Publicada el 14 de octubre de 2022 en diario Expreso.
La elección para la Alcaldía de Guayaquil que se celebrará el 5 de febrero de 2023 será un momento especial para la ciudad. Ello obedece a cuatro causas:
Primero, el Partido Social Cristiano (PSC) vive unas horas bajas. Su máximo líder está en su ocaso (el federalismo que propuso generó más rechazo que aceptación). El PSC está débil y se le nota, pues muchos de sus integrantes lo han abandonado. Así ha ocurrido con Cristina Reyes, César Rohon, Nicolás Lapentti y Andrés Gushmer, entre otros, que fueron figuras de relevancia en el PSC y salieron a buscar su futuro político en otra parte. Y compitiendo contra el PSC.
Segundo, Cynthia Viteri es la candidata más débil del PSC desde el año 1992. El porcentaje que obtuvo en la elección del 2019, el 52,6 %, es el menor de cualquier candidato ganador. Y ese porcentaje, en una administración que sufrió la altísima mortandad de la pandemia y en cuyo período Guayaquil se convirtió en una de las ciudades más violentas del mundo, debe sufrir un desgaste, cuya gravedad dependerá de la campaña electoral.
Tercero, el panorama electoral es inédito. En las anteriores siete elecciones a la Alcaldía, en las que invariablemente triunfó el PSC, compitieron 51 candidatos (algunos en varias elecciones; en total, intervinieron 43 personas). En estas siete elecciones, la contienda electoral se redujo a un triunfante candidato PSC y a un (más o menos) desafiante segundo puesto, pues del tercer puesto para abajo los candidatos fueron de relleno. Desde 1992, el único tercer puesto que obtuvo más del 3 % de los votos fue Kiko Fernando Barreno (8,21%, PRIAN, 2004).
Pero en esta elección 2023 hay dos candidatos de peso que buscarán el desgaste de la candidata PSC: Jimmy Jairala, que ha obtenido alrededor del 30 % de los votos en dos ocasiones (2004 y 2019), y Aquiles Álvarez, candidato del movimiento de Rafael Correa. Además, en ninguna elección anterior había existido una cuña del mismo palo y ahora les salió Duart, un candidato peleón surgido de sus entrañas.
Cuarto y último, la situación de Guayaquil es problemática y se ha roto su relato de “éxito”. Hasta octubre de 2019, Nebot habló de un modelo de éxito por defender (de los habitantes del páramo). Pero pandemia y violencias mediante, en ninguno de sus discursos de julio y octubre de este año, Viteri se ha atrevido a hablar de un modelo de éxito. Y es lógico: nadie en su sano juicio puede creer que una ciudad en la que da miedo salir a la calle es un caso “exitoso”.
Tras 30 años de gobierno del PSC, Guayaquil desembocó en la ciudad No. 50 a nivel mundial en número de muertos por cada 100.000 habitantes (¡manerita de celebrar un aniversario!). Y cada vez más gente se aviva y se resiste a creer que en materia de seguridad el principal rol de una Alcaldía sea vocear una queja constante de lo mal que lo hacen los otros en la capital.
Así: un partido débil y una candidata debilitable, un panorama electoral inédito y áspero para el PSC, que tiene un relato trunco de “éxito”.En Guayaquil hay una marcada sensación de malestar, que es punto de partida para el cambio (pues nadie desea la continuidad de un malestar). Cambio que, a estas alturas, resulta de necesidad.
La oportunidad será en febrero.
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