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Jaime Mantilla (Naipe Centralista)

10 de julio de 2018


Mantilla tuvo un diario, “Hoy”, que cerró el 2014. Con fama tremenda de ser un Don Verga, este primo pobre de la señora que dijo la acertada frase “Quito sin burocracia se parecería a Machachi”, todavía no les paga a los extrabajadores de su quebrado diario.


Fascismo por "aporofobia"

18 de julio de 2017


De “Fascismo municipal” a su financista. El itinerario de un periodista.

 
Un periodista pudo cambiar, pero lo que se ha mantenido inalterable es el abuso contra los más pobres en Guayaquil. Como en el caso de estos 19 detenidos por la Fuerza Pública local aludidos en el artículo de Jijón, en ningún otro de los que se han reportado en decenas de años de abusos, jamás (o muy rara vez) se sabe de los nombres de los detenidos ni de las circunstancias de su detención, sus detalles particulares, nada. Desaparecen, casi literal.

(El periodismo de Guayaquil no solo es tan turro como para invisibilizar estos temas, sino que en un alarde de cinismo, diario El universo ha osado declararse defensor de “los derechos humanos”.)

La violencia contra los más pobres está invisibilizada en Guayaquil. Es como si este maltrato hacia ellos no existiera, o se lo tuvieran merecido. Una de las consecuencias de ser una ciudad aporofóbica.

Harry Sun en el Guayaquil de los pipones

22 de marzo de 2017


Harry Sun Soria Lamán, Alcalde de Guayaquil entre el 17 de mayo de 1991 y el 10 de agosto de 1992, despidió a 4.074 supuestos “pipones” del Municipio los días 19 y 27 de diciembre de 1991. En una entrevista concedida a diario Hoy, publicada el 28 de junio de 1992, Harry Sun defendió su accionar en los siguientes términos:

“Claro que se puede esgrimir que ha habido personas que no han estado inmersas en esta situación [que sean “pipones”], pero la medida era necesaria y racional para poder mantener la municipalidad de Guayaquil en un ambiente necesario, para la recuperación económica de la misma. Por eso es que no se han podido hacer obras, porque se han estado consumiendo 12 mil 222 millones de sucres anuales en pagar 4 mil 74 trabajadores que no estaban cumpliendo ninguna función específica” (1).

Por una parte, los “pipones” del Municipio se llevaban una porción importante del presupuesto a cambio de nada. Por otra, en esa misma entrevista, Harry Sun denunciaba la escasa “colaboración ciudadana”:

“…personas negativas contra la ciudad han mantenido una campaña en contra de que se paguen los impuestos prediales; esto es negativo para la ciudad. Piden que se hagan obras, pero ¿cómo vamos a haber obras si apenas han pagado el 20% en impuestos prediales? ¿Dónde está la colaboración ciudadana?” (2).

Harry Sun, secretario de la fundación del Dr. Sun. Fuente 

Así, a Guayaquil le daban poco, de lo cual le quitaban mucho, algunos que hacían menos que poco. Y en medio de todo este caos, Harry Sun viendo qué levantaba.

Este era Guayaquil a inicios de los noventa.

(1) Rechazo por reintegro de pipones’, Diario Hoy, 28 de junio de 1992.
(2) Al final de esta entrevista, el alcalde Soria Lamán antecedió (a su manera) al presidente Durán-Ballén en el uso de su célebre expresión: “Yo me voy a mantener en mi posición y no voy a ceder un paso atrás”.

Diario Hoy (Naipe Centralista)

30 de abril de 2016

Visión del 'Naipe Centralista'.

Diario Hoy, la inutilidad

19 de noviembre de 2013


Por fin respondió diario Hoy a mi reclamo presentado varias semanas atrás. (No les puedo enlazar la respuesta de su “defensora” porque ese diario es tan pesetero que todavía -se publicó en la edición del domingo- no la cuelga).

Que lo del defensor del lector funciona mal en diario Hoy es noticia vieja. Solo pensar que antes el defensor era Carlos Jijón da una idea de lo mal que estaba (por acá algunos artículos al respecto). La pobreza argumentativa de la señora Angulo solo ratifica ese antecedente; mereció de mi parte, la siguiente respuesta:


Con ese cronista y ese editor, lo realmente extraño en la defensora del lector habría sido una actitud independiente y una respuesta argumentada. Pero es el diario Hoy, nada más.

Hoy, es difícil "hacerse el gil"

23 de octubre de 2013


El día de hoy, diario Hoy publicó en su sección Buzón de Lectores una nota en la que decía que mi correo electrónico remitido a su defensora del lector el 20 de septiembre del 2013 “no llegó” a su bandeja de correo electrónico. Mi respuesta (clic para agrandar):
  

En todo caso, ahora que sí funciona la bandeja de correo de diario Hoy (?), Ana Angulo ha finalmente acusado recibo de mi queja por la "crónica" de Aguilar. Ha llegado el momento, entonces, de saber si Ana Angulo es realmente independiente o si es tradición del diario Hoy “hacerse el gil” con las cosas que le incomodan.

Avances en la queja al Hoy

22 de octubre de 2013



Este 20 de octubre, con ocasión de cumplirse el primer mes de haber presentado una queja ante la defensora del lector de diario Hoy, Ana Angulo, le envíe a esta funcionaria que tiene el encargo de velar “por los intereses de los lectores” (Manual de Estilo de diario Hoy, Párr. 10.13) un recordatorio de mi queja. Ana Angulo respondió lo siguiente:



Estimado señor Flores:



No he logrado identificar la llegada de su carta del pasado 20 de septiembre ni a mis correos ni al servidor de Hoy ni en las cartas en papel remitidas al diario en esa fecha (ya sea a mi nombre, del director, el director adjunto, el editor de opinión o algún otro editor del periódico). Por eso le ruego indicarme la forma en que la remitió para realizar la verificación correspondiente.



Saludos,



Ana Angulo



Le contesté enseguida:



Estimada señora Angulo:



Lo remití a la misma dirección electrónica en la que Ud. recibió el correo de ayer, que mereció su respuesta de esta mañana: a la dirección electrónica institucional del defensor del lector de diario Hoy (defensor@hoy.com.ec), el 20 de septiembre del 2013. En todo caso, mi queja enviada aquel entonces es exactamente la misma que se encuentra alojada en mi blog, cuyo enlace le copié ayer y le reitero en esta ocasión: http://xaflag.blogspot.com/2013/09/queja-ante-la-defensoria-del-lector-de.html



En este caso concreto, el diario Hoy se ha comprometido a ciertos estándares en la redacción de una crónica, según su Manual de Estilo, párrafo 4.6. En mi queja, fundamento que las alusiones a mí hechas en la crónica de Roberto Aguilar "Yasuní: la Asamblea cubre sus espaldas" fueron hechas "sin investigación, ni contexto, ni contraste", a contramano de responsabilidades básicas de la redacción periodística.



Espero que, dentro de sus competencias como defensora del lector de diario Hoy, se sirva conocer de esta queja sobre las alusiones personales a mí hechas y la redacción de las crónicas del periodista Roberto Aguilar.



Le hago expresión de mis mejores saludos,



Xavier Flores Aguirre



Si la defensora del lector compró tiempo con su respuesta no me es posible saberlo ni me interesa averiguarlo. Lo cierto es que tiene ya conocimiento de mi queja por la crónica de Roberto Aguilar y, con arreglo a sus competencias institucionales, deberá pronunciarse en breve.



Esta queja es un test sobre la independencia de Ana Angulo (supuestamente asegurada en el Manual de Estilo de diario Hoy, párrafo 10.1) pues el Director Adjunto de diario Hoy, José Hernández, ha hecho defensa pública del trabajo de Roberto Aguilar. A raíz de esta comunicación de la segunda vicepresidenta de la Asamblea Nacional, Marcela Aguiñaga, en la que criticó el trabajo de Aguilar en una crónica en la que ella fue aludida, la respuesta del director Hernández fue defender el trabajo de su cronista, sustentado en la afirmación de que la crónica reclama su “singularidad” y en la cita de un libro de Álex Grijelmo para apoyar su idea. Aguiñaga le contestó a Hernández en esta réplica, en la que lo acusa de irrespetar el propio Manual de Estilo del diario Hoy en aras de acuñar una “mentira descalificadora” y cita el mismo libro de Álex Grijelmo que usó Hernández (El estilo del periodista) para desvirtuar la cita por él hecha, con la advertencia de que es “cuestión de leer entero, Sr. Hernández”. Ante esta réplica, el director Hernández ha guardado silencio.



En todo caso, el escenario está planteado: Hernández, director del diario y jefe inmediato de Aguilar, ha defendido públicamente a su cronista; Angulo, defensora del lector, cuyo propósito institucional es velar “por los intereses de los lectores”, debe realizar una investigación para determinar si Aguilar satisfizo los estándares establecidos por el diario Hoy para la redacción de una crónica (Manual de Estilo, Párr. 4.6). La única forma que tiene Angulo para demostrar su independencia es a través de una argumentación prolija de las razones de su decisión.



Esto me conduce a postular unas ideas sobre el núcleo de mi queja a diario Hoy. Hay una idea generalizada en cierto periodismo de que no existe la verdad, sino solamente sus interpretaciones (lo que se “ve y oye”, que dijera el director Hernández). Ante esto, habría que recordar lo escrito por una excolega de Ana Angulo, la española Milagros Pérez Oliva, que fue defensora del lector de diario El País, en el artículo de despedida de su oficio como defensora. Dado que sus palabras atienden al núcleo de lo que está en debate en mi queja por la crónica de Aguilar, citaré en extenso su artículo Adiós, y mucha suerte:



Una visión cínica del periodismo sostiene que la verdad no existe. Que puede haber tantas verdades como interpretaciones de la realidad. Este planteamiento es una gran trampa. Creo que los periodistas hemos sido negligentes al descuidar la defensa de la verdad. Porque la verdad, en periodismo, existe. Al menos existe la verdad de los hechos, la verdad factual. Aquello que es cierto y es comprobable. (Énfasis agregado).



La verdad no es un compromiso entre sus diferentes versiones. Y, sin embargo, potentes aparatos de influencia saturan el espacio informativo con versiones y contraversiones destinadas a falsear la realidad. Más que informar, lo que hace este tipo de periodismo es desinformar. Porque la falsa neutralidad del periodismo de versiones otorga las mismas oportunidades a quien dice la verdad que a quien miente. Y porque la verdad incómoda tiene más dificultades para imponerse al ruido mediático creado para sepultarla.



Pérez Oliva luego se refiere al “periodismo interpretativo”:



La sociedad está saturada de información y la prensa trata de adaptarse a los nuevos requerimientos ofreciendo un periodismo más interpretativo. Pero la interpretación no puede ser una coartada para la deformación. Hemos de partir de los hechos para llegar a su interpretación y no al revés. El problema es que hay prácticas periodísticas que prescinden de los hechos o que los distorsionan hasta conseguir que coincidan con la versión que quieren imponer. Su objetivo es distorsionar la realidad, y si es posible, crearla. (Énfasis agregado.)



Desconfíen de quienes anteponen la interpretación a la demostración. El periodismo interpretativo debe basarse en hechos y datos comprobables. Y desconfíen también de aquellos textos que no hacen un esfuerzo suficiente para demostrarles cómo han llegado a la versión que sostienen. El periodismo de interpretación no puede ser la gran coartada para eludir, ignorar o sepultar la verdad. (Énfasis agregado.)



La exdefensora del diario El País cierra con unas palabras sobre el “periodismo de calidad” y un ruego:



(...) Por eso es tan importante que el periodismo de calidad respete siempre las formas. No solo ha de ser lo más factual y objetivo posible, sino que ha de demostrarlo. Explicitando las fuentes, detallando los datos, exponiendo lo que no ha podido averiguar; siendo honesto. (Énfasis agregado.)



Lo peor que puede pasar es que la ciudadanía crea que la única forma que tiene de hacerse con la verdad sea leer diversos medios de signo diferente. Porque la versión promedio no tiene por qué coincidir con la verdad. Los periodistas hemos de aspirar a que nuestros lectores tengan la confianza de que leyéndonos a nosotros, no necesitan ir a promediar con otras versiones. La democracia necesita medios de referencia independientes, creíbles y veraces, que resulten fiables para cualquier lector, independientemente de cuál sea su línea editorial.



(...) Permítanme, pues, que me despida de ustedes con un ruego: ¡Premien el buen periodismo! Ayúdenle a defender la verdad.



La defensora del lector de diario Hoy afirmaría su independencia con una decisión que ayude a “defender la verdad”, entendida la verdad en el oficio de periodista como una “verdad de los hechos, la verdad factual. Aquello que es cierto y comprobable”.



En el caso de la crónica de Roberto Aguilar por la que presenté mi queja a diario Hoy, el cronista actuó con fidelidad a los criterios expuestos por su jefe Hernández: Aguilar “oyó” de unos “asistentes” a la reunión que yo era el asesor que iba a redactar el informe; me definió como “rutilante estrella en ascenso” de GkillCity.com, publicación digital a la que asoció a un “periodismo contracultural y no huevadas”; “vio” que yo hundí mi cabeza en una tableta electrónica que él afirma que me acompaña “a todas partes” y que desatendí las comparecencias; informa que mi “jefa inmediata” es la segunda vicepresidenta de la Asamblea Nacional, Marcela Aguiñaga; “oyó” que en el pasillo yo instruía a un asambleísta sobre “los recovecos jurídicos del caso”, de donde asocia que lo que hago “es política contracultural y no huevadas”, en evidente alusión a mi participación en GkillCity.com (cuyo editor, por cierto, respondió a la crónica). Con estos escasos elementos circunstanciales, Roberto Aguilar construye ideas sobre mí, que “prescinden de los hechos o que los distorsionan hasta conseguir que coincidan con la versión que quieren imponer”.



Como expuse en mi queja, si Aguilar hubiera utilizado “hechos” para demostrar su idea, debería haber investigado cuáles “hechos” de mi actuación en GkillCity.com se encuentran en contradicción con mi intervención en el informe del que él me atribuye su redacción. Si hubiera ido más allá de su opinión que me asocia tan gratuita como negativamente a GkillCity.com, e investigaba un poco, habría constatado que en ninguno de mis artículos publicados en GkillCity.com me he referido al asunto materia del informe (esto es, a la explotación petrolera del Yasuní) y que en ninguno de ellos consta opinión alguna que contradiga la posibilidad de explotar el petróleo en el Yasuní, o la explotación petrolera en general. Si Aguilar hubiera indagado lo mínimo indispensable en busca de “hechos” (Google.com) habría encontrado de inmediato artículos míos que contradicen su interpretación, en los que critico la propuesta “ecólatra” de la intangibilidad de la naturaleza (“Naturaleza y ecolatría”, “Naturaleza y Tico Tico”), e incluso una entrevista en diario Hoy, en la que me refiero críticamente a la idea jurídica de “derechos de la naturaleza”. Aguilar nunca tuvo la intención de demostrar algo (no hubiera podido: los “hechos” lo contradicen) sino solamente la de interpretar cosas en función de la “versión que qui(so) imponer”.



La regla de oro enunciada en su despedida por Pérez Oliva es: “Desconfíen de quienes anteponen la interpretación a la demostración. El periodismo interpretativo debe basarse en hechos y datos comprobables. Y desconfíen también de aquellos textos que no hacen un esfuerzo suficiente para demostrarles cómo han llegado a la versión que sostienen. Ninguna de las afirmaciones de Aguilar sobre mí se basan en “hechos y datos comprobables”. Alguna es tan ridícula, como aquella de ser una “estrella en ascenso” de GkillCity.com, cuando en la segunda mitad de la existencia de dicha publicación digital (61 de 122 ediciones) he escrito solamente cuatro artículos en ella. Otra de análoga ridiculez es cuando afirma que mi tableta electrónica la llevo “a todas partes”, mera hipótesis que, además, resulta falsa; o cuando afirmó que desatendí a las comparecencias, cuando lo que hacía era revisar información en función de mi trabajo. Los supuestos “hechos” sobre los que basa su opinión es lo que “oyó” de unos “asistentes” a la reunión (había casi un centenar de personas presentes), lo que “oyó” al pasar por el pasillo y lo que “vio” que yo hacía con mi tableta electrónica. Ninguno de estos “hechos y datos” (de una altísima subjetividad para su interpretación, pero plenamente autorizados por su jefe Hernández) son “comprobables”. Son opiniones personales (“rutilante estrella”) o meras hipótesis (“se pierde en la contemplación del ciberespacio”) que no representan “esfuerzo suficiente” para demostrar nada, como no sea la mala fe de su autor.



Si Aguilar hubiera estado interesado en realizar un “esfuerzo suficiente” para demostrar las razones de su interpretación, habría hecho un trabajo “explicitando las fuentes, detallando los datos, exponiendo lo que no ha podido averiguar; siendo honesto”. Pero ese no fue el propósito de Aguilar. Nunca explicitó las fuentes (¿quiénes son los “asistentes” que le informan, de entre casi el centenar que había entre público, asesores, asambleístas, etc.?), ni detalló los datos (porque no los buscó, le bastó “ver y oír”) ni expuso lo que no había podido averiguar, porque no le interesó nunca averiguarlo: habiendo estado a pocos pasos de distancia uno de otro, conociéndonos personalmente y habiendo incluso saludado en la reunión, Aguilar nunca se interesó en conocer mi punto de vista sobre la explotación petrolera o sobre mi rol en GkillCity.com, de los que escribiría después. A Roberto Aguilar no le preocupó informarse para interpretar, sino interpretar para hacer coincidir sus opiniones e hipótesis “con la versión que qui(so) imponer”.



El párrafo 4.6 del Manual de Estilo de diario Hoy dispone:



... la crónica se caracteriza porque puede estar presente en ella cierta interpretación del periodista, con los correspondientes razonamientos o explicaciones, pero sin que el periodista solo exprese opiniones personales o meras hipótesis. (El énfasis es del original.)



Como se ha visto, Aguilar no ofreció ni razonamientos ni explicaciones; ofreció únicamente opiniones personales o meras hipótesis, que lo único que podrían demostrar es la mala fe con la que se condujo para la redacción de su supuesta “crónica”.



Ojalá la defensora del lector Ana Angulo haga caso de su excolega y se anime a “defender la verdad”: eso sería, sin duda, velar “por los intereses de los lectores”. Es su turno de intervenir.

Lo que se entiende por "crónica"

26 de septiembre de 2013


En el Manual de Estilo de diario El País:

La crónica es un estilo situado a medio camino entre la noticia, la opinión y el reportaje. Puede emplearse el estilo de crónica cuando se trate de informaciones amplias escritas por especialistas del periódico en la materia de que se trate, corresponsales en el extranjero, enviados especiales a un acontecimiento o comentaristas deportivos, taurinos o artísticos. La crónica debe contener elementos noticiosos será titulada por regla general como una información y puede incluir análisis (y, por tanto, cierta opinión o interpretación). El autor debe, no obstante, explicar y razonar las interpretaciones que exprese, y construir su texto de modo que la información prime sobre la interpretación. No es tolerable, en cambio, la coletilla que refleja opiniones personales o hipótesis aventuradas. Las exigencias informativas de rigor y edición en una crónica son asimilables a las indicadas en el apartado de Noticias”.

En la opinión del director adjunto de diario Hoy, José Hernández:

Y es una crónica lo que hizo Diario HOY. Es decir -y para definirla en forma sucinta- es el relato detallado de lo que un periodista ve y oye en un lugar determinado. La crónica no es un género que tenga que someterse a todo aquello que anota Miguel Carvajal en su carta. Para eso están, por ejemplo, las noticias y los informes. La crónica es un género en el cual se recomponen hechos pero -a diferencia de una noticia seca- se incluye la mirada y el estilo de quien la escribe. En cualquier manual de periodismo Miguel Carvajal puede encontrar huellas de esta definición....”.

Mientras que para el libro de estilo de diario El País, una crónica debe “explicar y razonar las interpretaciones que exprese, y construir su texto de modo que la información prime sobre la interpretación”, para el director adjunto de diario Hoy una crónica es simplemente lo que “un periodista ve y oye”. Mientras que para el libro de estilo de diario El País, en una crónica no se considera tolerable “la coletilla que refleja opiniones personales o hipótesis aventuradas”, para el director adjunto de diario Hoy en la crónica “se incluye la mirada y el estilo de quien la escribe”. Mientras para el libro de estilo de diario El País, una crónica tiene “exigencias de rigor y edición (que) son asimilables a las indicadas en el apartado de Noticias”, para el director adjunto de diario Hoy, una crónica es distinta a “las noticias y los informes”. Mientras para un diario que se toma en serio su oficio, una crónica es un producto periodístico preciso y riguroso en la difusión de información y en el fundamento de sus opiniones, para el diario Hoy, una crónica es el reino de la subjetividad.

Según José Hernández, “en cualquier manual de periodismo (se) puede encontrar huellas de esta definición”. El Manual de Estilo de diario El País le prueba a Hernández que su afirmación es errónea.

Por eso, las crónicas en plan autista de Roberto Aguilar.

Queja ante la Defensoría del Lector de diario Hoy

20 de septiembre de 2013


Quito, 20 de septiembre del 2013

Ana Angulo Benavides
Defensora del Lector
Diario Hoy

De mis consideraciones:

Le hago llegar esta queja porque creo en la alta responsabilidad de las palabras que se utilizan en un texto periodístico y porque siempre he tenido gran aprecio por el estilo de Roberto Aguilar (que no necesariamente lo tengo por sus argumentos -pero el principio de toda lectura, en lo que a mí respecta, es el placer). En el diario del cual Ud. es defensora del lector con el declarado propósito de “contribuir a mejorar la precisión” y hacer cumplir “los valores de estilo y ética del periódico”, se publicó este domingo 15 la crónica Yasuní: la Asamblea cubre sus espaldas, de autoría de Aguilar. En ella se alude a mi trabajo como asesor en la Segunda Vicepresidencia de la Asamblea Nacional, dentro del cual se me encargó el contribuir (en conjunto con asesores y asambleístas, como corresponde) en la redacción del informe para primer debate del Pleno de la Asamblea Nacional que la Comisión de Biodiversidad y Recursos Naturales preparó sobre la declaratoria de interés nacional por la explotación de los bloques 31 y 43 dentro del parque nacional Yasuní. Ese es el trabajo típico de un asesor: ofrecer fundamentadas opiniones en los asuntos que se le consulten. No hay, por supuesto, nada ilegítimo, ni ilegal, ni reprochable en ello.

Lo que me motiva a redactar esta queja es la imprecisa y tendenciosa asociación que Aguilar realiza entre mi trabajo profesional y mi participación en el colectivo de comunicación digital GkillCity.com. Aguilar asocia gratuitamente mi rol de asesor con unas palabras vinculadas a GkillCity.com: “periodismo contracultural y no huevadas” (de hecho, la frase completa es: “Periodismo contracultural hecho desde la ciudadanía. ¡Esto es GkillCity, no huevadas!”). Esta asociación tendría sentido si mi rol como asesor legislativo estuviera en conflicto con mis opiniones vertidas en GkillCity.com sobre la explotación de campos petroleros situados en el parque nacional Yasuní. Pero no es el caso: en ninguno de mis artículos he hecho referencia a ello. De hecho, si Aguilar habría investigado mínimamente mi opinión en esta materia (con una simple búsqueda en Google, por ejemplo) se encontraría con artículos de mi autoría (Naturaleza y Tico Tico publicado en diario El Universo el 3 de mayo del 2008 y consignado en mi blog personal; Naturaleza y ecolatría, publicado en mi blog personal el 25 de enero del 2009) o con una entrevista realizada por el propio diario Hoy (¿es la naturaleza un sujeto de derechos?, publicada el 8 de junio del 2008) en los que he criticado la “ecolatría” y he defendido la postura de que en materia de protección ambiental no es cuestión de “no intervenir de ninguna manera en la naturaleza (ecólatra aspiración de algunos) sino de intervenir en ella de manera responsable”. Nada en el ámbito del derecho autoriza el socorrido falso dilema de “explotación mala/no explotación buena” (tan en boga en ciertos fundamentalistas/oportunistas) porque nada en el ámbito del derecho prohíbe la explotación estatal de recursos naturales: ni la Constitución, ni los instrumentos internacionales, ni la jurisprudencia internacional la prohíben, ni dentro ni fuera de las tierras de pueblos indígenas. De hecho, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam, expresó claramente que no puede interpretarse la Convención Americana “de manera que impida al Estado emitir cualquier tipo de concesión para la exploración o extracción de recursos naturales” (Párr. 127). Tampoco en materia de pueblos en aislamiento voluntario existe semejante prohibición: en las Directrices de Protección elaboradas por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, se lee claramente que “en caso de ubicarse un recurso natural susceptible de aprovechamiento, se deberá armonizar los derechos territoriales de los pueblos indígenas con las necesidades públicas de los Estados” (Párr. 42). Mi postura en esta materia es congruente con las obligaciones internacionales del Estado y fue en este sentido en que ofrecí mi opinión fundamentada a quienes me la consultaron. Con Roberto Aguilar saludamos precisamente en aquella sesión de la Comisión de Biodiversidad que él reseñó en su crónica. Si hubiera querido conocer mi postura como asesor, puesto que iba a escribir sobre ella, pudo habérmela preguntado y repreguntado en aquella ocasión. Le habría comentado en detalle mi punto de vista, sin ningún problema.

Pero no. El método empleado por Aguilar para la redacción de su crónica fue su recurrente práctica falaz de tomar la parte por el todo. En la crónica a la que aludo, lo hizo en cosas triviales, como cuando dice que mi Ipad me “acompaña a todas partes” cuando, en realidad, rara vez lo utilizo; también en cosas relevantes, como cuando asocia al desempeño profesional de uno de los integrantes de GkillCity.com el trabajo de todo un colectivo en el que participan decenas de personas (le recomiendo leer la respuesta del editor de GkillCity.com, publicada en la edición No 117). Pero lo más penoso de la crónica de Aguilar es su uso de datos meramente circunstanciales (como el que tengo una tableta electrónica o el que sostengo una conversación con un asambleísta, por ejemplo) para intentar una descalificación. Lo de fondo en su relato es juzgar incompatible el trabajo en el sector público y la pertenencia a GkillCity.com, como si existiera una necesaria contradicción en ello. De nuevo, una falacia de falso dilema, escenario favorito de la renuncia a pensar. Su puesta en práctica rara vez es inocente: en este escenario simplón que representa Aguilar, de un lado se encuentran los “malos” del servicio público versus todos los “buenos” que se le oponen. Lo que antes era el falso dilema “explotación mala/no explotación buena”, Aguilar lo traduce en “servicio público malo/sociedad civil buena”. Lo realmente peligroso y turro del falso dilema es que polariza los discursos y envenena el pozo (una variante brutal de las falacias ad-hominen) de quien sostenga un discurso contrario al suyo. Es el sitio más cómodo para el fundamentalismo, sea religioso, económico, ecológico, o de cualquier otra laya.

Nuevamente, si Aguilar se habría molestado en investigar sobre su falso dilema (pudiendo fácilmente hacerlo: caminando unos pasos o buscando en Google) habría encontrado que desde que empecé mi desempeño como asesor en la Asamblea Nacional he publicado dos artículos en GkillCity.com (Pescaditos del 3 de junio y Periodismo y discriminación del 17 de junio) y que ninguno de ellos tenía una relación directa con mi rol de asesor (si lo hubiera tenido, por cierto, no habría dudado en consignarlo). Creo que por la pobreza de sus ideas, su falta de precisión y las falacias constatadas en su texto, Aguilar ha incumplido con básicos estándares éticos en la redacción de una nota periodística y este hecho merece discusión en el espacio que diario Hoy le ha conferido a Ud. como defensora del lector. Le puede servir como referente para orientar a sus lectores y al “cronista” en cuestión, el artículo Los hechos de la vida de Tomás Eloy Martínez, sobre la responsabilidad que tiene un redactor de escribir con claridad, de trabajar con archivos y de verificar cada uno de los datos que exponga en su crónica. En su alusión a mí hecha en su publicación dominical, Aguilar actuó a contramano de estas responsabilidades: sin investigación, ni contexto, ni contraste. Con un texto lleno de falacias, lógica consecuencia de perpetrar una “crónica” permaneciendo inmóvil con un cuaderno, en plan autista.

A pesar de su pobreza argumentativa, reitero mi aprecio por el estilo de Aguilar. Tuve ocasión de decírselo personalmente, una vez que me lo encontré en un medio de propiedad estatal en circunstancias en que él dictaba, creo, una capacitación al personal. Porque también Roberto Aguilar ha trabajado para el sector público. Lo cual, por supuesto, no lo descalifica ni a él ni a nadie.

Espero la publicación de su pronto y razonado análisis. Reciba Ud. mis mejores saludos.

Muy atentamente,

Xavier Flores Aguirre

Defensora del lector (diario Hoy)

17 de agosto de 2009

El diario Hoy es el único (sí, el único) medio de comunicación de la prensa escrita del Ecuador que tiene una Defensoría del Lector. Que además la tiene desde 1994 y de la que sería interesante que se realice un estudio que analice el origen y el desarrollo de esta institución durante los 15 años de esta experiencia única en su género para este país. Y sobre la que, valga decirlo, hace diez precisos días anunció su renovación con la entrada de Ana Karina López en reemplazo de Carlos Jijón.


Valga precisar que el trabajo de Carlos Jijón como defensor del lector recibió críticas como las que se expresaron en estos dos artículos de Fernando Checa Montúfar (De defensor del lector a defensor de sí mismo y Mariam Sabaté y el defensor del lector) y en este artículo de su propio compañero de página editorial del diario Hoy, Carlos Arcos Cabrera (¿Defensor del lector?). Yo no seguí el trabajo de Jijón como defensor del lector, con lo cual no me siento en la capacidad de emitir un juicio de valor crítico de su trayectoria en esa institución; sin embargo, los artículos de Checa y Arcos parecen postular argumentos tan críticos como sólidos sobre un irregular desempeño. En todo caso, diario Hoy alega que renueva la Defensoría del Lector porque “lo exigen los estatutos internos” (a los que los lectores no tenemos acceso, valga aclararlo) y en su reemplazo nombra a Ana Karina López, quien, de bote pronto, no ejercerá el doble rol de articulista de opinión y de defensor del lector que tanto pareció complicarle su trabajo a Jijón. Sus dos primeras columnas como defensora del lector (supongo, pero no lo sé a ciencia cierta, que es la primera mujer en ocupar ese cargo) se titularon “No hay novedad revolucionaria” (9 de agosto) y “Construyamos ciudadanía” (16 de agosto). Allí están, para someterlas a juicio crítico si les apetece.


A manera de contexto para emitir juicios críticos sobre las defensorías del lector, preciso que esta institución existe en decenas de diarios, algunos de ellos muy prestigiosos como The New York Times, The Washington Post, Le Monde, The Guardian o Folha de São Paulo, así como en países tan disímiles como Colombia, Estonia y Turquía. La Defensoría del lector del diario El País (el que suele funcionar como referencia para América latina en esta materia) la dirige también una mujer, Milagros Pérez Oliva y tiene su propio enlace de Internet (lo que no tiene el diario Hoy y lo que sería muy sencillo de implementar para seguir sus columnas). Finalmente, existe una organización mundial que agrupa a las defensorías del lector (la Organization of News Ombudsmen) cuyos miembros pueden observarse en esta lista (el diario Hoy no pertenece a la misma) y que ofrece estos artículos (en inglés) para entender el complejo trabajo de las defensorías del lector.


Foto: cortesía de Denise Nader.