Quito,
20 de septiembre del 2013
Ana
Angulo Benavides
Defensora
del Lector
Diario
Hoy
De
mis consideraciones:
Le
hago llegar esta queja porque creo en la alta responsabilidad de las
palabras que se utilizan en un texto periodístico y porque siempre
he tenido gran aprecio por el estilo de Roberto Aguilar (que no
necesariamente lo tengo por sus argumentos -pero el principio de toda
lectura, en lo que a mí respecta, es el placer). En el diario del
cual Ud. es defensora del lector con el declarado propósito de
“contribuir a mejorar la precisión” y hacer cumplir “los
valores de estilo y ética del periódico”, se publicó este
domingo 15 la crónica Yasuní:
la Asamblea cubre sus espaldas,
de autoría de Aguilar.
En ella se alude a mi trabajo como asesor en la Segunda
Vicepresidencia de la Asamblea Nacional, dentro del cual se me
encargó el contribuir (en conjunto con asesores y asambleístas,
como corresponde) en la redacción del informe para primer debate del
Pleno de la Asamblea Nacional que la Comisión de Biodiversidad y
Recursos Naturales preparó sobre la declaratoria de interés
nacional por la explotación de los bloques 31 y 43 dentro del parque
nacional Yasuní. Ese es el trabajo típico de un asesor: ofrecer
fundamentadas opiniones en los asuntos que se le consulten. No hay,
por supuesto, nada ilegítimo, ni ilegal, ni reprochable en ello.
Lo
que me motiva a redactar esta queja es la imprecisa y tendenciosa
asociación que Aguilar realiza entre mi trabajo profesional y mi
participación en el colectivo de comunicación digital
GkillCity.com. Aguilar asocia gratuitamente mi rol de asesor con unas
palabras vinculadas a GkillCity.com: “periodismo contracultural y
no huevadas” (de hecho, la frase completa es: “Periodismo
contracultural hecho desde la ciudadanía. ¡Esto es GkillCity, no
huevadas!”).
Esta asociación tendría sentido si mi rol como asesor legislativo
estuviera en conflicto con mis opiniones vertidas en GkillCity.com
sobre la explotación de campos petroleros situados en el parque
nacional Yasuní. Pero no es el caso: en ninguno de mis artículos he
hecho referencia a ello. De hecho, si Aguilar habría investigado
mínimamente mi opinión en esta materia (con una simple búsqueda en
Google, por ejemplo) se encontraría con artículos de mi autoría
(Naturaleza
y Tico Tico
publicado en diario El Universo el 3 de mayo del 2008 y consignado en
mi blog personal; Naturaleza
y ecolatría,
publicado en mi blog personal el 25 de enero del 2009) o con una
entrevista realizada por el propio diario Hoy (¿es
la naturaleza un sujeto de derechos?,
publicada
el 8 de junio del 2008)
en los que he criticado la “ecolatría” y he defendido la postura
de que en materia de protección ambiental no es cuestión de “no
intervenir de ninguna manera en la naturaleza (ecólatra aspiración
de algunos) sino de intervenir en ella de manera responsable”. Nada
en el ámbito del derecho autoriza el socorrido falso dilema de
“explotación mala/no explotación buena” (tan en boga en ciertos
fundamentalistas/oportunistas) porque nada en el ámbito del derecho
prohíbe la explotación estatal de recursos naturales: ni la
Constitución, ni los instrumentos internacionales, ni la
jurisprudencia internacional la prohíben, ni dentro ni fuera de las
tierras de pueblos indígenas. De hecho, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, en el Caso
del Pueblo Saramaka vs. Surinam,
expresó
claramente que no puede interpretarse la Convención Americana “de
manera que impida al Estado emitir cualquier tipo de concesión para
la exploración o extracción de recursos naturales” (Párr. 127).
Tampoco en materia de pueblos en aislamiento voluntario existe
semejante prohibición: en las Directrices
de Protección
elaboradas por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, se lee claramente que “en caso de ubicarse un
recurso natural susceptible de aprovechamiento, se deberá armonizar
los derechos territoriales de los pueblos indígenas con las
necesidades públicas de los Estados” (Párr. 42). Mi postura en
esta materia es congruente con las obligaciones internacionales del
Estado y fue en este sentido en que ofrecí mi opinión fundamentada
a quienes me la consultaron. Con Roberto Aguilar saludamos
precisamente en aquella sesión de la Comisión de Biodiversidad que
él reseñó en su crónica. Si hubiera querido conocer mi postura
como asesor, puesto que iba a escribir sobre ella, pudo habérmela
preguntado y repreguntado en aquella ocasión. Le habría comentado
en detalle mi punto de vista, sin ningún problema.
Pero
no. El método empleado por Aguilar para la redacción de su crónica
fue su recurrente práctica
falaz de tomar la parte por el todo.
En la crónica a la que aludo, lo hizo en cosas triviales, como
cuando dice que mi Ipad me “acompaña a todas partes” cuando, en
realidad, rara vez lo utilizo; también en cosas relevantes, como
cuando asocia al desempeño profesional de uno de los integrantes de
GkillCity.com el trabajo de todo un colectivo en el que participan
decenas de personas (le recomiendo leer la respuesta
del editor de GkillCity.com,
publicada en la edición No 117). Pero lo más penoso de la crónica
de Aguilar es su uso de datos meramente circunstanciales (como el que
tengo una tableta electrónica o el que sostengo una conversación
con un asambleísta, por ejemplo) para intentar una descalificación.
Lo de fondo en su relato es juzgar incompatible el trabajo en el
sector público y la pertenencia a GkillCity.com, como si existiera
una necesaria contradicción en ello. De nuevo, una falacia
de falso dilema,
escenario favorito de la renuncia a pensar. Su puesta en práctica
rara vez es inocente: en este escenario simplón que representa
Aguilar, de un lado se encuentran los “malos” del servicio
público versus todos los “buenos” que se le oponen. Lo que antes
era el falso dilema “explotación mala/no explotación buena”,
Aguilar lo traduce en “servicio público malo/sociedad civil
buena”. Lo realmente peligroso y turro del falso dilema es que
polariza los discursos y envenena
el pozo
(una variante brutal de las falacias ad-hominen) de quien sostenga un
discurso contrario al suyo. Es el sitio más cómodo para el
fundamentalismo, sea religioso, económico, ecológico, o de
cualquier otra laya.
Nuevamente,
si Aguilar se habría molestado en investigar sobre su falso dilema
(pudiendo fácilmente hacerlo: caminando unos pasos o buscando en
Google) habría encontrado que desde que empecé mi desempeño como
asesor en la Asamblea Nacional he publicado dos artículos en
GkillCity.com (Pescaditos
del 3 de junio y Periodismo
y discriminación
del 17 de junio) y que ninguno de ellos tenía una relación directa
con mi rol de asesor (si lo hubiera tenido, por cierto, no habría
dudado en consignarlo). Creo que por la pobreza de sus
ideas, su
falta de precisión y las falacias constatadas en su texto, Aguilar
ha incumplido con básicos estándares éticos en la redacción de
una nota periodística y este hecho merece discusión en el espacio
que diario Hoy le ha conferido a
Ud. como
defensora del lector. Le puede servir como referente para orientar a
sus lectores y al “cronista” en cuestión, el artículo Los
hechos de la vida
de Tomás Eloy Martínez, sobre la responsabilidad que tiene un
redactor de escribir con claridad, de trabajar con archivos y de
verificar cada uno de los datos que exponga en su crónica. En su
alusión a mí hecha en su publicación dominical, Aguilar actuó a
contramano de estas responsabilidades: sin investigación, ni
contexto, ni contraste. Con un texto lleno de falacias, lógica
consecuencia de perpetrar una “crónica” permaneciendo inmóvil
con un cuaderno, en plan autista.
A
pesar de su pobreza argumentativa, reitero mi aprecio por el estilo
de Aguilar. Tuve ocasión de decírselo personalmente, una vez que me
lo encontré en un medio de propiedad estatal en circunstancias en
que él dictaba, creo, una capacitación al personal. Porque también
Roberto Aguilar ha trabajado para el sector público. Lo cual, por
supuesto, no lo descalifica ni a él ni a nadie.
Espero
la publicación de su pronto y razonado análisis. Reciba Ud. mis
mejores saludos.
Muy
atentamente,
Xavier
Flores Aguirre
2 comentarios:
Porfa informa cuando la defensora te responda
Al estilo de la película...Mejor, imposible!
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