Además de the usual gang (not of idiots, of course) esta edición especial de la revista Vanguardia ofreció la mirada de 15 personas en 15 temas que, en el curso de los años recientes, han modificado nuestra manera de percibir y actuar. Dagmar Thiel, Cristóbal Zapata, Denise Nader, Julio Echeverría, Alexandra Kennedy, Luis Verdesoto, Tina Zerega, Efraín Soria, Mauricio Ferro, Jéssica Jara, Milton Luna, Marialuz Albuja, Leonardo Valencia, Alberto Granja y Nelson García ofrecen sus miradas críticas sobre los nuevos trabajadores, los procesos de legitimación en el ámbito artístico, la comunicación, el individuo vs. la autoridad, las nuevas familias, la ciudadanía diversa, lo privado y lo público, las diversidades sexuales, la ecología, las relaciones de pareja, el profesor y el alumno, el cuerpo y el sexo, el sincretismo y la creación, el médico y el paciente, las rupturas musicales. La mayoría de esas miradas resultan estimulantes para pensar a profundidad esos temas y es un acierto gigante de Vanguardia el que exponga esas miradas críticas porque, por sus temas y por la novedad de la mayoría de voces que los comentan, tienden a oxigenar un panorama de opinión que suele enrarecerse por la usual crítica vocinglera y de frases huecas que se hace por estos pagos.
Una de cal para la revista, pero otra de arena: Vanguardia le erra como a la peras con el enfoque introductorio a esas 15 miradas. En esa introducción, cuyo título es “Los sentidos ya no son lo que eran”, la revista supone que le corresponde al Estado “dar[le] cauce a las nuevas tendencias que dibujaron los forajidos”, o sea, darle cauce a esas personas “que ya no piensan la política como un deber marcial y que no miran la vida como una suma de sacrificios y castigos sino como una colección de placeres”. Vanguardia señala que “[e]l Presidente podía optar y lo hizo por las tesis de la vieja izquierda [sin entender] que la sociedad requiere más una revolución cultural, al estilo de Mayo del 68 en Francia”. Ups, you got it all wrong, baby!. Éste al que haces referencia es el Estado, no una comuna (valdría más que no haya Estado y sólo comunas que cultiven su jardín, como quería Voltaire -¿alguien reconoce esta línea?-, pero eso es otra historia). No cabe endosarle a un Gobierno no darle cauce a Mayo del 68 (WTF?): pretender que el Estado falla en hacer eso, no sólo es no entender el rol del Estado (y cargarle las tintas de manera innecesaria y torpe) sino no entender siquiera Mayo del 68, el que según Cornelius Castoriadis “hizo visible para todos algo fundamental: el lugar verdadero de la política no es aquel que se creía. El lugar de la política está en todas partes. El lugar de la política es la sociedad” y que la “inspiración profunda” de esas jornadas de lúdica lucha “era la aspiración a la autonomía tanto en su dimensión social como individual” lo que implica “la autogestión, la autoorganización, el autogobierno colectivo colectivos en todos los ámbitos de la vida pública” (en esa línea, v. acá). Lo dicho: they got it all wrong.
Finalmente, pasando de coles a nabos, fue culpa de un tal Vicente Nario que no haya habido Lunes de Vanguardia este 10 de agosto. Pasaron el programa a un transitorio Miércoles de Vanguardia, pero sucede que ese día se me cruzó con mi horario de clases y no pude asistir. Supe que César Monge no llevó los camarones, ni apanados ni en ningún formato comestible o por cocinarse, pero que en cambio Andrés Crespo, against all odds, sí llevo el pan. Y justo lleva el pan el día en que no voy. Me tinca compló. Comprobaré esa hipótesis este lunes, que volvemos a nuestro horario habitual (que no es el horario cultural de los domingos a las 3 de la mañana, sino las 8h30 de la matina de los lunes, por 106.5 FM)
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