El peor enemigo

10 de febrero de 2025

El peor enemigo de Daniel Noboa se llama Daniel Noboa. Porque él, para concluir el período presidencial de Guillermo Lasso iniciado el 2021, ha gobernado (desde el día de su posesión hasta el día de la primera vuelta electoral) por 444 días.

Un tiempo suficiente para juzgar a cualquier persona en un cargo de responsabilidad por sus resultados. Y en los indicadores importantes, Daniel Noboa tiene unos resultados magros. En materia económica, el crecimiento económico del Ecuador fue tan turro que fue negativo (-0.4%), según data del Fondo Latinoamericano de Reservas, la inversión extranjera fue mínima (en América latina, únicamente a Haití le fue peor), la pobreza aumentó (del 26% al 28%, 432.581 personas en números totales), la inseguridad fue rampante (en enero, hubo una muerte violenta por hora, a pesar de cumplirse un año de “guerra” contra los llamados “terroristas”). Por meses, más de la mitad del día se vivió sin luz. Nada de esto produce una buena recordación.

Pero lo peor de Daniel Noboa no es su gestión. Es su persona. Por eso es que lo representa un cartón.

La persona de Noboa es la de un tipo ausente, de mirada y pensamiento. Un fulano parco, ríspido con la lengua de Castilla, que dice lo mínimo y de manera precaria. No sirve para encandilar a las masas. No tiene el nervio que se necesita para la política: eso fue algo que estuvo allí y con lo que él podía experimentar, como una droga sintética.

Y tocó la flauta por casualidad, como en la fábula de Iriarte.

Ocurre que el resultado de la primera vuelta electoral lo puso a Noboa en una situación incómoda. Si bien es un tipo con recursos económicos (millonario, hijo de millonario, hijo de multimillonario), recursos políticos (presidente de esta Carabina de Ambrosio) y carente de escrúpulos, atributos con los que en el Ecuador todo un siempre se ha podido llegar bien, pero bien lejos (y que no hay que subestimar de manera alguna), la democracia tiene su propia lógica. Y podría hacer naufragar el artificio que es Noboa, con todo y sus potentes atributos.

Porque el problema de Noboa, de cara a la segunda vuelta, es que él no podrá encandilar a las masas: no le corresponde a él (porque no puede, no tiene el nervio ni el carisma, sino sus contrarios) la transmisión de emociones positivas. No es suya la eficacia en la gestión (al menos respaldada con números), no es suya la esperanza en el mensaje, porque no podría predicar el cambio por tratarse de su reelección. No es suyo el llamado a la unidad, porque está jugado por la polarización.

Los atributos que constituyen un buen discurso político (eficacia, esperanza, unidad) están todos ausentes. Noboa se ha quedado con ser el conductor del odio/fastidio de las masas a lo que se llama “correísmo”. Es decir, un conductor de emociones negativas (“vota por mí, para que NO lleguen ellos). Y eso, para esta segunda vuelta, sabe a poco. Y dicho por él, sabe a nada.

El presidente Noboa se vendió como un pésimo enemigo. Para el ejercicio de este cargo, de tanta exposición pública y mediática, lo ha resultado de sí mismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen análisis, Xavier. Adicionalmente, Noboa quemó los puentes con los partidos de la derecha, a los que aniquiló para presentarse como su única opción. Logró descalificar a Topic, desconoció a los socialcristianos y similares, la única que le queda es Andrea González, libre del PSP, y la atraerá con espacios de poder. El PSC sabe que un triunfo de Noboa significaría su desaparición definitiva como alternativa de la derecha. Solo apelará a las bases de esas candidaturas, la tendrá muy cuesta arriba.

Anónimo dijo...

Excelente!!