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Satori

18 de junio de 2017

He contado en una entrada anterior la vez que decidí ser carnívoro el resto de mi vida. Sucedió en la Argentina, país propicio a la buena carne, en un campo en las afueras de Mendoza. Todo era ideal: la carne, el vino, el ambiente. Fue un momento digno de justificar el eterno retorno.

Ese fue el día en el que abandoné el prejuicio urbano (debo decir, de algunos urbanitas) de la sacralidad de la naturaleza. Los animales son hermosos, también en mi plato.

Y acepté en mi corazón, todavía sin conocerla, la frase atribuida a Fran Lebowitz que leí años después en Brasil: “Mi animal preferido es el bife” (1).

(1) de Lara, José Francisco (comp.), ‘Ironia. Frases soltas que deveriam ser presas’, Cócegas Editora, Curitiba, 2005, p. 79. 

Tres versiones del No a la Pachamama

3 de octubre de 2008

Volvimos de comprar sushi y unos tintos para celebrar nuestra despedida del viaje a Bogotá y cuando estacionábamos el coche fue que vimos algunos No a la Pachamama colocados en la puerta de junto al edificio al que íbamos. No resistimos la tentación de arrancarlas, de fabular historias, de tomarnos fotografías y de reírnos hasta el borde del pis de esas pegatinas en compañía del primer tinto que descorchamos (yo quisiera suponer que la burla y la risa fueron el secreto propósito de su diseño).

He aquí tres versiones de esos momentos, tres versiones del “No a la Pachamama”:










































La nueva Constitución merece muchas críticas (como también muchos elogios que algunos obnubilados no quieren o no pueden –en su cortedad de miras, en su cerrazón mental, en su sobrada estupidez- reconocer): pero casi ninguna de las “críticas” (el solo término es excesivo) que formuló esta lágrima de oposición estuvo a la altura de un propósito de debate serio. Neta, nones a las Pachamamas mediante, se tienen muy mucho merecida la larga derrota en el referéndum. Son, en general, una vergüenza que debería atreverse a pensar(se) un poquito. Al menos, al menos, un poquito.

Fotos: The Cure Family (they will cure your wounds)