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El Embajador Bloomfield y la República del Ecuador

19 de mayo de 2019


El Gobierno del demócrata Jimmy Carter (Plains, 1.924), Presidente de los Estados Unidos de América entre 1.977 y 1.981, mantuvo como Embajador de su país en la República del Ecuador a Richard J. Bloomfield (1.927-2.011), designado durante el Gobierno del republicano Gerald Ford (1.913-2.006) el año 1.976. El 10 de enero de 1.978, el Embajador Bloomfield escribió un cable muy sabroso sobre la política de los Estados Unidos de América de cara al retorno del Ecuador a la democracia, que demuestra la pequeñez de nuestras élites políticas y económicas.

En ese cable del 10 de enero, Bloomfield informó a su país que, de cara al referéndum constitucional del 15 de enero de 1.978, los actores políticos ecuatorianos discutieron cuatro alternativas: la perpetuación del gobierno militar a través de un “auto-golpe”, la interposición de una Presidencia provisional, la convocatoria a una Asamblea Constituyente, o el uso de algún subterfugio para descalificar a Bucaram. La reacción de los Estados Unidos, decía Richard J. Bloomfield, debía motivarse según si la alternativa escogida avanzaba hacia la meta del “gobierno representativo”.

Richard J. Bloomfield, Embajador gringo entre 1.976 y 1.978

La razón de plantearse estas cuatro alternativas era por el temor compartido por todos los actores políticos (militares, élites económicas de Quito y Guayaquil, partidos políticos) frente a la posibilidad de que el retorno a la democracia conduzca a unas elecciones en las que el pueblo elija a Assad Bucaram, líder populista de Guayaquil. Como lo recuerda el Embajador Bloomfield, el golpe militar del año 1.972 se dio para evitar que se realicen unas elecciones en las que pudiera ganar Assad Bucaram. Esta posibilidad real de que, seis años después, se repita ese escenario de terror donde un rústico hijo de libaneses pueda llegar a gobernarlos por el voto popular, era algo que todos los que cortaban el bacalao en el país deseaban evitar. Los hermanaba una rotunda vocación anti-democrática contra Bucaram.

En el apartado “U.S. Policy”, Bloomfield indicó las posibles reacciones de los Estados Unidos de acuerdo con algunas alternativas descritas. En particular, los escenarios que denegaban la participación popular (como el auto-golpe y la Presidencia provisional) tendrían una posible reacción hostil y negativa de los Estados Unidos. Pero en el caso usar algún subterfugio para la descalificación de Bucaram, Bloomfield recomendaba a su país que mantenga una postura “neutral”.

Finalmente, los políticos ecuatorianos en 1.978, acaso cautelosos, optaron por la alternativa que cumplía el doble propósito de satisfacer sus intereses y de no causar problemas al Gobierno de los Estados Unidos de América: se impidió a Assad Bucaram la participación en las elecciones venideras con una cláusula legal claramente abusiva.

Luego pasó que Bucaram se murió el 5 de noviembre de 1.981 obra de un súbito yeyo al wacho, apenas unos meses después del oscuro deceso de su sobrino político Jaime Roldós, el Presidente de la República que Bucaram había apoyado en esas elecciones en las que a él se le impidió participar, muerto en un supuesto accidente de aviación en mayo de ese mismo año. Tras este par de ilustres finados cefepistas del 1.981 (annus horribilis para el CFP) se volvió a barajar el naipe político del país y en este nuevo reparto quedó un serrano bobo de la DP como Presidente para lo restante de ese período (1.981-1.984) para luego pasarle la posta al siguiente hombre fuerte de nuestra política, León Febres-Cordero (1.931-2.008), quien dominó la escena política hasta el advenimiento de Rafael Correa (1.963) en el año 2.006.

Pero esto que pasó después de las muertes de Jaime Roldós (1.940-1.981) y Assad Bucaram (1.916-1.981) en ese aciago año 1.981 ya no lo pudo prever el Embajador norteamericano Richard Bloomfield en su cable de enero de 1.978. Ni verlo tampoco, no por otra razón como por la fundamentalmente práctica de que el Gobierno del Presidente Jimmy Carter lo trasladó a ejercer como su Embajador en Portugal, ese mismo año 1978. Para marzo de aquel año, Bloomfield gozaba ya de los placeres de Lisboa.

Richard J. Bloomfield murió el 22 de noviembre de 2.011 en Belmont, Massachusetts, por complicaciones relacionadas con el Alzheimer. Contaba 84 años. A él, en el tránsito a este período “democrático” que los ecuatorianos vivimos desde el año 1.979, le cupo hacer una descripción precisa de las miserias de nuestra pequeña, miedosa y anti-democrática clase política.

Velasco Ibarra y la oligarquía ecuatoriana

18 de enero de 2019


El Embajador de los Estados Unidos de América para el Ecuador durante los primeros años del Gobierno de Jimmy Carter, el Sr. Richard J. Bloomfield, explicó en un cable a sus jefes quién era el quiteño José María Velasco Ibarra (1893-1979) y su relación con la oligarquía ecuatoriana. Para él, el tantas veces presidente Velasco Ibarra nunca representó una amenaza para los intereses de nuestra oligarquía. Lo explicó así:

“Desde los tempranos años treinta, la solución del establishment ante la amenaza populista era cooptarla en la persona de Velasco Ibarra. Velasco era la personificación del demagogo populista, con la crucial diferencia de que él mismo era un producto de la oligarquía y cuando estaba en el gobierno no representaba amenaza alguna a sus intereses. Velasco fue así capaz de unir detrás de sus candidaturas a los segundones y a los miembros de la oligarquía. Fue depuesto en cuatro ocasiones. En las primeras tres fue sacado cuando su ineptitud como administrador, en contraste con su maestría para cautivar al electorado, amenazaba con llevar al país al tipo de caos económico que el establishment no podía permitirse”.

En simple: Velasco Ibarra fue invariablemente un tonto útil de la oligarquía, más allá de sus buenas intenciones, su verbo elocuente y su proverbial honestidad. Murió en Quito, el 30 de marzo de 1979.