En reciente relectura de La revolución y nosotros, que la quisimos tanto, de Daniel Cohn-Bendit, me encontré con una entrevista a Abbie Hoffman realizada en setiembre de 1985, en la que puede leerse este fragmento:
“Dentro de treinta o cuarenta años, cuando se escriba la historia de nuestro siglo, Woodstock será reconocido como uno de los acontecimientos más importantes de estos tiempos… ¡Tan importante como Stravinsky! Un suceso único, extraordinario… Estoy convencido de que más adelante se reconocerá la capital importancia que tuvo en cuanto comunión espontánea de toda una generación. Hoy nadie puede imaginar lo que fue aquella concentración de quinientos mil jóvenes que, durante tres días, escucharon a las mejores y más originales músicos de la época. Toda aquella gente, una verdadera marea humana, tendida en la hierba, tranquila, feliz. Se había anunciado un cataclismo, una hecatombe. El gobernador del Estado (Rockefeller) la declaró zona catastrófica. Para el New York Times, era una auténtica pesadilla, y para todas las instituciones biempensantes del país, una tragedia. Era monstruoso, inaceptable. Nosotros en cambio decíamos: ‘Será formidable… ya veréis, será maravilloso’. Y lo fue”.
Y lo fue. Acá, la pulenta cobertura que la edición argenta de la Rolling Stone realizó de los 40 años de ese festival, con un recuerdo de un joven Martin Scorsese en el mismo (cuando era un tanito cualquiera de Little Italy) y una entrevista a su creador, Michael Lang. Acá, el muy buen reportaje que publicó el domingo diario El Universo (lo mejor que leí en la prensa local sobre el tema) de esos días de agosto del ’69, con la inclusión de la mirada de un guayaquileño, la del amigo Sergio Pérez, sobre el festival (la leyenda cuenta que Sergio fue el único ecuatoriano que allí estuvo –yo no conozco de otro que cuente esa historia, al menos) y de la influencia tardía del festival en Guayaquil. Al día siguiente y de manera curiosa, Alfonso Reece escribió la columna ¿Por qué no estuve en Woodstock?, donde declara no saber “si algún ecuatoriano estuvo entre los 500 mil afortunados que lo vivieron” (por temas de edición, Reece no se enteró de la historia de su colega de página Pérez). Por cierto que la columna de Reece, escrita en un plan chance mafufero, es bastante buena.
40 años atrás, el 18 de agosto de 1969, tipo 9:00 AM, Jimi Hendrix tocaba en Woodstock. Y supongamos que tocaba ésta:
2 comentarios:
Puta madre q tiempos !!! yo que aún soy pelado qué nostalgia siento por algo que no viví (Mayo del 68 y Woodstock) , pero que de sólo rememorarlos leyendo o viendo videos, fotos me dan ganas de llorar de cómo se nos fue todo a la mierda !! ahh q tiempos definitivamente. !! Saludos !!
Far out, man!
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