Un gran problema del Ecuador es su pasado, o mejor dicho, su falta de comprensión sobre su pasado. Su pasado es una historia triste, violenta, de conquista y sometimiento, donde sus componentes principales son la pobreza y la desigualdad. Pero cuando surgió el Estado del Ecuador se hizo un esfuerzo por dotar de un sentido heroico-más-allá-de-lo-existente a los sucesos de la independencia del reino europeo que dotó de leyes, instituciones, religión católica e idioma de intercambio a este territorio.
Lo hecho fue cosa común en América hispana, pues es común a todos los países haber hecho de su historia de la independencia española una zona de heroico confort, a fin de forjar un sentido de identidad. Pero en esto, el Ecuador es The Hispano-American Weirdo (v. ‘Lo contrarrevolucionario en la ‘revolución del 10 de agosto’ (becoming a weirdo)’)
Porque lo singular del Ecuador es que todavía no supera esta fase ‘heroica’. Fanático del atraso, prefiere no enfrentar su pasado problemático, que incluye también a su independencia del Reino de España. Torpemente, el Ecuador sigue imaginándose a su independencia como heroica, cuando fue apenas salido de su horno, en 1832, que se consumó en un tratado internacional la reducción republicana y brutal de la provincia de Quito, la mayor de sus derrotas. (v. ‘Quito, la Nueva Granada y el invariable fracaso’ y ‘Siglo y medio de miseria y derrotas’)
La historia del Ecuador no debe ser una zona de confort. No es que no deba contarse para no ponerla triste a Quito.
0 comentarios:
Publicar un comentario