En el marco del debate
sobre las enmiendas a la constitución, me ha interesado leer algunas
publicaciones académicas sobre la institución de la reelección. Por ello,
revisé un artículo en el que se concluyó que los políticos son más proclives a
no cometer actos de corrupción cuando tienen la posibilidad de reelegirse. La
idea es razonable (1): si los
políticos se tienen que ir de manera obligatoria del cargo, tienen menos
incentivos para comportarse de manera honesta (2).
La conclusión del artículo
me trajo de inmediato a la memoria un fragmento de aquel célebre discurso que
León Febres-Cordero dio el 30 de septiembre de 1992 por cadena nacional. En esa intervención de casi 46 minutos en la que anunció el cierre del edificio municipal,
Febres-Cordero informó de lo siguiente:
El alcalde Harry Soria (1991-1992)
no corría para la reelección, por lo que no tuvo ni incentivos (ni escrúpulos)
que le impidieran firmar 112 contratos con el 100% de anticipo por un valor de
4.000 millones de extintos sucres. Soria comprobó una hipótesis, en una escena
tan surreal que parece sacada de un capítulo de los Simpson.
(1)
Razonable si tomamos como medida de juicio el consejo de Spinoza de
concebir a los hombres como realmente son y no como quisiéramos que fuesen.
(2) Ferraz,
C & Finan, F 2010, ‘Electoral accountability and corruption: Evidence from the audits of local government’.
1 comentarios:
La contraloría presentó denuncia y se entabló un juicio ... el mismo que el Presidente de la Corte superior de Guayaquil oportunamente mediante providencia dictó el sobreseimiento definitivo y definitivo de la causa... es decir no existieron pruebas contra HS... además LFC nunca puso acusación particular en contra de HS... simples denuncias
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