Guayagil

23 de noviembre de 2020

Este 9 de Octubre del bicentenario de su independencia ocurrió, sin querer queriendo, una explicación de cómo funciona la ciudad de Guayaquil. Para los festejos del bicentenario, la Alcaldía de Guayaquil pagó 276.880 dólares para contratar a una empresa que preste un servicio de drones a fin de formar figuritas en el cielo. Para cumplir con el objeto de este contrato, se requería que no esté operativa ninguna red de Internet, pero la red de la propia Alcaldía se activó y echó al traste el show. En pocas palabras, la Alcaldía pagó un montón de dinero en tiempos de pandemia, por un espectáculo que ella misma boicoteó.

 

Pero es mejor no hablar de ciertas cosas.

 

Y así mismo es el desarrollo urbano de la ciudad, pagar en exceso por un crecimiento urbano de magros resultados y no discutir esos resultados, y es aún más grave, porque la Alcaldía de Guayaquil, por pagar en exceso por su crecimiento, anula su futuro (sobre esto, v. ‘Monte Sinaí’ y ‘Guayaquil a la deriva’). Pero esta sombría situación, en Guayagil, rara vez se la discute en público. Se prefiere creer, a contramano de la experiencia, que se está viviendo una historia de ‘éxito’. (En el fondo, el problema en Guayagil es la incapacidad de imaginar, la casi nula conciencia crítica sobre la realidad que se está viviendo –se vive a la manera de un taburete o una estrella de mar.)

 

Y es que sí que hay un ‘éxito’, pero que le corresponde a unos pocos avivatos de Guayagil, y es el de haber podido engañar a muchos, por mucho tiempo.  

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