Intenté agarrarle el gusto al último disco de Sabina vía intra-literaria: me conseguí Romper una canción, libro escrito por Benjamín Prado sobre el viaje literario de ambos el que, según Sabina, debía hacerse porque “yo vivo en una felicidad doméstica de la que es imposible sacar un verso; pero tú [Benjamín] estás hecho polvo, y eso es una mina. Te propongo aprovecharme de tus desgracias y que nos vayamos por ahí a escribir canciones contra tu ex novia”; ese “por ahí” se convirtió en Praga y ese libro que se escribió en su contratapa promete contar “esa aventura que fue puro rocanrol, llena de versos y versos tachados, chicas que vienen y que se van, viajes, música, alcohol, risas y, sobre todo, lleno de una amistad sin fronteras ni direcciones prohibidas”. Una promesa que, a pesar de cierta anecdótica gracia, retruécanos y humoradas, el libro termina por incumplir ampliamente.
Yo intuyo, de bote pronto, dos problemas en el Sabina actual: el afán de hacer caja y esa “felicidad doméstica”, que es la ausencia de calle y drogas en la lírica sabinera. El afán de hacer caja se nota en la inclusión en el disco de zanguangos tipo Pereza, pero mucho, mucho más grave, es la ausencia de calle y drogas (la que se ha lamentado por acá) que se nota en esa lírica tan apoltronada, de esquina con brandy y perro sabueso. Una lírica que se merece otro registro y no este pronto-a-convertirse en papelón. No se lo merece el viejo y puñetero Sabina.
Para precisar: en uno de esos hermosos libros que escribió mi casi tocayo Javier Menéndez Flores, se consigna la frase de Sabina que decía que el último disco de Manu Chau “apestaba a autocomplacencia”: botellita, porque no a otra cosa apesta este último disco de Martínez, así como el libro de Prado que intenta reivindicarlo y que sólo sirve para añadirle fetidez a lo que ya, curtido en aséptico tiramisú, muy mal olía.
Nota random de salida: mejor que Sabina se quite la careta y diga de manera directa lo que sus canciones dicen de manera sinuosa (con letras como “Tendrás sexo conmigo y después te echaré a la mierda”, “Si te dije que te quiero es porque estaba drogado”, “Puedes estar en mi cama, pero si quieres amor te puedes ir a la re puta que te parió”, “En los intervalos que hay entre nuestra actividad sexual me aburro mucho”, ja). O sea: mejor este Joaco que aquel Martínez y su partner-in-crime de autocomplacencia:
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