El término libertario es un equívoco: puede
utilizarse como sinónimo de anarquista (así lo reconoce, desde 1927 y casi sin
variación, el Diccionario de la Real Academia:
“Que defiende la libertad absoluta, la supresión de todo gobierno y toda ley”)
o puede ser la traducción de la voz inglesa libertarian y significar una
doctrina política que sostiene que todas las personas son dueñas de sus vidas y
que, en consecuencia, tienen la libertad de utilizar sus cuerpos y propiedades
como deseen con el solo límite del respeto a la libertad de los otros. En
Ecuador, se supone que un movimiento representa esta ideología. Se llama,
precisamente, Movimiento Libertario.
Me tomé la molestia de leer íntegra la ciberpágina del Movimiento Libertario y
encontré muchas referencias que censuran la injerencia del Estado en la
actividad económica de los individuos (en materia de impuestos, de regulación
de contratos, de libertad de empresa), pero pocas referencias a la libertad
individual (del tipo, “ningún gobierno, grupo organizado o persona puede violar
los derechos fundamentales del individuo” o “los derechos individuales giran
alrededor de tres conceptos: vida, propiedad y libres acuerdos entre los
individuos”, para cuya suscripción es innecesaria la denominación de
“libertario”) y ninguna propuesta específica, ninguna, en torno a cuestiones
que sí conciernen a los auténticos libertarians, tales como la eutanasia, el
matrimonio homosexual o el derecho al aborto. Jorge Hanníbal Zavala formuló
esta observación en el artículo ‘¿Y dónde están… que no se ven?’, de su excelente
ciberbitácora en la que criticó el silencio del Movimiento Libertario ante
la presentación de las propuestas de la Conferencia Episcopal en la Comisión de
Juristas del Conesup, porque él supone que los libertarios deben ser “personas
convencidas de que las intromisiones del Estado en la vida social son
inaceptables y deben ser combatidas” y porque “un ideal libertario afín con el
objetivismo de Rand o coherente con Nozick no puede dejar de reconocer que la
intervención de cualquier Iglesia en la legislación es poco menos que
atentatoria contra la libre determinación, la libertad de conciencia y el
respeto a la voluntad del vecino”, dicho lo cual, concluye Zavala: “Si la
ideología del Movimiento Libertario guarda cualquier parecido con lo que el
calificativo de libertario significa en el mundo, estarán de acuerdo con lo que
afirmo y deberían tener el valor de decirlo. Si no, son un movimiento de
derecha neoliberal para los cuales la libertad individual es sagrada excepto
contra la opinión de la Conferencia Episcopal, en nada diferentes del PSC, por
ejemplo, y deberían tener el valor de admitirlo”. Zavala les dirigió sendos
correos electrónicos a dos autoridades del Movimiento Libertario preguntándoles
sobre estos tópicos. Hasta la fecha, no tiene respuesta.
Un aliado de la causa libertaria, Friedrick von
Hayek, afirmó: “Si pretendemos el triunfo en la gran contienda ideológica de
esta época, es preciso sobre todo que nos percatemos exactamente de cuál es
nuestro credo”. Yo quisiera suponer que los libertarios locales conocen bien su
credo; parecería, eso sí, que carecen de las agallas suficientes para asumirlo.
Para disipar esta duda sería oportuno que nos revelen si el nombre “libertario”
es solo un membrete de corte oportunista (o sea, si son simples neoliberales) o
si están dispuestos a asumir como propios los ideales de la libertad hasta sus
últimas y radicales (no económicas) consecuencias. Ojalá no nos suceda como a
Zavala, y tengamos respuesta.
3 comentarios:
Primera vez que inauguro los comentarios en un post. Interesante el artículo, más que todo porque también la mayoría de libertarios me parecen inconsecuentes con su "valor supremo". Dos observaciones en las que, a mi juicio, te equivocas:
1. "Una doctrina política que sostiene que todas las personas son dueñas de sus vidas y que, en consecuencia, tienen la libertad de utilizar sus cuerpos y propiedades como deseen con el solo límite del respeto a la libertad de los otros". Reduces la doctrina liberal a ser dueños de cuerpos y propiedades; es una visión equivocada.
2. Pensar que el liberalismo se debería oponer a la "intervención de cualquier Iglesia en la legislación" por ser "poco menos que atentatoria contra la libre determinación, la libertad de conciencia y el respeto a la voluntad del vecino", también es incorrecto. Las iglesias son sociedades intermedias entre la familia y el Estado que tienen igual libertad de opinión que cualquier sindicato, movimiento o agrupación.
Un saludo,
Estimado Xavier:
Como libertario ecuatoriano que soy y luego de haber leído tu ensayo, éste me merece las siguientes opiniones.
En primer lugar es cierto que el término libertario es, hasta cierto punto equívoco. No existe una ideología fija de todos quienes se llaman libertarios. A su vez, sólo se puede entender este fenómeno si se entiende la historia del ideario. Para Murray Rothbard, el autor de la línea libertaria a la que me suscribo y conocido padre del libertarismo moderno, el ser libertario implica el ser anarco capitalista, el creer en la completa abolición del estado y la propiedad privada como único medio de ordenación social. Pero luego el término fue adoptado por los seguidores de Friedrich Hayek, otro economista de escuela austriaca, y por los de Ayn Rand, la filósofa rusa estadounidense, a pesar de que esos autores nunca se autodenominaron de esa forma. El termino, desde entonces, se ha extendido en uso hasta el punto de que Milton Friedman se denominó en una entrevista como libertario, a pesar de proceder de la escuela neoclásica de economía de postulados contrarios a la escuela austriaca subjetivista de donde nació el libertarismo. Hoy en día políticos norteamericanos conservadores se han denominado libertarios sólo por proponer políticas económicas ligeramente más liberales (Sarah Palin, Glenn Beck). No creo que esto es algo a criticarse, pues es lo común en las ideologías políticas. Para muestra un botón, es cuestión de ver la diversidad de criterios que existen entre aquellos que se denominan socialistas.
En segundo lugar, me adscribo a tu crítica en tanto en cuanto reconoce que existen denominados libertarios ecuatorianos que no son más que Socialcristianos camuflados. Quien se denomina así debe estudiar y reconocer las raíces de la ideología y aceptarla en su totalidad. Cuando uno se titula libertario pero comparte el ideario de otra corriente uno no esta siendo menos que oportunista.
En cuanto al tema de la iglesia, creo que tu visión es muy estrecha. El libertarismo, a diferencia del liberalismo jacobino que defendía Alfaro, no es una tendencia que enfrenta ferozmente a la iglesia. Si bien un libertario cree que cualquier injerencia del poder público en la vida privada es inaceptable, no diferencia de la fuente de que venga ni el ideal o religión que lo sustente. No existen motivos por los que el Movimiento Libertario haya debido atacar las iniciativas de la iglesia más que lo que debió atacar las de cualquier grupo que pretende crear una regulación, y fue lo que hizo al criticar todo el proceso constituyente.
Por último, y más importante, quiero hablarte del Movimiento Libertario. Si bien nunca he sido parte de él, pues me convertí al libertarismo con posterioridad a la época en la que el Movimiento tuvo alguna acción política, debo decirte que conozco a muchos de quienes fueron sus miembros. Y a los que conozco son personas convencidas del ideal libertario en su totalidad, bien enterada y preparada. Es una pena que no hayas tenido la oportunidad de conocerlos pues te sorprendería el encontrar gente tan coherente con un ideal como son muchos de los libertarios ecuatorianos. Ahora, entiendo que las políticas defendidas por el movimiento libertario no fueron estrictamente "by the book" y esto tiene sus motivos. En primer lugar es lógico que se concentren en las libertades economicas pues todo autor libertario las reconoce como aquellas fundamentales sin las cuales las libertades civiles, como a la orientación sexual y las drogas, no son efectivas. Sin embargo nunca el movimiento libertario se pronunció en contra de estas libertades (el tema del matrimonio homosexual siendo la excepción, pues los libertarios están por la abolición del matrimonio civil como institución, dejando el matrimonio como un ritual religioso o de cualquier otra índole al que las personas libremente se adscriben). Luego, quiero recordarte que en el mundo de la acción política, sobretodo en una sociedad democrática, las cosas no son ni blancas ni negras, pues uno es esclavo de la opinión pública. Es por ello que los libertarios reconocieron que los medios para sus fines no eran en proponer una minarquía u anarquía de inmediato, sino una progresiva reducción del estado. En un país con una idiosincracia tan infectada por pensamientos de izquierda no es menos que ingenuo lanzarse a proponer la implementación de planes radicales de la noche a la mañana. Sin embargo, el uso de estos medios, debo advertirte, no disminuye el radicalismo promulgado por muchos libertarios en lo académico, es sólo algo de inteligencia política, los fines siguen intactos.
Con todo, creo que tu crítica es una buena crítica de alguien poco enterado de lo que el libertarismo representa y que sin lugar a dudas refleja las dudas de la mayor parte de la academia social en el Ecuador. El movimiento libertario (no el ecuatoriano, sino en general internacionalmente) es un movimiento joven (Rothbard escribiría su manifiesto recién en la decada de los 60s) que aún trae dudas a la vieja academia (a la que Jorge Zavala pertenece), pero es claro que es un movimiento que, independientemente de sus desviaciones, mantiene una coherencia y un ideal basado en, como tu dices, la propiedad del hombre sobre su cuerpo y sobre el fruto de su trabajo como un absoluto.
Saludos.
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