La Constitución de los
Estados Unidos de América adoptada en 1787 fue una Constitución esclavista.
Para el historiador Eric Foner resulta evidente que “las cláusulas sobre la
esclavitud incluidas en la Constitución fueron compromisos, intentos de
encontrar un punto medio entre los críticos y los defensores de la
Constitución” (1).
Los compromisos adoptados fueron
los siguientes: el artículo uno, sección novena, cláusula primera de la
Constitución estadounidense de 1787 prohibió a la función legislativa la
abolición del comercio de los esclavos africanos durante dos décadas; el
artículo cuatro, sección segunda, cláusula tercera obligó a los estados a la
restitución de los esclavos fugitivos a sus dueños; el artículo primero, sección
segunda, cláusula tercera estableció que se debía tomar en cuenta a las tres
quintas partes de la población esclava para determinar la representación total
de cada estado en la Cámara Nacional de Representantes y para el número de
votos electorales que le correspondían a cada estado para la elección del
presidente del país. Según la traducción de los National Archives (2), esas tres cláusulas esclavistas se
redactaron de la manera siguiente:
Es de notar, sin embargo, que
en ninguna parte de la Constitución se escribieron las palabras “esclavo” o
“esclavitud”. Una explicación de esto la ofreció un delegado a la Convención
Constituyente de 1787, Luther Martin, crítico de la ratificación de la
Constitución, quien expresó que sus compañeros delegados “trataron por todos
los medios de impedir la admisión de expresiones que pudieran resultar
detestables a oídos de los norteamericanos”, aunque sí estuvieron “dispuestos a
admitir en su sistema las cosas mismas
que aquellas expresiones significaban”.
Algunas consecuencias de
las cláusulas sobre la innombrable esclavitud fueron que los estados de
Carolina del Sur y Georgia importaron 90.000 nuevos esclavos, un número que
representa casi una cuarta parte del total de esclavos transportados a la
América británica desde 1700; que las leyes esclavistas fueron
“extraterritoriales” y, por ende, que no había “aire libre” para los esclavos
en ningún lugar del naciente país; y que Thomas Jefferson resultó electo
presidente de los Estados Unidos de América el año 1800 por el voto de las tres
quintas partes de los esclavos, sin lo cual el presidente John Adams habría
resultado reelecto (3).
Las cláusulas sobre la
esclavitud se mantuvieron en la Constitución de los Estados Unidos de América
por espacio de 78 años. Recién el año en que terminó la cruenta guerra civil que
duró cuatro años (1861-1865) entró en vigor la decimotercera enmienda que
desterró la esclavitud de la Constitución estadounidense. El lastre social de
su existencia, sin embargo, se extiende hasta el día de hoy.
(1) Foner,
Eric 2010, La historia de la libertad en
EE.UU. De Foner se toman la mayor parte de los datos que constan en esta
entrada.
(2) Disponible
en http://www.archives.gov/espanol/constitucion.html
(3) Jefferson
era propietario de esclavos; Adams no. Esta derrota fue un patrón histórico:
ninguno de los presidentes que no fueron propietarios de esclavos resultó
reelecto. De los primeros dieciséis presidentes de los Estados Unidos (el
decimosexto fue Lincoln), doce fueron propietarios de esclavos.
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