Me
he quedado en Guayaquil este feriado para disfrutar, entre otras cosas, de mi
hamaca y de buena literatura. Me agencié para la ocasión la Biblioteca del
fútbol ecuatoriano, una obra colectiva en cinco tomos editada por cuatro
personas (Raúl Pérez Torres, Kintto Lucas, Pablo Samaniego y Fernando Carrión,
quien fue reincidente). Me he deleitado leyendo el cuarto tomo, Quema de
tiempo y área chica. Fútbol e historia, donde en el artículo de Javier
Velásquez Villacís titulado Historia del fútbol ecuatoriano desde Guayaquil,
me encontré con estas líneas, un tanto barrocas en su redacción, pero
interesantes en su contenido:
“Fue
también en Quito ‘… cuna de raros milagros, de apasionadas leyendas’, en donde
con gran espíritu competitivo, se inició el primer torneo entre ciudades,
cuando el 10 de agosto de 1912 el conjunto Guayaquil fue invitado a
competir en la capital. Luego de superar grandes inconvenientes, los aguerridos
guayacos emprendieron el viaje en un vagón acicalado con los banderines de los
clubes europeos de su predilección. El viaje fue tortuoso, pero el propósito
valía el sacrificio, al fin, como hermanos ecuatorianos, los esforzados
cultores de nuestro naciente balompié se darían las manos y competirían
sanamente, legándole al país ese momento imborrable cuando el sudor, la garra y
el pundonor de los jóvenes idealistas se juntaron en un pacto de fraternidad
ecuatoriana que solamente el deporte ha logrado mantener en nuestro país,
azotado por el resultado de la diferencias políticas y partidistas.
En
este histórico evento, Guayaquil logró vencer a su rival y anfitrión por el
puntaje de 4 a 0, con Julio Vásconez en el arco; Reyes y Madinyá en la zaga;
Uraga, Dunn y González en la línea media; y, Seminario, Plaza, Aguirre, Guzmán
y Wright en la delantera”.
Este
fragmento me hizo inmediato clic con esta fotografía de mi acervo familiar, en
la que figuran mi bisabuelo y mi tío bisabuelo, Juan Xavier y Carlos Alberto
Aguirre Oramas:
El
Aguirre que formó filas del equipo guayaco que venció al paisanaje en 1912 es,
creo, Carlos Alberto.
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