año, hasta la fecha.

Áreas verdes.- La promesa fue el aumento de las áreas verdes.
En realidad, las áreas verdes son una preocupación casi inexistente en los discursos del Alcalde Nebot. En las Fiestas de Octubre del año 2014, Nebot declaró: “Las áreas verdes crecen, pues han pasado del medio metro cuadrado por habitantes a casi 9 metros cuadrados por habitante”.
El fraseo de su oración es revelador: no es que las políticas de la Alcaldía de Guayaquil hayan hecho crecer a las áreas verdes, es que estas “crecen”, así, de manera silvestre.
O mejor dicho, de manera contable: esa es la verdadera razón del crecimiento.

Bachiller Digital.- La promesa fue convertir a los bachilleres en dueños de una Tablet.
En el discurso de las Fiestas de Octubre del año 2013, el Alcalde Nebot dice que esto forma parte de un supuesto “Guayaquil digital e inteligente” por el que los “bachilleres tengan, también gratuitamente, una Tablet de última generación” (p. 8).
Sin embargo, comparado frente al “Plan Ceibal”, que es un plan similar que se aplica en Uruguay, lo que hace la Alcaldía de Guayaquil resulta muy mediocre.

Barrio chino.- La promesa fue la creación de un “barrio chino”.
En las Fiestas de Julio del Año 2006, el Alcalde Nebot anunció la creación de un “barrio chino en otra parte del Guayas”, es decir, en un lugar indeterminado de la ciudad (p. 2).
La idea nunca pasó de proyecto fallido.

Casino sobre el río.- La promesa fue la creación de un “casino sobre el río”.
En las Fiestas de Julio del año 2006, el Alcalde Jaime Nebot anunció la construcción de un “casino en el río” (p. 2). Este proyecto tuvo una ejecución fallida. Se lo empezó a ejecutar, pero la obra se paralizó en abril de 2008 y sirvió de ocasión para que el Alcalde afirme en un comunicado que él nunca ha jugado “ni al pepo”, por lo que iba a consultar al pueblo de Guayaquil si este casino debía funcionar. El ejemplo de democracia directa impulsado desde la Alcaldía también fue fallido.

Dragado.- La promesa fue buscar soluciones al problema de los sedimentos del Río Guayas.
En las Fiestas de Julio del año 2003, el Alcalde Nebot habló de estudios hechos por la Alcaldía de Guayaquil “sobre los sedimentos del Río Guayas” y que se está buscando “resolver ese problema” (p. 1). En las Fiestas de Octubre de ese mismo año, el Alcalde Nebot enfatizó que se abordará “la solución al problema de los sedimentos del Río Guayas” (p. 2).
Se creó, incluso, una “Fundación Dragados”, según testimonió el Alcalde encargado Guillermo Chang en el discurso de las Fiestas de Octubre de 2004, que celebró “un Convenio con el Ejército de los Estados Unidos para realizar los estudios de batimetría que permitirán determinar cuál es la mejor medida para limpiar y dragar el Río Guayas” (p. 2).
Sin embargo, esta responsabilidad luego quedó en el olvido, rescatada para atacar a la Prefectura del Guayas a conveniencia.

Estero Salado.- La promesa fue la recuperación del Estero Salado.
En su primer discurso como Alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, anunció “la recuperación del Estero Salado” (p. 1). Pasaron tres años hasta que en las Fiestas de Octubre del año 2003 el Alcalde Nebot anunció que se iba a firmar un acuerdo “con Autoridad Portuaria de Guayaquil para la limpieza de parte del Estero Salado” (p. 1). Un año después, en Fiestas de Octubre del año 2004, el alcalde encargado Guillermo Chang anunció la inauguración de “tres grandes colectores financiados con un crédito de la Corporación Andina de Fomento”, con los que se iban a descontaminar “el 60% del Estero Salado” (p. 2).
El Estero Salado está todo lo contaminado que puede estarlo por una Alcaldía que es ineficaz en controlar la contaminación ambiental en su cantón.  

Fuentes de agua.- La promesa fue la creación de una fuente de agua.
En las Fiestas de Julio del año 2010, el Alcalde Jaime Nebot anunció el inicio de la construcción de una “monumental” fuente de agua, “cuyas aguas iluminadas de color, danzaran al son de la música y se elevaran 40 metros de altura. He allí un nuevo ícono para Guayaquil” (p. 2). En efecto, el Alcalde las inauguró a fines de octubre del año 2011, cuando dijo que la inauguración de esta fuente “pone a esta ciudad a nivel de ciudades como Barcelona o Las Vegas”.
Ni la fuente tiene 40 metros, ni Guayaquil está a nivel de Barcelona o Las Vegas. La fuente de agua es un espectáculo que rara vez la gente de la ciudad se detiene a observar, y que a los turistas extranjeros, de plano, ni les interesa.

Metrovía.- La promesa de una solución al tráfico de Guayaquil.
La primera mención a la Metrovía es en su discurso de las Fiestas de Octubre del año 2003, en el que el Alcalde Nebot anunció que la Metrovía “será la solución al problema del tráfico y del transporte popular” (p. 2). Es interesante, también, cuando deja de mencionarla, que es después del año 2010. Debe ser cuando se dio cuenta de que era insostenible la ilusión de ser una “solución al problema del tráfico” porque realmente se ha convertido en una alternativa costosa y mediocre que, juzgada por su propia planificación, ha sido un fracaso.

Muelle en el Malecón.- La promesa fue construir un muelle en el malecón.
En las Fiestas de Octubre del año 2003, el Alcalde Nebot anunció “la construcción de un muelle, para barcos de turismo internacional, en el Malecón del Río Guayas” (p. 1).
No pasó de un pedo mental.

Puerto de aguas profundas en Posorja.- La promesa fue construir por concesión el puerto de aguas profundas de Posorja.
En las Fiestas de Julio de 2006, Jaime Nebot anunció que “otro gran sueño de Guayaquil se torna realidad: el puerto de aguas profundas y transferencia de contenedores –en Posorja- como inversión totalmente privada” (p. 2). En las Fiestas de Octubre de 2006, Nebot afirmó que “hoy estamos terminando los trámites y autorizaciones para que le puerto de aguas profundas de Guayaquil, en Posorja, se convierta en realidad” (pp. 2-3).
Nada de esto se concretó. Se firmó el contrato para la construcción del puerto de aguas profundas de Posorja muchos años después, el año 2016, pero por un ente gubernamental (la Autoridad Portuaria de Guayaquil) y no por la Alcaldía de Guayaquil.

Regeneración urbana.- La promesa fue convertir a la regeneración urbana en un “paradigma de urbanismo”.
Así la definió el Alcalde Nebot en las Fiestas de Octubre del año 2003 (p. 2). El problema es que la CAF ha descrito a este supuesto “paradigma de urbanismo” de la Alcaldía de Guayaquil como una solución de crecimiento que no es sustentable y que llega “a aumentar en seis (6) veces los costos” comparados con unos modelos de crecimiento “bajo los conceptos de ciudades verdes, inclusivas y sustentables”.
Como “paradigma de urbanismo”, es un fracaso.

Seguro social municipal.- La promesa fue crear el seguro social municipal.
En el discurso de las Fiestas de Julio del año 2003, el Alcalde Nebot anunció la creación del seguro social municipal como parte de la “descentralización profunda y autonomía al andar” (p. 3).
La “autonomía al andar” era un estribillo de aquella época, ya olvidado. Como lo ha demostrado en sus memorias un exconcejal guayaquileño del PSC, Henry Raad Antón, la “autonomía al andar” era una muletilla que inventó Nebot:

“Lastimosamente fue en aquellas circunstancias que Jaime Nebot con su brutal inteligencia, se inventó aquella muletilla de autonomías al andar, que fue aplicando de acuerdo a sus selectivas ocurrencias y conveniencias […]. A la hora de dar mi juicio al respecto, debo afirmar categóricamente que toda la coyuntura que se dio a favor de imponer un sistema de administración autonómico para propulsar el desarrollo de un país entero, fue echada a la borda por un personaje que se conformó con ser alcalde de Guayaquil con más sentido pragmático que idealismo. El pragmatismo prevalece en el corto plazo, pero sin idealismo no perdura la cosecha”.

En el discurso de las Fiestas de Octubre del 2003, el Alcalde Nebot advirtió que la creación del seguro municipal “no depende del permiso de nadie para funcionar sino del diseño de los planes que ya estamos contratando con una empresa especializada de fama mundial” (p. 2).
Sobra decir que tampoco necesitó del permiso de nadie para fracasar.

Tarjeta “La Guayaquileña”.- La promesa fue crear la tarjeta “La Guayaquileña” para mejorar la situación económica de los habitantes de la ciudad.
En las Fiestas de Octubre del año 2009, el Alcalde Jaime Nebot anunció “con gran satisfacción” la “buena noticia”: desde ese mes se iba a empezar a repartir esta tarjeta “gratuita y personalizada” que permitirá “obtener importantes descuentos especiales, en prestigiosas empresas”. Era la forma de su Alcaldía para “mejorar la situación económica de todos los sectores de la comunidad guayaquileña”, su forma de decirle a los guayaquileños: “Ustedes primero, primero la gente!” [sic] (p. 3).
La tarjeta “La Guayaquileña” funcionó por unos cuantos meses (en su momento, Nebot afirmó que iba a crecer de 300.000 en 300.000 tarjetas por meses). Demostrada su inutilidad, pasó al olvido.

Túneles en el cerro San Eduardo.- La promesa fue construir los túneles en el cerro San Eduardo.
Los discursos del Alcalde Nebot son evidencia de las demoras en la construcción de la obra. Fue en las Fiestas de Octubre del año 2005 que se anunció su construcción (p. 3). El año 2007, tanto en el discurso de las Fiestas de Julio como en el de Octubre, el Alcalde Nebot afirmó que terminarían los túneles del cerro San Eduardo en julio del 2008 (p. 3, en ambos). Sin embargo, en las Fiestas de Julio de 2008, todavía el Alcalde Nebot hablaba de “la inspección final del túnel oeste en el cerro San Eduardo” (p. 3).
Los túneles del cerro San Eduardo se inauguraron después de lo ofrecido, a fines de ese año.

Turismo en el suburbio.- La promesa fue convertir al suburbio en un ícono del turismo.  
En las Fiestas de Julio de 2003, el Alcalde Nebot dijo que era una realidad que Guayaquil era un destino turístico” (p. 2), cosa que era y sigue siendo más falsa que un dólar celeste, pero en las Fiestas de Octubre de ese 2003 el Alcalde redobló la apuesta y señaló que el suburbio de Guayaquil “será nuevo ícono del turismo y superación humana” (p. 2).
Es raro el turista que no tenga temor de ir al suburbio de Guayaquil.

Vía Perimetral.- La promesa fue asumir la administración de la Vía Perimetral por la Alcaldía.
En el primer discurso del Alcalde Nebot, en las Fiestas de Octubre del año 2000, anunció que ese mismo 9 de octubre “hemos convenido aquí la entrega de la vía Perimetral (sector Guayaquil) a esta Municipalidad para que, luego de recibirla en buen estado, la mantenga por siempre. En este caso, asumimos gastos del Estado” (p. 1).
En realidad, no lo hizo. Años después, en las Fiestas de Julio del año 2006, el Alcalde Nebot reiteró su promesa de administrar la Vía Perimetral la que, según dijo, “será asumida en su mantenimiento y explotación por el Municipio de Guayaquil, para ponerla a tono con las características de la moderna vialidad de Guayaquil y el Guayas” (p. 4).
¿Y entonces, el convenio del año 2000?

Viaductos.- La promesa fue crear los viaductos en las avenidas Quito y Machala.
En las Fiestas de Octubre de 2002, el Alcalde Nebot anunció que tenía el financiamiento necesario para “los viaductos de las avenidas Quito y Machala”, los que según él decía iban a contribuir a “la solución al viejo problema, hasta ahora no resuelto, del transporte masivo en Guayaquil” (p. 1).
Se le debe haber perdido ese financiamiento, pues de estos viaductos no se vuelve a hablar jamás. Y de resolver el “viejo problema” del tránsito (v. “Metrovía”).

Zona Franca del Guayas.- La promesa fue crear una Zona Franca del Guayas.
En las Fiestas de Octubre del año 2000, recién llegado a la Alcaldía, Jaime Nebot anunció un “gran proyecto de la zona Franca del Guayas” que vencía las dificultades, pues “se abre paso sin dinero del estado” (p. 1). En las Fiestas de Julio del año 2001, Nebot habló de la “inminente zona franca” (p. 2) y ese mismo año, en las Fiestas de Octubre, reiteró: “La zona franca del Guayas va” (p. 1). Era como que ya mismo iba a llegar.
Nunca más se volvió a escuchar de ella.

*

Es de advertir que este diccionario es apenas una selección de las muchas cosas que en todos estos discursos demuestran la ineficacia de la Alcaldía de Guayaquil y que, mucho más importante que lo que ha dicho el Alcalde Nebot (+ G. Chang una vez) en estos discursos, es todo lo que en ellos no se dice, que puede resumirse en que Guayaquil es por obra de las alcaldías socialcristianas una ciudad a la deriva por razones de negocio. Y también, que si fuera un libro de Cristina Reyes podría titularse: “Memorial de Promesas Rotas”.

En todo caso, la ineficacia de la obra socialcristiana en Guayaquil es elocuente. Y el mensaje de este diccionario es de frente: nunca es tarde para salir de la ignorancia sobre lo hecho por el PSC en Guayaquil, porque el verdadero ignorante, como decía Karl Popper, es aquel que se rehúsa a dejar de serlo.

Finalmente, este diccionario es uno de los muchos esfuerzos que deben sumarse y articularse para combatir la ignorancia en temas de interés público y para curarnos de esta “enfermedad social” que es el socialcristianismo.

* El guayaquileño Jaime Nebot Saadi (1946) inició sus funciones como Alcalde de Guayaquil un 10 de agosto del 2000 cuando la moneda Sucre todavía circulaba en el Ecuador. Nebot es, en rigor, un lastre que los guayaquileños cargamos en nuestra ciudad desde antes de la dolarización. Todos sus discursos se encuentran en este enlace.

Elizalde vs. Wright (Batalla de 1845)

19 de marzo de 2019


Esta es la historia de un vasquito contra un irlandés, al mando de multitudes, enfrentados en las calles de Guayaquil (1). Elizalde era el hijo de un vasco de Lekaroz, Baztán, Reino de Navarra, venido a Guayaquil y casado con una guayaquileña hija de vasco, Rufina La Mar. De su enlace surgieron dos héroes de Pichincha y Ayacucho, gestas libertarias de la América del Sur: Antonio, y su hermano mayor Juan Francisco. (Además de tener un tío famoso, el general José Domingo La Mar, primer Presidente Constitucional del Perú). Este escrito trata del guayaquileño Antonio Elizalde La Mar, nacido en 1795, cuya primera participación militar fue en la independencia de su ciudad en octubre de 1820, con la que inició su intervención en la campaña libertadora de Quito, coronada en Pichincha y luego refrendada en Ayacucho.

El año 1845, el puerto de Guayaquil está en un auge económico y demográfico. Políticamente, la ciudad merecía un lugar en consonancia con ese auge: fue aquí donde se recuperó a la naciente Patria (2), perdida por el militarismo extranjero representado en el general venezolano Juan José Flores, elegido Presidente de la República para el período 1843-1851 (3).

El 6 de marzo de 1845 Guayaquil se levantó en armas y el general Antonio Elizalde (50 años) fue ungido como el General de las Fuerzas Revolucionarias. Debió enfrentarse con el Comandante General de la Plaza, el General Thomas Charles Wright (4), irlandés de nación (Queensboro, 1799) y representante del Gobierno de Flores, a fin de tomarse Guayaquil para la causa de la “Revolución Marcista”.

El currículo del General Wright (a la sazón, 46 años) era tanto o más impresionante que el de Elizalde: enlistado como otros rechazos de la Real Armada de Inglaterra en una legión para guerrear en el extranjero a la edad de 18 años (es decir, un bisoño mercenario) participó en América, entre otras, en las batallas de Pantano de Vargas y de Boyacá, donde se lo promovió a Capitán, de Carabobo y de Bomboná. Acompañó a Bolívar en su segunda campaña de los Andes y fue elogiado por él en razón de su arrojo y valentía. Asentado en Guayaquil desde 1826, el General T. C. Wright fue el militar gubernamental de preferencia para administrar Guayaquil para la República del Ecuador: sirvió en todos los gobiernos, y a Rocafuerte lo vinculaba un enlace familiar: se casó con su sobrina (que falleció en 1839). Ese 6 de marzo de 1845 fue el principio de su caída.

En esta lucha entre estos dos héroes de la Independencia, en la que corrió sangre de guayaquileños y que concluyó al día siguiente que empezó, el 7 de marzo, prevaleció el General Elizalde frente al General Wright, quien se contrajo a firmar una capitulación por la que entregó la plaza a los revolucionarios. Muchas otras luchas después se firmó un convenio entre estos y el General Juan José Flores a fin de que el Presidente en funciones abandone el país, lo que finalmente hizo desde Guayaquil el 24 de junio de 1845, ciudad donde Flores embarcó con rumbo a Panamá (5).

Elizalde, a raíz del triunfo de la Revolución, fue Gobernador del Guayas y luego Senador y luego candidato a la Presidencia de la República. Fue por el intransigente empate entre los candidatos guayacos a la Presidencia, Elizalde y Diego Noboa, que el Congreso Nacional de 1849 adoptó, por primera vez en la historia del país, la decisión de que un Vicepresidente reemplace a un Presidente, por el ascenso del quiteño Manuel Ascázubi a la Presidencia el 7 de noviembre de 1849  (v. el “Síndrome de Ascázubi”).

A Elizalde se lo recuerda en su ciudad con una corta calle del centro que tiene apenas una cuadra y que muere en el Malecón (con el equívoco nombre “Miguel A. Elizalde”). En Quito, la calle que lo recuerda tiene el nombre correcto, “Antonio Elizalde”, y está en una cuesta del Itchimbía. Antonio Elizalde Lamar murió en Guayaquil el 24 de mayo de 1862, a los 40 años exactos de haber peleado en las faldas del Pichincha.

Por parte del viudo Thomas Charles Wright Montgomery, esta derrota concluyó su paso por la función pública. Desde entonces, estuvo quince años en el exilio (diez en Chile y cinco en Perú) y regresó bajo el gobierno de García Moreno, se casó con la hermana de su fallecida esposa (costumbres de la época) y estuvo en la oposición al gobierno hasta su muerte el 10 de diciembre de 1868. Lo recuerda a T. C. Wright, en Guayaquil, el nombre de una calle en las cercanías del Barrio del Centenario, que inicia en la 25 de Julio y muere en la ría.

(1) Cinematográficamente, mutatis mutandis, es lo más parecido a “Gangs of New York” que tenemos.
(2) Por “recuperar” la Patria, quiero decir recuperarla para la administración de los hijos de la oligarquía de Guayaquil y sus intereses de clase.
(3) El Presidente Flores gobernaba con la que se conoció como “Carta de la Esclavitud”, dictada por la tercera Convención Nacional que se reunió en Quito, adicta a Flores, que la aprobó en diciembre de 1843.
(4) A dos de sus descendientes, sus nietos Juan Alfredo y Roberto Wright Aguirre, les cupo el honor de traer la primera pelota de fútbol al Ecuador, vía el puerto de Guayaquil. Con otros entusiastas, fundaron el primer club de fútbol del país, el 23 de abril de 1899.
(5) Flores volvió a la política nacional en 1860 convocado por García Moreno para ordenar el país cuando este homónimo de apellidos con Charly García (cuyo nombre completo es Carlos Alberto García Moreno) entró como una furia (pues las furias necesitan a los generales) y, una vez pacificado el país y triunfante el García Moreno de Guayaquil, el General Juan José Flores fue elegido Presidente de la Convención Nacional que dictó en abril de 1861 la séptima Constitución del país que él mismo contribuyó a fundar en 1830. (Esta fue la primera Constitución que eliminó el voto censitario para elegir –pues para ser elegido se mantuvo hasta la Constitución de 1884). Flores murió el 1 de octubre de 1864, tras derrotar por las armas y para el Gobierno de García Moreno a una insurrección en Machala y mientras se lo trasladaba desde allá a Guayaquil (vía marítima) para recibir atención médica.