Guayaquil, la aldeana

26 de diciembre de 2015


Guayaquil es una ciudad de escandaloso aldeanismo en materia de memoria histórica. La alcaldía promueve (en alegre dispendio de nuestros recursos) la desinformación idealizada y el heroísmo bobo (componentes básicos del aldeanismo) a través de las publicaciones que financia. Aquel entusiasta comediante de la narrativa histórica que es Melvin Hoyos (director de cultura de la alcaldía de Guayaquil desde 1992) escribió cosas como ésta, para contar la historia del asentamiento de culturas en la cuenca del Guayas:
 
“Un día… hace diez mil años… sin esperarlo y de manera súbita, en su peregrinar hacia el sur el hombre llegó a un lugar paradisíaco donde los árboles le ofrecían todo aquello que Dios había dispuesto, donde el canto de las aves se confundía con el murmullo de los ríos y con el sonido de las olas del mar, estrellándose contra la roca cincelada desde tiempos de la creación.
Un lugar en el que no necesitó luchar más para sobrevivir, donde la caza era tan abundante que no debía esforzarse para obtener las más apetitosas presas y donde la riqueza del mar era tan generosa, que podía recoger a manos llenas sus frutos, día a día.
El mundo para él había cambiado… y decidió quedarse en la inmensa y rica cuenca del río Guayas”.
 
No contento con haber descrito un lugar de asentamiento de culturas en la zona ecuatorial como si de un afiche de promoción inmobiliaria se tratara (para orgullo de su jefe, inveterado hacedor de fortunas con el negocio de tierras) (1), Hoyos se entusiasmó lo suficiente como para animarse a hacer comparaciones bíblicas:
 
“Era Era (sic) un nuevo Edén, en nada distinto al bíblico, pues si la Mesopotamia se nutría del Tigris y el Eufrates (sic), este se beneficiaba del Daule y el Babahoyo, padre y madre muníficos del caudaloso Guayas” (2).
 
Y esto es tan solo en la primera página del libro de la Historia de Guayaquil que la alcaldía de la ciudad financió y distribuyó de manera gratuita para que sus ciudadanos sepan “de donde venimos para saber donde estamos” (3). Y es lo dicho: estamos en una aldea, pues una ciudadanía ilustrada solo se podría tomar a guasa este libro que escribió Hoyos. Y eso es precisamente lo que harán, con total seguridad, los historiadores serios que en el futuro estudien el que este adefesio haya podido ser la historia institucional de la ciudad.

(1) Para el alcalde Nebot, jefe de Hoyos y prologuista de su libro, lo que Hoyos escribió son “páginas llenas de verdad”. El chiste se cuenta solo.
(2) Hoyos, Melvin & Efrén Avilés 2008, Historia de Guayaquil, M. I. Municipalidad de Guayaquil, p. 3. Un libro tan mal hecho, que no son raros los errores de tipografía (“Era Era”) o de básica ortografía (escribir "Eufrates" en vez de Éufrates), como lo evidencian las tres líneas de la cita.  
(3) Nebot, once again, en el prólogo de ese adefesio.

2 comentarios:

Fenris dijo...

Al fin alguien que ha tenido el valor de desenmascar a esta caterva de infelices..el uno que se cree más ilustrado que don Gabriel pino roca y el otro atorrante fariseo que ha convertido a Guayaquil en un mercado abyecto,sacando de raíz algarrobos y acacias que daban sombra para poner sus escuálidas palmeras...

Martin dijo...

El desconocimiento de la historia es lo que facilita la venta del cyborg Abdón Calderón y de fábulas similares.

Desenterrar la historia y enterrar a la "biblia ecuatoriana" debería ser mandato.