Periodismo malo

28 de febrero de 2025

Unos meses atrás, un académico ecuatoriano afincado en el extranjero publicó una investigación. La investigación no es lo relevante; lo relevante es lo que se puede predicar del periodismo ecuatoriano a partir de ella.

Este académico indicó que durante años existió una “Pax Narca”, es decir, un acuerdo entre autoridades del Estado y delincuentes de los GDO, por el que se ocultó la muerte de miles de personas, que pasaron a formar parte de un subregistro estatal. El total de personas muertas de forma violenta pero no registrada ascendió a más de 7.000, a razón de dos por día más o menos, durante el período evaluado (entre enero de 2007 y mayo de 2017). El académico llegó a estas conclusiones sentado frente a un monitor.

Si su relato es cierto, el periodismo de este país es malo. Porque quiere decir que durante diez años murieron de forma violenta dos personas al día por hechos vinculados a los GDO que el Estado buscó ocultar, pero que nunca, NADIE NUNCA en el periodismo ecuatoriano, se enteró de estos hechos y pudo reportarlos y denunciarlos, y todas esas cosas que se esperan del periodismo. Es decir, si este relato es cierto, aquí los periodistas son una caterva, porque habría supuestamente en esto casi el doble de víctimas que hubo en la dictadura de Pinochet, pero ni una sola línea en el periodismo del 2007 al 2017 que lo documente. No hubo ni una sospecha, ni un familiar de una víctima que manifieste su dolor, ni una evidencia de la macabra orquestación. Nada de nada. 

Creo (espero) que el relato sea falso. Es que, en verdad, no pueden ser tan inútiles: más de 7.000 mil muertos con complicidad estatal y todo el periodismo son unos cojudos que NS/NC. Por diez años.

El problema es que, si el relato del académico es falso, el periodismo del Ecuador es igualmente malo. Porque quiere decir que alguien viene a decir que murieron más de 7.000 personas en diez años, que hubo un pacto criminal entre el Estado y los GDO, que se hizo un subregistro de víctimas de muertes violentas, y se le da cabida en los grandes medios de comunicación del Ecuador casi sin cuestionamiento alguno a sus afirmaciones: sin elaborar sospechas, sin presentar un familiar de una víctima que manifieste su dolor, sin una evidencia de esta macabra orquestación. Según ellos, habría que creerle a una persona que llegó a estas conclusiones sentado frente a un monitor. 

OJO: El académico podría decir (mentir) lo que quiera, pero es el deber de un periodismo responsable la verificación de sus afirmaciones, la búsqueda de la evidencia que corrobore o desmienta la versión que se le presenta. Todo ese ejercicio estuvo ausente. Una persona frente a un monitor les hizo el trabajo y ellos no lo cuestionaron jamás. Lo dieron por bueno, porque era conveniente a su relato político. 

En términos de periodismo, son una caterva (pero como operadores políticos sí son útiles). No se les cayó un cuestionamiento sobre los muertos que se encontraron entre las tablas de Excel. Ni sospecha, ni víctima, ni evidencia alguna de orquestación. Nada de nada.

El periodismo en este país es malo, lleno de Carlos Ochoas de la derecha tiro Carlos Vera. Aquí, de manera habitual la misión del periodismo se hace añicos por la creación y sostenimiento del relato político. Porque es a los políticos a quienes sirven, no a la gente.

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