Preso y dictadura

21 de febrero de 2010


El Alcalde Nebot es un preso político. No lo es, por supuesto, en el sentido estricto del término (digamos, en el sentido, p. ej., de Amnistía Internacional) pero sí que lo es en un sentido figurado. Nebot es preso de sus propias limitaciones políticas: es un personaje, como bien lo apuntó Simón Pachano el lunes pasado en diario El Universo, “territorialmente limitado, sin propuestas nacionales y sin horizonte político”. Nebot está consciente de esas limitaciones: su discurso de la marcha del 11 de febrero se encargó de confirmarlas todas. Más relevante todavía es el hecho cierto de que Nebot no es, ni de lejos, el conductor idóneo para la incipiente oposición al Gobierno central. No lo es, no sólo porque su pasado político lo deslegitima (arrastra el pesado lastre de la partidocracia) y porque sus prácticas políticas carecen de credenciales democráticas (en razón de las sistemáticas violaciones a las libertades individuales en el espacio público y la negación persistente de cualquier asomo de democracia participativa en su administración, p. ej.) sino porque él mismo no quiere asumir ese rol. No lo quiere asumir, porque Nebot es un político acostumbrado a no arriesgarse, a jugar con las cartas marcadas (resultó Nebot un delfín infradotado de León Febres-Cordero): si en un escenario X percibe posibilidad de perder, Nebot no jugará. Él sabe que su negocio está en el tinglado local y que Guayaquil es un concepto retórico útil para defender su negocio. Y no es tanto que Nebot sea cobarde sino que, como el Chapulín, lo tiene todo “fríamente calculado”. Así, quienes esperan que Nebot asuma un rol político nacional, podrán esperar sentados. Mucho, mucho tiempo: ad kalendas Graecas.

Jaime Nebot, entonces, es un preso político de sus propias limitaciones y por su propia voluntad y no lo es por ninguna dictadura. No lo es, y sin embargo, es lo que Nebot sostuvo en el pobre discurso del 11 que marcó sus límites y lo que sostienen también algunos otros de la oposición. Ellos se han llenado la boca con ese duro término, sin conocerlo, sin entender que la dictadura como concepto político implica la usurpación del poder y su ejercicio al margen de la ley y con irrespeto a los derechos humanos. Un escenario que no sucede en este país (sin desconocer cierta intolerancia, exabruptos indeseables y algunas violaciones a las libertades individuales, en particular, en materia de libertad de expresión). No resulta extraño, en todo caso, que los de la oposición se llenen la boca con la repetición abusiva de lo que ignoran o de lo que les convenga repetir para la obtención de réditos políticos (o sea, que lo repitan de mala fe). El problema, en realidad, no es que lo digan, el problema es que se lo crean. Lo primero, podría interpretarse como un acto (acaso) de momentánea estrategia política, lo segundo, simple y llanamente, sería una estupidez. No sólo una estupidez conceptual (que lo es) sino de estrategia a largo plazo porque consolida la misma pobre retórica reactiva y sin propuesta que caracteriza al que es y será el líder fallido de la incipiente oposición. Me refiero, por supuesto, a Jaime Nebot, preso político.

Jueguito: En la imagen, ¿cuál es Jaime Nebot, cuál Gustavo Zúñiga? El ganador se hará acreedor a una visita a la iglesia del Opus Dei guiado por el arcángel del Cioppo y el perdedor recibirá (cual informal) garrotiza pretoriana.

Me temo que declararé el concurso desierto.

3 comentarios:

xnegro dijo...

Saludos!! de acuerdo con esa forma clara y seca de plantear la situación: aquí no hay patriotismo, ni exceso de civismo, ni ningún amor a la libertad, todo es pura patraña calculada, cero inocencia o super-apasionamiento. Nebot solo defiende sus intere$e$ particulares y los de su grupo (fundaciones q reciben fondos públicos a dedo sin responder por nada, emprendedores con plata ajena), no hay nada más...
Sus seguidores: sus empleados (de él y sus socios) que dependen de apoyar el "modelo de desarrollo" para conservar su puesto de trabajo, los hijos y amigos de estos emprendedores guayacos (ese círculo social wanna be miami ), y una buena parte de gente que acude bajo presiones: vendedores de mercados regenerados, dirigentes de barrios en los que justo ahora y después de solo 20 años les va a tocar una toma de agua... osea: el progreso.

Eso no es Guayaquil.

Apoyar la distritalización de la ciudad me parece el camino para la inclusión y democratización, y seguramente a más recursos para su desarrollo.

Necesitamos nuevos candidatos para la alcaldía.

Sugerencias?

Disculpa lo largo del comentario pero soy muy apático para llevar mi propio blog.

Salud!

Cesar Bueno dijo...

Recontra Sharp en tu descripción de la situación política de "Jaime Nebot" en la diáspora nacional.
Que te podría decir? [...] si ya lo dijiste todo... (no Brown nose)
Hasta la próxima "el bueno de Cesar Bueno".

Nota: Xavier, coji un curso de español intensibo, solo para escribir en tu blog.

Anónimo dijo...

La dos Polito!