La entrevista que se
publicó en el diario español El país hecha a Michael Tomasello, codirector del
Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, es una de
las más interesantes que he leído en las últimas semanas (1). La entrevista explica la evolución de los seres humanos, a
resultas de lo cual se pueden deducir un par de principios útiles para la
regulación de la vida en sociedad.
La evolución humana.
La hipótesis inicial de
Tomasello es una “gran explosión de poblaciones de monos que les estaban
robando la comida a los humanos”. Ante eso, los humanos tuvieron que colaborar
para conseguir alimentos fuera del alcance de los monos: “si no podías
colaborar, no podías sobrevivir, así que había presión para colaborar”. A
partir de aquí se forman grupos, “en los que todos los individuos dependen del
resto”, con lo que empieza la división del trabajo y la dependencia mutua, que
se acentúan por las guerras entre grupos. Este proceso empezó hace medio millón
de años y avanzó “hasta la aparición de la cultura hace 150.000 años”.
Así, de acuerdo con
Tomasello, la capacidad de colaborar evolucionó dentro de un grupo. En razón de
ello, es “uno de los hallazgos más sólidos de la psicología, las diferencias de
trato a los miembros del grupo y a los que no lo son. Favorecemos a los de
nuestro grupo y desconfiamos de los de afuera”, al punto que se “[p]odría decir
que todos los conflictos serios en el mundo se dan entre gente que dice:
nosotros frente a ellos”.
Un par de principios.
¿Qué se puede hacer para
cambiar este escenario de violencia impuesto por nuestra evolución como especie?
(2)
Tomasello responde: “es
posible que no puedas cambiar la biología, pero podemos crear instituciones
sociales que reúnan a gente de distintas culturas en entornos colaborativos
[…]. Cuanto más podamos construir situaciones en las que la gente colabore, y
hagan cosas juntos de forma interdependiente, se facilitará un tratamiento más
justo para todo el mundo”.
Entonces, un primer principio
para la vida en sociedad es la creación de instituciones que promuevan entornos
colaborativos.
Y un segundo principio,
según Tomaselli, es que en esos entornos colaborativos debe hacerse algo frente
a los aprovechados:
“La mayor parte de [las
comunas jipis] fracasaron, y esto se puede aplicar al comunismo en general,
porque tenían una visión demasiado optimista de la naturaleza humana, sobre la
posibilidad de que todos trabajemos duro y compartamos nuestros recursos.
Cuando el tipo de al lado no hace nada y tiene lo mismo que nosotros, nos
molesta. Es un hecho sobre la naturaleza humana que muchas comunas no tuvieron
en cuenta: que hay que hacer algo sobre los aprovechados. Ellos tiene que
sufrir alguna desventaja o la gente no seguirá trabajando. Hay diferencias
individuales, también tenemos santos y los santos no piensan así, pero la gente
normal sí, y lo vemos desde un momento muy temprano de la infancia, así que
cualquier planificación social que hagamos tiene que tomar eso en cuenta.
Mejorar la sociedad implica no obviar los aspectos negativos de nuestra
biología”.
(1)
Mediavilla, Daniel, “Para mejorar la sociedad no podemos obviar lo negativo de nuestra biología” (entrevista a Michael Tomasello), Diario El país (España), 3 de noviembre de 2015.
(2) “¿Cree usted que se puede celebrar la
historia? ¡No, por favor, la historia es una masacre! […] Si uno lee los
grandes estudios abstractos, las teorías, las proclamas de la época, muy bien;
pero cuando se leen las memorias de quienes vivieron esos acontecimientos, se
da uno cuenta de que fueron espantosos”, v. Cioran: el último dandy (entrevista
realizada en París, octubre de 1990), en: Savater, Fernando, Ensayo sobre Cioran, Espasa-Calpe S.A.,
Madrid, 1992, p. 181.
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