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Vivos rojos

22 de mayo de 2018


Tradicionalmente, Barcelona Sporting Club fue un equipo de casaca amarilla con “vivos rojos”. Originalmente, en 1925, año de su fundación, la camiseta del club fue fúnebre, de negro entero. Pero de inmediato cambió y adoptó una camiseta amarilla con rojo (“oro y grana”) con la que hizo historia por décadas. En los últimos años, sin embargo, el distintivo color rojo se ha ido perdiendo (1).

Tomemos el ejemplo de un día histórico para Barcelona: el 29 de abril de 1971, el día que “tuvo la virtud de consolidar la idolatría de Barcelona” (2), cuando el sacerdote vasco Juan Manuel Bazurko anotó el gol que le dio el triunfo por sobre el tricampeón vigente de la Copa Libertadores, Estudiantes de la Plata, invicto en su cancha hasta ese día, en una gesta que se recuerda como “La Hazaña de La Plata”. Ese día, el curita Bazurko vestía una casaca amarilla con vivos rojos. Y era tanta la identificación con estos colores, que la hinchada los enarboló apenas sellado el triunfo en La Plata,

“… de modo espontáneo, la gente, armada de banderas amarillo y rojo, empezaba un desfile en la principal arteria guayaquileña. […] En diez minutos, aproximadamente, miles de seguidores del Barcelona habían cortado el tránsito.
Aquel 29 de abril entró justamente en la historia por el triunfo y por lo que este generó, esa autoconvocatoria espontánea de un pueblo, cuando aún ni soñaba con teléfonos celulares ni redes sociales.” (3)

(1) Desde 1992, que fue la primera temporada (desde el lejano 1926) en la que el club no tenía una parte de su vestimenta de color rojo, en varias temporadas BSC ha prescindido de este color. En los últimos años (v. aquí), el color rojo ha sido reducido a una mínima expresión.
(2) Esa es la opinión de Ricardo Vasconcellos, en: Barraza, Jorge, ‘Alfredito, Alfredito’, s/e, 2017, p. 36. Este periodista sostiene allí mismo que: “Después de eso ya nadie discutió qué equipo era el ídolo de nuestro fútbol”.
(3) Ibíd., p. 34.

Más que un gol

4 de junio de 2017


El mítico Diego Lucero (Luis Alfredo Sciutto, 1901-1995) escribió lo siguiente:

“Y fue… más que gol, un himno, una plegaria, una elegía, un romance, un canto épico, una hazaña, una divina locura, un rapto heroico, un chispazo genial, el que paró el reloj, el que apretó el tomate en la kermese, el que se acabó el jabón. Fue un gol como para el poema: “Alcanzame la lira, la de fierro, la más pesada y negra…”. Fue como la “Sinfonía Inconclusa”, pero concluida; fue como la marcha de “Aída” con todos sus forzudos cantando “Il ritorna vincitore”: fue como si Claudita Cardinali te dijera: “Sí”; fue como Onassis firmando un cheque; fue como el asalto al Banco de Boedo, bello y perfecto; fue como si a la hora cuando sentís que estás lo que se dice cocinando pedís el milagro y el milagro se produce; fue como Leguí definiendo sobre el disco y por la mitá de un hocico, un mano a mano; fue como Gardel cantando “Siga el corso”; fue Espaguetti De Vicenzo, haciendo el hoyo entre golfos y golfas y apuntando bien en la libreta; fue como cuando le ponés el último sope moneda nacional a un pleno y se te da el numeracho salvador que te saca de la zanja; fue el monumento a la bandera; el triunfo de lo que siempre dice la Ciriaca: “mientray vida, hay esperanza”; fue… la victoria del hombre en sí mismo; el arrebato del héroe que pide para sí la ocasión de intentar salvar lo que parece perdido; es el soldado de Maratón llevando el parte de la victoria, es Chichilo cuando te viene a anunciar que acertaste a la quiniela: es… fue… lo más grande que hizo Dios después del arroz con leche. Ese fue el gol de Verón” (1).

Es su descripción del gol de empate de ‘La bruja’ Verón, en la final de la Copa Libertadores de 1968, que enfrentó a Estudiantes de la Plata con Palmeiras de Brasil. El partido terminó 2 a 1, anotó ‘Bocha’ Flores a falta de tres minutos para la victoria Pincha. Estudiantes terminó por ser campeón de la Libertadores y después de la copa Intercontinental, disputada al Manchester United.

De esta jugada no hay registro en video. Apenas fotos y crónicas.

Guía del gol. Fuente  .
El artículo del yorugua se tituló “Verón, Verón, qué grande sos” (JAJA). Me lo imagino a Diego Lucero a las carcajadas, mientras lo escribía.

(1) Lucero, Diego, ‘Siento ruido de pelota… Crónicas de medio siglo’, Editorial Freeland, Buenos Aires, 1975, pp. 77-78.