No
me refiero (aunque sería un excelente tema) al fútbol que se comenta en El camerino,
el programa en el que participa el amigo Diego Arcos en CD7. Me refiero en esta
ocasión a esta buena entrevista a Juan Vicente Lezcano que
publicó diario El Universo el día de ayer, en la que este jugador
paraguayo del Peñarol de Uruguay de la época gloriosa de Alberto Spencer
recuerda que ese equipo era “el mejor equipo que integré en mi vida, tenía un
vestuario bárbaro, un compañerismo… Todos luchaban para todos, a un mismo
ritmo”, era un equipo donde se practicaba la solidaridad, con un técnico como
Roque Gastón Máspoli, que “te hacía sentir el cariño. Mantenía la alegría en el
vestuario”.
Esas
palabras resumen lo que me apasiona del fútbol, precisamente, su dimensión
comunitaria, la que empieza antes de saltar al césped, en el camerino, con el
compañerismo y la alegría entre los miembros de esa comunidad deportiva (una
dimensión comunitaria que incluso puede proyectarse al ámbito social
-recuérdese el ejemplo de la Democracia Corinthiana, acá como se lo publicó en Fútbol
Rebelde, por acá, en una versión más larga que publiqué en
esta bitácora) y que no anula la proyección individual de ninguno de ellos.
Para no salirnos de ese Peñarol exitoso y comunitario, recordemos a su goleador
insignia, al Negro Alberto, quien declaró que los jugadores ecuatorianos
“siempre jugaban bien, pero de repente se acordaban que eran ecuatorianos y
¡zas!, ahí se complicaba”. Pero él, como ecuatoriano, no participó de esa
mediocridad: “Nunca me achiqué. Uruguay era una potencia futbolística y, sin
embargo, nunca me amilané y le di para adelante”, acá. Spencer le dio para adelante y creció como
jugador para alcanzar 2 copas intercontinentales, 3 copas libertadores, 8
campeonatos nacionales (7 uruguayos, 1 ecuatoriano), ser el segundo goleador de
la copa intercontinental (que en los sesenta se la llamaba atlantic-copa
–atención al minuto 0:56 del segundo vídeo) y el máximo goleador histórico de
la copa libertadores, con 54 goles (48 con Peñarol, 6 con Barcelona S.C.),
torneo que este año, en su 50mo aniversario, instituyó el Trofeo Alberto
Spencer al goleador del certamen. Ser un Spencer no implica serlo a
despecho de los demás miembros de la comunidad en la que se participa (como
sugiere la fría lógica de la competencia que suele mirar a los otros como
potenciales enemigos) sino que presupone a los otros como necesarios para
serlo, en un crecimiento colectivo (Spencer gana lo que el Peñarol gana), en
una fábrica de belleza (siempre viene a bien recordarla, acá,
expresada por aquel a quien tanto envidio) y de buenos recuerdos.
Sobre esto último, reléase, sino, la entrevista a Lezcano, acá.
Al
fútbol lo quiere empañar el nacionalismo imbécil, la violencia estúpida, la
corrupción y el envilecimiento de quienes lo pretenden convertir en pingüe
negocio a despecho de su belleza. Pero la pelota (lo dijo un enviado) “no
se mancha”. Siempre habrá la belleza de lo pequeño, de la comunidad,
de la solidaridad, de la amistad, de la alegría, ante la que los imbéciles, los
estúpidos, los corruptos y los viles, nada pueden ni podrán hacer porque “empañan, sin marcharla, la hermosura” de este
deporte. Esa comunidad, esa solidaridad, esa amistad, no anula la libertad de
cada uno de sus integrantes: es su presupuesto necesario. Lo prueba Alberto,
ese grande del que todavía tanto tenemos que aprender.
P.S.- Dos vídeos del ’66, glorioso año para
Peñarol, campeón de la copa libertadores y de la copa intercontinental (tres
goles del virtuoso Spencer –“hay que abrigarse, señora”):
3 comentarios:
Habría que dedicarle el tango "por una cabeza" a "cabeza mágica". Justo estoy leyendo un libro de él. Después de Artigas, el 2do lugar entre los ídolos de los uruguayos.
Saludos
definitivamente ha sido el mejor jugador de los tiempos, no tanto por sus logros, sino por su gran corazon y verdadera vision,mas que de un deportista, de un ser humano. Grande Spencer!!!.
La gran generacion de ciudadanos que pertenecieron al mundo, hombres y mujeres que trascendieron. Para el futbol ecuatoriano un gran orgullo Spencer, no habra otro tiempo como el de Spencer, no habra entonces otro como Spencer...........
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