Geografía e institucionalidad

24 de junio de 2022

 

Publicado el 24 de junio de 2022 en diario Expreso.

 

En el siglo XVI la Corona de Castilla especializó sus dominios americanos en actividades productivas, según las posibilidades de su geografía. En América del Sur, por ejemplo, mientras que en los territorios de los actuales Perú y Bolivia se desarrollaron numerosos enclaves mineros, el territorio que ahora es el Ecuador se especializó en la producción agraria para el consumo interno y en la producción de tejidos para el mercado andino. La economía minera requirió mantener la producción de la hoja de coca para sus explotados indígenas, mientras que la economía agraria y obrajera no. Por esta diferencia, Perú y Bolivia (en conjunto con Colombia) han sido los mayores productores de cocaína del mundo, mientras que el pequeño Ecuador era un actor marginal del negocio del narcotráfico.

 

Hasta que lo metieron al baile, en los años noventa. Aquí entra en juego la institucionalidad del Estado. Y también el rol de los Estados Unidos de América, a cuyas instancias el Ecuador en septiembre de 1990, durante el gobierno del Presidente Rodrigo Borja, adoptó una ley de drogas (la Ley 108). El resultado de la aplicación de esta ley violatoria de las garantías judiciales fue el hacinamiento en las cárceles y la creación de un sistema corrupto, pues como lo explicó la experta Sandra Edwards, para obtener los fondos que el gobierno de los Estados Unidos asignaba al Ecuador por combatir el narcotráfico, ‘Ecuador debía comprometerse con el juego de los números: más personas en la cárcel y más acusados por delitos relacionados con drogas. […] A cambio de continuar recibiendo la asistencia económica, su trabajo consistiría en detener a tantas personas como fuera posible bajo la Ley 108’. Así, la institucionalidad se pervirtió: casos como Tibi, Chaparro Álvarez y otro y Herrera Espinoza y otros, resueltos por la Corte Interamericana en contra del Ecuador, son un testimonio de ello.

 

La institucionalidad del Ecuador siempre ha sido débil y su población usualmente ha desconfiado de ella (no es culpable, el Estado siempre decepciona). Pero en estos últimos cinco años ha ocurrido, so pretexto de una vendetta política, el persistente debilitamiento de la institucionalidad por la eliminación de instituciones, el despido de empleados y la disminución de presupuestos. Y, concomitante a este debilitamiento de la institucionalidad (que quiere decir: de la capacidad de control del Estado), el golpe brutal, asesino, de otro agente externo: los cárteles de México. Y de grupos criminales de Colombia, Albania, Italia, Brasil, etc., al punto que según la publicación Insight Crime, al Ecuador se lo conoce como las ‘Naciones Unidas’ del crimen organizado. Así, de casi no pintar nada a ser un hub internacional: en treinta y pocos años, descendimos a los infiernos.

 

A día de hoy, el Ecuador tiene una geografía favorable al negocio del narcotráfico: una enorme línea costera, muchos puertos. Y tiene una economía dolarizada, una prohibición de extraditar y una institucionalidad muy permeable a los incentivos del crimen organizado, además de una Fuerza Pública que no está en capacidad de resistir el embate de los cárteles. Es un país en caída libre.

 

Los tiempos cambiaron, desde los años noventa. Y no cambiaron para bien.

Lasso, el banquero

22 de junio de 2022


Leyendo la autobiografía del Premio Nobel de Economía Amartya Sen, encontré este sentido elogio del pensamiento del viejo Marx:

 

‘Su reveladora distinción entre el «principio de no explotación» (mediante el pago acorde con el trabajo, en línea con la contabilidad establecida por su versión de la teoría del valor-trabajo) y el «principio de necesidad» (disponer de los pagos en función de las necesidades de las personas, no de su trabajo y productividad) era una potente lección de pensamiento radical’ (1).

 

El capitalismo tiene una lógica distinta a los principios marxistas, pues la suya es una lógica de la acumulación. Su lema bien podría ser ‘greed is good’ (la codicia es buena). Los capitalistas no buscan satisfacer las necesidades de la gente, como quería Marx. Ellos buscan la producción a bajo costo y obtener una alta rentabilidad (su ejemplo extremo, este imbécil).

 

Los banqueros son los capitalistas par excellence. Ellos están acostumbrados a acumular dinero y a mandar. En esencia, sus preocupaciones no son humanas, son contables.

 

Guillermo Lasso es un banquero acostumbrado a acumular dinero y a mandar. Una vez Presidente, él quiso aplicar su fórmula de administración privada a la administración pública de un país pobre, desigual, que desconfía de su institucionalidad y que es propenso a la violencia. Y este país, desatendido en sus necesidades (sin salud, sin educación, sin seguridad como no sea para la represión de los pobres) le terminó por explotar en la cara.

 

(1) Sen, Amartya, ‘Un hogar en el mundo. Memorias.’, Taurus, Bogotá, 2021, p. 254. A página siguiente, Sen pone un ejemplo del triunfo del principio marxista de necesidad: ‘Por ejemplo, el Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés), que se introdujo en Gran Bretaña en 1948 y que alcanzó su plena funcionalidad poco antes de mi llegada al país, fue un heroico e innovador intento de implementar un componente crucial del principio de necesidad, en cuanto a la atención sanitaria se refería. Como dijo el creador y defensor a ultranza del NHS, Aneurin Bevan, que había estudiado la obra de Marx como alumno del Central Labour College de Londres: «Ninguna sociedad se puede denominar legítimamente civilizada si niega cuidados médicos a una persona a causa de su falta de medios económicos». Exactamente en las antípodas del imbécil. Corolario: En el Ecuador, donde el servicio de salud no sirve a la gente porque es corrupto e ineficaz, no merecemos llamarnos «civilizados».

Entre revoluciones

17 de junio de 2022

 

Publicado el 17 de junio de 2022 en diario Expreso.

 

La revolución Juliana produjo un gran cambio institucional y originó el mayor período de inestabilidad política en la historia de un país siempre convulsionado por guerras civiles, revoluciones y golpes de Estado. Hasta la llegada de la Juliana en 1925, el Ecuador había conocido el período más largo de estabilidad en sus 95 años de historia como Estado independiente, con la sucesión de tres gobiernos que entre 1912 y 1924 concluyeron sus períodos de cuatro años (los del general Leonidas Plaza, Alfredo Baquerizo y José Luis Tamayo). Tras la revolución Juliana, el Ecuador no volvió a tener un Presidente que concluyó su período de gobierno hasta Galo Plaza (1948-1952, hijo del general Leonidas).

 

El gran cambio que se instituyó en la Constitución de 1929 fue romper con la tradición presidencialista constante en las doce Constituciones precedentes y crear un gobierno semi-parlamentario en el Ecuador. Por esta Constitución, al Poder Legislativo se le otorgaron facultades que el historiador Pareja Diezcanseco calificó de omnímodas y que describió así: ‘cualquier legislador podía individualmente interpelar a los ministros de Estado […] y pedir su censura y el voto de desconfianza, que podía ser extendido, en la misma sesión, a todo el gabinete. Esto equivalía a obligar al presidente a la designación de ministros que merecieran la simpatía de la legislatura’.

 

El saldo de esta novedad fue que ninguno de los tres Presidentes del Ecuador elegidos por el pueblo durante la vigencia de la Constitución de 1929 (Bonifaz, Martínez, Velasco) concluyeron su período. Neptalí Bonifaz ni siquiera pudo iniciarlo, pues en agosto de 1932 el Legislativo lo descalificó por peruano, hecho que ocasionó una guerra civil que se recuerda como ‘la guerra de los cuatro días’ y que costó alrededor de 2.000 muertos. Juan de Dios Martínez Mera sintió la potencia del régimen semi-parlamentario: destituyeron a su gabinete de Ministros hasta por vicio. (Una figura descollante emergió de esta arremetida de los diputados contra el Presidente y su gabinete: el intelectual quiteño José María Velasco Ibarra.) Finalmente, el Legislativo decidió la destitución del Presidente Martínez en octubre de 1933.

 

Velasco Ibarra aprovechó su popularidad por la demolición de Martínez para candidatizarse a Presidente e inaugurar la política de masas en el atribulado Ecuador. Él triunfó en las elecciones de diciembre de 1933 y empezó a gobernar el 1 de septiembre de 1934 en la que fue la primera de sus cinco Presidencias. No duró ni un año en el ejercicio del poder y cayó el 20 de agosto de 1935 precisamente por querer escapar del imperio de la Constitución de 1929: quiso declararse dictador y las tropas no lo apoyaron. De este fracaso surgió su célebre frase: ‘Me precipité sobre las bayonetas’.

 

Después el país cayó en manos de dictaduras y breves gobiernos civiles de encargo. En este período fue desconocida la Constitución de 1929. La siguiente elección popular en 1940 se rigió por la Constitución de 1906 y el Presidente elegido, Arroyo del Río, tampoco concluyó su período. Lo interrumpió el 28 de mayo de 1944 otra revolución, que inició un nuevo momento de la historia política del Ecuador y a la que se recuerda como ‘Gloriosa’.

La muerte de Estrada

10 de junio de 2022

 

Publicado el 10 de junio de 2022 en diario Expreso.

 

La muerte del Presidente Constitucional Emilio Estrada el 21 de diciembre de 1911, por un ataque cardíaco, desencadenó la violencia en el Ecuador. A raíz de su muerte, los rebeldes alfaristas disputaron el poder al gobierno de Carlos Freile, Encargado del Poder. Los rebeldes tenían en el exPresidente, general Eloy Alfaro, a su líder máximo. Las fuerzas del gobierno tenían como su comandante al también exPresidente, general Leonidas Plaza. Las tropas se enfrentaron bravo en Huigra, Naranjito, Yaguachi. El número de muertos, en enero de 1912, ascendió a unos 3.000. Un nivel de violencia muy alto, incluso para un país acostumbrado a la imposición por la fuerza como el Ecuador.

 

Eloy Alfaro nunca ganó una elección popular. Siempre se impuso por la fuerza y usó el mismo procedimiento de siempre, es decir, pasar de Jefe Supremo a Presidente Constitucional por un abracadabra de una Convención Constitucional por el líder de turno convocada (antes que él: Rocafuerte, Noboa, Urbina, García Moreno -en dos ocasiones- y Veintimilla). Así lo hizo Alfaro por dos ocasiones: en la revolución de 1895 que desembocó en la Constitución de 1897 y en el golpe de Estado de enero de 1906 que desembocó en la Constitución de 1906. Y pudo ocurrir una imposición por la fuerza por tercera vez, con ocasión de la muerte de Estrada. Pero esta vez vencieron las fuerzas del gobierno, dirigidas por los generales Leonidas Plaza y Julio Andrade.

 

Alfaro modernizó el Ecuador cuando unió a la capital y a su puerto con el ferrocarril en junio de 1908. Ni cuatro años después, el 28 de enero de 1912, a Eloy Alfaro se lo trasladó en el ferrocarril a una muerte segura y brutal en una cárcel de Quito. En una ciudad conservadora, el líder costeño y liberal, el ‘indio’ Alfaro, fue tratado con particular saña: su cadáver fue humillado, arrastrado por las calles e incinerado en un parque. Fue la revancha de Quito por liberalizar un país, concentrada en seis chivos expiatorios: además de Eloy Alfaro y su hermano Medardo y su sobrino Flavio, Ulpiano Páez, Manuel Serrano y Luciano Coral.

 

Muerto el general Alfaro, había que dilucidar si el poder quedaba en Plaza o en Andrade. Esto también se resolvió por la muerte. El 5 de marzo de 1912, en la toma de un cuartel de policía en un golpe de Estado orquestado por el general Plaza, una bala (supuestamente) perdida lo mató al general Andrade de contado. La bala le dio en el corazón.

 

Muertos los generales Alfaro y Andrade, se cambió al Encargado del Poder por uno adicto al general sobreviviente, se convocó a elecciones y ganó largo el general Plaza. La premisa de su victoria era que quien organiza las elecciones, las gana. Obtuvo el 97.7% de los votos.

 

Así, la muerte accidental del Presidente Estrada, a raíz de la cual se convulsionó un país causando miles de muertes violentas, incluida la del máximo líder liberal, desembocó en la segunda Presidencia Constitucional del general Plaza y en el inicio de un inédito período de estabilidad política (la sucesión de tres gobiernos concluidos: Leonidas Plaza, Alfredo Baquerizo y José Luis Tamayo) que se clausuró en 1925 por un nuevo golpe de Estado, en un episodio que tomó su nombre del mes en que ocurrió: la revolución Juliana.

Caso Herrera Espinoza y otros vs. Ecuador

3 de junio de 2022


Publicado en diario Expreso el 3 de junio de 2022.

 

Una conclusión perversa del Caso Herrera Espinoza y otros vs. Ecuador, resuelto el 1 de septiembre de 2016 por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, es que resulta mejor desconfiar del sistema penal del Estado del Ecuador. Y, en la medida de lo posible, huir.

 

El martes 2 agosto de 1994 la Policía Anti-Narcóticos detuvo a cuatro extranjeros en el barrio La Mariscal, en Quito. Dos colombianos, un español, y el restante, francés o español. Dos de ellos, el colombiano Jorge Herrera y el francés o español Emmanuel Cano, fugaron de prisión. El primero lo hizo el 15 de diciembre de 1994, él pasó 135 días detenido. El segundo, el 12 de mayo de 1995, pasó 283 días detenido. Quedaron presos el otro colombiano, Luis Alfonso Jaramillo, y el español Eusebio Revelles.

 

El colombiano Jaramillo confió menos en el sistema penal del Ecuador: ésa fue su gran ventaja. El 14 de junio de 1996, un juez les dictó a Jaramillo y a Revelles un auto de llamamiento a juicio plenario. Jaramillo decidió no apelar dicho auto, mientras que Revelles decidió apelarlo. Por no haber apelado, Jaramillo recibió sentencia condenatoria y, dado el tiempo que llevaba preso, salió en libertad el 4 de agosto de 1997. Pasó 1.098 días en prisión. Por haber apelado, a Revelles el trámite de su apelación lo demoró hasta el 18 de noviembre de 1997 y sólo para conocer su rechazo. A estas alturas, Revelles era el último de los detenidos del operativo del 2 de agosto de 1994.

 

El 1 de abril de 1998, el Tribunal Segundo de lo Penal de Pichincha condenó a Revelles a 6 años de prisión como cómplice del delito de tráfico de cocaína. Por unas rebajas a su condena, Revelles salió en libertad el 4 de diciembre de 1998. Pasó en total 1.585 días detenido (casi 500 días más que Jaramillo). Confiar en las posibilidades del sistema penal ecuatoriano le pesó.

 

Cuando los cuatro extranjeros estaban detenidos, la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (CEDHU) presentó una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuyo trámite concluyó en la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Herrera Espinoza y otros vs. Ecuador. La Corte condenó al Estado del Ecuador por la detención abusiva de los cuatro extranjeros el 2 de agosto de 1994, por su tortura durante la investigación policial, por la prisión preventiva arbitraria a la que fueron sometidos y por la omisión de conducirlos de forma inmediata ante juez o autoridad competente. La Corte ordenó una compensación económica para los cuatro extranjeros.

 

Una vez que escaparon de las garras del Estado, ni de Herrera, ni de Cano, ni de Jaramillo se volvió a tener noticias. El español Revelles fue el único de los cuatro que recibió la compensación económica ordenada por la Corte Interamericana. La Corte ordenó que el Estado ecuatoriano le pague 80.000 dólares, más otros 10.000 dólares en razón de costas y gastos.

 

La ventaja de huir: dadas las condiciones carcelarias del Ecuador, creo que si a Revelles le fuera dado volver en el tiempo y fugarse de la cárcel a los 135 días (como hizo el colombiano Herrera Espinoza) o llegar a obtener una sentencia de la Corte Interamericana y 90.000 dólares, el español escogería, sin dudarlo, lo primero.