En enero de 1842, el Gobernador de Guayaquil Vicente Rocafuerte y Rodríguez de Bejarano, hombre de 58 años de edad, todavía soltero (1), podía pensar en un futuro brillante para la República del Ecuador que él había contribuido a fundar en 1835.
En enero de 1842 el Ecuador era una joven república, dejando atrás un pasado borrascoso de insurrecciones y de guerra civil, además de una sui géneris figura jurídica de ser, entre 1830 y 1835, un Estado dentro de una República de Colombia que, en la práctica, lo ninguneó (2). Vicente Rocafuerte, hombre adinerado e ilustrado, viajero y cosmopolita, había llegado a Guayaquil en 1833, después de residir en el extranjero por 14 años, y tras varias escaramuzas, se terminó por aliar con el hombre fuerte de esos años bisoños, el general venezolano Juan José Flores, para gobernar el Ecuador. De esta alianza entre un ilustrado y un bruto surgió el triunfo militar en los arenales de Miñarica y emergió, después, una Constitución (la ambateña de 1835) que fue la primera que declaró al Ecuador como una República, ya no como el aborto de Estado que había sido en el diseño anterior.
La Constitución de 1835 era moderna (p. ej., establecía normas para la protección de la propiedad intelectual) y bajo su imperio ocurrió la conclusión del período de gobierno de Rocafuerte entre 1835 y 1839, su transmisión del poder ejecutivo a Flores, e incluso la conclusión del período de Flores entre 1839 y 1843. En enero de 1842, bajo la Presidencia de Flores y la vicepresidencia de Aguirre (3), Rocafuerte podía pensar que la Constitución que él moldeó en julio y agosto de 1835 garantizaba la estabilidad de los gobiernos en el territorio que el Ecuador tenía entonces, que era de alrededor de más de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados, y que era limítrofe, por el Este, con el Imperio del Brasil. A Rocafuerte le pudo parecer en enero de 1842 que el Ecuador era una tierra promisoria para la prosperidad.
Pero si Rocafuerte abrigó este pensamiento, la realidad no tardó en arrebatárselo. Primero, la fiebre amarilla, que asoló a Guayaquil ese mismo 1842. Luego, la ‘Carta de la Esclavitud’ de 1843 y el primer golpe de Estado exitoso con el triunfo de la revolución marcista en 1845 y la expulsión de Flores del territorio del Ecuador en julio de ese año. Entre 1843 y 1845, el ideal de estabilidad de los gobiernos se había hecho trizas. Rocafuerte murió en 1847 y se perdió la sucesión de golpes de fuerza que se acomodaron con nuevas Constituciones.
Porque, después de la revolución marcista, el Ecuador fue de tumbo en tumbo, creando Constituciones para justificar variopintos golpes de Estado, con más pena que gloria y sin producir una sucesión de Presidentes de la República como la ocurrida entre Rocafuerte y Flores hasta la próxima unión de un hacendado guayaquileño muy adinerado y un Flores, casi al final del siglo XIX (4).
La sucesión de constituciones y golpes de Estado, sumada a la errática política diplomática y la debilidad del Estado en el concierto de las naciones, hicieron que en enero de 1942, en Río de Janeiro, el representante del Ecuador, Julio Tobar Donoso, firme un Protocolo que redujo el territorio de la República del Ecuador a los aproximadamente 280.000 kilómetros cuadrados que actualmente (mal)administra. Así, entre enero de 1842 y enero de 1942, la República del Ecuador perdió alrededor de un millón de kilómetros cuadrados de territorio y resignó su vecindad con el inmenso Brasil. Perdió toda guerra en la que participó y casi tuvo más Constituciones que períodos presidenciales concluidos (5). Vencido en el exterior e inestable en lo interior, es fama que el representante del Brasil, Oswaldo Aranha, le espetó a un atribulado Tobar en la Conferencia de Río de Janeiro un ‘aprendan a ser país, y luego reclamen sus derechos’ (6).
Entre enero de 1842 y enero de 1942 pasaron cien años y no hicimos un país en serio. Y parece claro, en esta tierra de perpetuos desacuerdos, que seguimos sin atisbo de serlo.
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(1) Se casó con su sobrina Baltazara Calderón Garaycoa (hermana de Abdón Senén) el 10 de febrero de 1842.
(2) Así
pasó cuando Roberto de Ascázubi, tras la derrota en Miñarica y por resolución
de una Asamblea Constitucional que se reunió en Tulcán, fue a Bogotá a ofrecer
la anexión de la Sierra ecuatoriana a Colombia, país que en ese entonces
operaba bajo el alias de ‘la Nueva Granada’. En Bogotá se cagaron de la risa
le negaron su propuesta a Ascázubi y lo mandaron con viento fresco de vuelta.
(3) En el período 1839-1843 estuvieron los récordman en tándem, v. ‘31 de enero de1839’.
(4) La otra ocasión del siglo XIX en que se sucedieron dos Presidentes de la República que terminaron sus períodos de gobierno ocurrió entre 1884 y 1892, cuando gobernó entre 1884 y 1888 el guayaquileño José María Caamaño y Gómez-Cornejo, hacendado adinerado que fue sucedido por el gobierno del quiteño Antonio Flores Jijón, hijo del general Flores, que se llevó a cabo xentre 1888 y 1892.
(5) Desde 1835 hasta el año 1942 de la pérdida territorial frente al Perú, la República del Ecuador tuvo un total de catorce períodos de gobierno concluidos durante la vigencia de doce Constituciones (si contamos las Constituciones desde que el Ecuador es Estado independiente, serían trece).
(6) El diplomático norteamericano Sumner Welles, que representó a los Estados Unidos de América en la Conferencia de Río de Janeiro, escribió una memoria sobre cinco países andinos y argumentó que, de todo lo que andaba mal con la América andina, la República del Ecuador era lo peor, un remedo de país.
1 comentarios:
Sería interesante un estudio sobre esas figuras que ejem, se mantenían solteros y sin otra descendencia que "La Patria"
¿Cuán grande es/era el closet en la política del país de la mitad del mundo?
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