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Las parroquias urbanas de Guayaquil

5 de septiembre de 2025

            Publicado en diario Expreso el viernes 5 de septiembre de 2025.

El año 1889 el Concejo Municipal de Guayaquil aprobó la división administrativa de la ciudad en cinco parroquias urbanas: Carbo, Bolívar, Rocafuerte, Olmedo y Ayacucho, ordenadas de Norte a Sur. El límite Norte de la parroquia Carbo era Las Peñas, mientras que el límite Sur de la parroquia Ayacucho era donde terminara la trama urbana de la ciudad, que por aquel entonces era alrededor de la calle Portete. De acuerdo con los estudios de Michael Hamerly, hacia 1890 Guayaquil había superado a Quito en población y se había convertido en la ciudad con el mayor número de habitantes del Ecuador (convirtiendo al Ecuador en una anomalía latinoamericana, donde su capital no es la ciudad más poblada). Se calcula que la habitaban alrededor de 45.000 personas.

En esta división administrativa de 1889, las parroquias de Guayaquil se dividieron por calles que las atravesaban de Este a Oeste. Carbo limitaba con Bolívar en la calle Bolívar (hoy, Junín); Bolívar limitaba con Rocafuerte en la calle Aguirre; Rocafuerte limitaba con Olmedo en la calle Colón; Olmedo limitaba con Ayacucho en la calle Ayacucho, y Ayacucho limitaba con el avance constante de la ciudad hacia el Sur. En 1930, esta expansión hacia el Sur motivó la creación por el Concejo Municipal de una nueva parroquia, Ximena, segregada de la parroquia Ayacucho. Hacia 1930, Guayaquil tenía alrededor de 120.000 habitantes.

Guayaquil continuó su expansión incesante. Para acompasar este crecimiento, en 1955, el Concejo Municipal de Guayaquil aprobó una nueva división en parroquias porque, como se dejó constancia en un considerando de la Ordenanza de creación de esta nueva división territorial, la división en seis parroquias “no se corresponde con el aumento de población que ha experimentado la ciudad desde que tal división fue creada”. Hacia 1955, Guayaquil tendría alrededor de unos 400.000 habitantes.  

En otro considerando de la Ordenanza se justificaba la creación de ocho nuevas parroquias (Roca, Tarqui, Nueve de Octubre, Sucre, Urdaneta, Febres-Cordero, Letamendi, García Moreno) y la nueva división del territorio de la ciudad “para facilitar el ejercicio de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos y para la mejor administración de los intereses municipales”. Es decir, el propósito era utilizar la división territorial para la planificación de la ciudad.

Han pasado 70 años desde la aprobación de esta Ordenanza y Guayaquil siguió su incesante crecimiento (en 1991, sumó como parroquia urbana a Pascuales, la que desde 1893 era parroquia rural). Hoy continúa siendo la ciudad más poblada del Ecuador y según el censo del 2022, ese año la habitábamos 2.746.403 personas. Hoy debemos ser algunas decenas de miles más.

En estos 70 años, las parroquias situadas en la periferia de Guayaquil, esto es, Ximena, Febres-Cordero y Tarqui, y desde 1991 Pascuales, crecieron de forma excesiva en contraste a las parroquias centrales. Por ejemplo, Tarqui tiene más de 1.000.000 millón de habitantes, Rocafuerte tiene menos de 10.000. La división actual ya no sirve para la planificación del territorio. 

Por disposición legal, una nueva (necesaria) división de las parroquias urbanas de Guayaquil sólo podrá hacerse el año 2033. 

Elevación y caída de Veintemilla

29 de noviembre de 2024

            Publicado en diario Expreso el viernes 29 de noviembre de 2024.

El hombre que se comprometió a una revolución el 8 de septiembre de 1876 ante el Concejo Cantonal de Guayaquil presidido por el dauleño José Vélez, para “reorganizar la República bajo los verdaderos principios de la causa liberal”, fue el militar quiteño Ignacio Veintemilla. Triunfo su revolución (lo tumbó a Borrero) y para diciembre de 1876 ya estaba instalado en el Palacio de Carondelet. 

En la historia del Estado, Veintemilla era quien había gobernado como Jefe del Estado del Ecuador por el mayor tiempo consecutivo, hasta la llegada de Correa en el siglo XXI. Entre diciembre de 1876 y julio de 1883, Veintemilla gobernó como jefe supremo, presidente interino, presidente constitucional y, de nuevo, tras un autogolpe de Estado, como jefe supremo. Salió al exilio el 9 de julio de 1883, desde la ciudad que lo había encumbrado, Guayaquil (después de robar en esta ciudad dos bancos: Ecuador y de la Unión). Entre la revolución y el exilio, Veintemilla gobernó por seis años, diez meses y un día.

A este quiteño proclamado liberal lo elevó el Concejo de Guayaquil a su aventura política revolucionaria para destruir la obra jurídica de García Moreno, un guayaquileño conservador que había triunfado (arrasado) en Quito. El Ecuador tenía una Constitución (octava del Estado, primera votada en referéndum el 18 de julio de 1869, con un voto por el Sí del 96.36%) que sujetaba la condición de ciudadano al requisito de “ser católico”, primer requisito en una lista de tres (artículo 10). La caída de Borrero (y su anverso: el triunfo de Veintemilla) se produjo por su negativa a sustituir esta Constitución conservadora. 

El jefe supremo Veintemilla cumplió con el propósito de destrucción encomendado y convocó a una convención nacional a reunirse en Ambato para aprobar una Constitución, que reemplace a la motejada como “Carta Negra” de 1869. Esta convención se debió reunir en diciembre de 1877, pero se instaló el 16 de enero de 1878. La presidió el general y expresidente José María Urbina, retornado después de varios años de exilio, desde la guerra civil de 1859-1860.  

La convención nacional de 1878 designó a Veintemilla como presidente interino el 26 de enero y presidente constitucional el 31 de marzo; ese mismo 31 expidió la requerida Constitución, donde se eliminó el requisito de “ser católico” para ser ciudadano. En lo restante, esta nueva Constitución no era muy diferente a la Constitución de 1861. Para Juan Murillo Miró, en su libro Historia del Ecuador publicado en 1890, Veintemilla y Urbina “aunque no correspondieron en un todo a las esperanzas vinculadas en la revolución, se consiguió al menos hacer desaparecer la denigrante constitución de 1869”. 

En la presidencia, Veintemilla se apoyó en connotados liberales como el ilustre guayaquileño Pedro Carbo y el citado Urbina. Con el tiempo, Veintemilla degeneró en un autócrata y sus aliados liberales lo abandonaron. En marzo de 1882, antes de concluir su período presidencial de cuatro años, Veintemilla se volvió a declarar Jefe Supremo. Esta vez se inició contra él una revolución, a la que se motejó de “restauradora”. 

Veintemilla salió al exilio en julio de 1883. Volvió en 1907, y murió en Quito, al año siguiente.