Mostrando entradas con la etiqueta Junta de Gobierno de Guayaquil. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Junta de Gobierno de Guayaquil. Mostrar todas las entradas

El 8 de noviembre

8 de noviembre de 2024

            Publicado en diario Expreso el viernes 8 de noviembre de 2024.

El 26 de octubre de 1821 la Junta de Gobierno de Guayaquil, compuesta por José Joaquín Olmedo, Rafael Ximena y Francisco María Roca, emitió un decreto por el que ordenó que, en la provincia de Guayaquil, se celebren todos los 8 de noviembre. En el decreto de la Junta de Gobierno se explicitaba una clara razón.

“Después de proclamada nuestra independencia no podíamos llamarnos libres”, indicaba este decreto de 1821, hasta que “pudo reunirse la representación de la Provincia, que es el más precioso de los derechos sociales, y el privilegio más noble de los pueblos libres. Este memorable día fue el 8 de Noviembre de 1820”.

Así, para la Junta de Gobierno presidida por Olmedo, el 8 de noviembre era el día de la libertad porque fue en ese día de 1820 que se reunieron en un Colegio Electoral, en la ciudad de Guayaquil, cincuenta y siete representantes de veintisiete pueblos de la provincia de Guayaquil, que era un territorio de alrededor de 50.000 kilómetros cuadrados y 70.000 habitantes.  

En el decreto de 1821 se recuerda que aquel 8 de noviembre que se reunió la representación de la provincia en el Colegio Electoral, “por primera vez pronunció libremente su voluntad el pueblo de Guayaquil, y puso los cimientos de su voluntad política”.

Los cimientos de la voluntad política puestos por este órgano representativo, reunido entre el miércoles 8 y el sábado 11 de noviembre de 1820, fueron el nombramiento de Olmedo, Ximena y Roca para integrar la Junta de Gobierno y la aprobación del Reglamento Provisorio de Gobierno para la administración de la Provincia Libre de Guayaquil. 

El Reglamento Provisorio de Gobierno estableció en su artículo primero que la provincia “es libre e independiente” y que “su gobierno es electivo”. Es decir, rompió con el gobierno monárquico que había imperado por siglos para instaurar un gobierno republicano, pues la soberanía empezó a residir en el pueblo (de allí el carácter electivo de sus gobernantes) y se estableció una división de los poderes del Estado.   

Esta división de los poderes tomó la siguiente forma: el poder ejecutivo debía conformarse por “tres individuos elegidos por los Electores de los Pueblos” con atribuciones para resolver “en todo lo gubernativo y económico de la administración pública” (Arts. 4 y 5). Estos tres individuos fueron Olmedo, Ximena y Roca. 

Se estableció una “representación provincial”, como lo fue el Colegio Electoral que dictó el Reglamento Provisorio, que “se convocará por el Gobierno cada dos años en el mes de octubre, o antes si la necesidad lo exigiese” (Art. 19). Y también un poder judicial, para administrar “justicia en lo civil y criminal”, compuesto por jueces de primera y de segunda instancia (Arts. 11 al 13). 

Asimismo, se creó una milicia para liberar los otros territorios de la Audiencia de Quito (Arts. 8 al 10).

El decreto de 1821 ordenaba que todo 8 de noviembre sea “celebrado en la Capital y en todos los pueblos de la provincia” con “una misa de acción de gracias al Ser Supremo”, con “salva general, repique, e iluminación”, y con esta inscripción en la Sala Capitular, escrita en grandes caracteres: “Guayaquil independiente en 9 de octubre : Guayaquil libre el 8 de noviembre de 1820”. 

Olmedo al exilio

9 de febrero de 2024

             Publicado en diario Expreso el viernes 9 de febrero de 2023.

“Yo no he nacido para este puesto: el retiro, la soledad y la comunicación con las musas eran convenientes a mi genio y carácter; mandar, regir, moderar un pueblo y en revolución no es para mis fuerzas intelectuales y físicas”. En una carta fechada el 18 de octubre de 1821, siendo José Joaquín Olmedo el presidente de la Junta de Gobierno de Guayaquil, él le dirigió estas palabras al general Antonio José de Sucre. Son un testimonio de que Olmedo era, ante todo, un poeta.

Pero a este poeta le tocaron los tiempos revolucionarios de octubre de 1820 y, siendo Olmedo la personalidad que era en una pequeña Guayaquil de 20.000 habitantes (persona culta y leída, de 40 años, único residente que había sido diputado en las Cortes de Cádiz -el otro guayaquileño que fue diputado en Cádiz, Vicente Rocafuerte, estaba fuera del país) a él se le impuso la obligación de conducir a la patria “en revolución”: fue el primer Jefe Político de la ciudad, nombrado por el Cabildo el 9 de octubre mismo.

Olmedo renunció a los seis días, por los abusos que cometía el peruano Gregorio Escobedo, quien había sido nombrado por el Cabildo Jefe Militar de la ciudad el mismo 9 de octubre. Pero Olmedo jugó vivo: logró que el 8 de noviembre de 1820 se organice en Guayaquil un Colegio Electoral con 57 representantes de 27 territorios de la provincia de Guayaquil. Este órgano destituyó a Escobedo por su amplio catálogo de abusos, lo volvió a nombrar a Olmedo Jefe Político de la ciudad y adoptó el 11 de noviembre de 1820 la primera Constitución (el “Reglamento Provisorio de Gobierno”) para un territorio independiente de aquellos que compondrían, en 1830, el Estado del Ecuador.   

Para la Junta de Gobierno presidida por Olmedo, e integrada también por Francisco Roca y Rafael Ximena, aquel 8 de noviembre de 1820 en que se reunió el Colegio Electoral significó el día de la libertad para los pueblos de la provincia de Guayaquil, pues allí se había reunido su representación, “que es el más precioso de los derechos sociales, y el privilegio más noble de los pueblos libres”, a fin de aprobar las normas para su convivencia y para sus relaciones con los demás Estados. 

La Junta de Gobierno había convocado para el 28 de julio de 1822 a un nuevo Colegio Electoral a fin de decidir acerca del futuro de la provincia como parte de Perú o Colombia, o mantenerse como un territorio independiente. Pero el general Simón Bolívar tenía otras ideas: llegó a Guayaquil el 11 de julio, acompañado de 1.300 “bravos colombianos”, para disolver nuestra Junta de Gobierno y decidir (por el bien de la ciudad, o al menos para no hacerle daño) que Guayaquil empezaba a ser parte de Colombia. Todos los integrantes de la Junta de Gobierno partieron al exilio en Lima. Roca y Ximena jamás volvieron. 

En carta dirigida a Bolívar, fechada el 29 de julio de 1822, Olmedo le expuso a Bolívar la razón para su exilio: “Yo me separo, pues, atravesado de pesar, de una familia honrada que amo con la mayor ternura, y que quizás queda expuesta al odio y a la persecución por mi causa. Pero así lo exige mi honor. Además, para vivir, necesito de reposo más que del aire: mi Patria no me necesita; yo no hago más que abandonarme a mi destino”.

El exilio de Olmedo

16 de noviembre de 2020


El 29 de julio de 1822, unos pocos días después de haber sido disuelta por Simón Bolívar la Junta Superior de Gobierno de Guayaquil que José Joaquín de Olmedo presidía, Olmedo le remitió una carta a Simón Bolívar. En ella, Olmedo se lamentaba con él de su situación a la fecha. Así la empezó: ‘Es imposible que Vd. no haya observado que mi situación aquí es difícil y violenta*.

 

Olmedo había presidido una Junta Superior de Gobierno, compuesta también por Rafael Ximena y Francisco María Roca, que dirigió los destinos de la Provincia de Guayaquil desde el 8 de noviembre de 1820 hasta el 13 de julio de 1822. Su actuación pública lo dejó lleno a Olmedo de acusaciones y problemas, que él le detalla a Bolívar: ‘Algunos me acusan de no haber tenido un voto pronunciado en la materia del día’, mientras otros ‘me acusan de no haber hecho protestas y reclamaciones por los últimos sucesos’. En rigor, dos caras de la misma moneda.

 

Y la otra acusación que Olmedo menciona es más de lo mismo, pero con el agravante de una potencial agresión física: ‘Otros me acusan de no haber sostenido los derechos de este pueblo y de haber vendido la Provincia, habiendo llegado a tal extremo el acaloramiento, que aún se han formado planes para atropellar esta casa, que no es mía, y hacer un atentado’. Jodida, la cosa.

 

Lo acusaban a Olmedo de no tener una postura propia y poderosa, y la defensa de Olmedo les daba la razón. A su favor, Olmedo aducía ‘haber seguido en el negocio que ha terminado mi administración la senda que me mostraban la razón y la prudencia: esto es, no oponerme a las resoluciones de Vd. para evitar males y desastres al pueblo’. Su política era sencilla: no hacerlo cabrear al Libertador**.

 

Y así las cosas, ante el riesgo de una agresión física, José Joaquín de Olmedo resolvió que su única alternativa era exiliarse:

 

Yo tomo, pues, el único partido que puedo, separarme de este pueblo, mientras las cosas entran en su asiento y los ánimos recobran su posición natural […] Yo me separo, pues, atravesado de pesar, de una familia honrada que amo con la mayor ternura, y que quizás queda expuesta al odio y a la persecución por mi causa. Pero así lo exige mi honor. Además, para vivir, necesito de reposo más que del aire: mi Patria no me necesita; yo no hago más que abandonarme a mi destino’.

 

Y ya abandonado a su destino, Olmedo se marchó a Lima***

 

*.Carta al Libertador, fechada el 29 de julio de 1822, en: ‘José Joaquín de Olmedo. Epistolario’, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Editorial J. M. Cajica Jr., Puebla, 1960, pp. 497-499. Todas las citas corresponden a ella.

** En una carta dirigida a Antonio José de Sucre, José Joaquín de Olmedo fue elocuente en señalar su desgana por la administración pública: ‘Mis males crecen cada día, y ya necesito no sólo de reposo, sino de inacción por algunos meses para restablecerme. No hallo un pretexto honesto de escurrirme y pasar en el campo siquiera un mes, y cada cosa que me afecta, como algunos renglones de sus carticas, me imposibilita en términos que ni hablar bien, ni escribir, ni pensar bien puedo. Yo no he nacido para este puesto: el retiro, la soledad y la comunicación con las musas eran convenientes a mi genio y carácter; mandar, regir, moderar un pueblo y en revolución no es para mis fuerzas intelectuales y físicas’, v. Carta al General Sucre, fechada el 18 de octubre de 1821, en: ‘José Joaquín de Olmedo. Epistolario’, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Editorial J. M. Cajica Jr., Puebla, 1960, pp. 444-445.

*** Con Olmedo también marcharon a Lima los otros dos triunviros, además de unos 200 vecinos de la ciudad.