En marzo de 2006, en Santiago de Chile, Tati Rein colocó un disco de Calamaro en el reproductor de música de su coche. Yo la miré concara de Calamaro no existís Calamaro e iniciamos (nunca fuimos ajenos a estos incordios) una breve disputa sobre su valía musical (y terminamos poniendo, creo recordar, la Bersuit… A quienes vimos poco después con ocasión de las fiestas del centenario de la FECH). Este Calamaro tiene un aspecto juvenil, como una suerte de díscolo primo mayor, tóxico y buena onda; a pesar de esa aparente juventud tiene tres décadas y 30 discos en su oficio. De tiempos lejanos de Los Abuelos de la Nada (cuyo “hace frío y estoy lejos de casa”, fue mi soundtrack cuando anduve de mochilero en Bolivia en el 2000), de tiempos festivos de Los Rodríguez, de tiempos de solista en los que, admito, me aburre un poco porque tengo la impresión de que se repite y no se juega la boca, con el agravante de padecer una cierta tendencia al show off (como sucede en aquel libro Tirados en el Pasto que escribió a dos manos con Alejandro Rozitchner, suerte de compendio de filosofía espontánea grabada de sus conversaciones de viaje que conseguí hace años en Buenos Aires –mi ex Libris enuncia que el 14 de febrero de 2003- y que lo compré porque parecía tan prometedor y cuya lectura me reveló un bodrio). Así, a pesar de que Calamaro hace mucho, canta rock, tango y etcétera, a mí me queda la impresión de que lo suyo son, en general, variaciones sobre un mismo tema.
Y sin embargo, sin embargo… Calamaro tiene gracia, tiene mucha gracia. De cuando en vez (porque si lo repito mucho me provoca hastío) disfruto mucho de escucharlo (tengo mucha de su discografía) y no fue hace mucho, en abril de este año, que una de sus canciones fue mi soundtrack en Memphis, cuando me aprestaba a visitar Graceland (adivinan: Elvis está vivo, track 10 de Alta Suciedad). Calamaro, admito, es incapaz de maravillarme pero tiene la suficiente gracia y buena onda para provocarme un muy buen rato. Como seguramente lo hará esta noche en Quito, 20h00. Hará frío y estaré 400 kilómetros lejos de casa: Calamaro estará en el ambiente y vendrá bien.
Y sin embargo, sin embargo… Calamaro tiene gracia, tiene mucha gracia. De cuando en vez (porque si lo repito mucho me provoca hastío) disfruto mucho de escucharlo (tengo mucha de su discografía) y no fue hace mucho, en abril de este año, que una de sus canciones fue mi soundtrack en Memphis, cuando me aprestaba a visitar Graceland (adivinan: Elvis está vivo, track 10 de Alta Suciedad). Calamaro, admito, es incapaz de maravillarme pero tiene la suficiente gracia y buena onda para provocarme un muy buen rato. Como seguramente lo hará esta noche en Quito, 20h00. Hará frío y estaré 400 kilómetros lejos de casa: Calamaro estará en el ambiente y vendrá bien.
3 comentarios:
Nunca corregiste que Calamaro tiene más de 40, por lo que parece es un tío menor en vez de un primo mayor (obviamente que me siento afectado).
Jajajaja, tío menor o primo mayor, a quien Calamaro se parece es a un Jack Tripper en hongos, ja. Aunque no te quedaría mal lucirte un afrocalamaresco look de primo mayor, eh.
De que pasamos bien ese concieto lo pasamos aunq tu en Golden box(o sea, jajaja) y yo en general... jajaja cada uno por se lado. Además no fue solo el concierto por q de ahi hubo el post-concierto (que siempre existe sea de una u otra forma) un poco corto pero suficiente como para disfrutar jajaja una bailada no esta demás....
Publicar un comentario