Cuando era estudiante de
derecho en Guayaquil, en tiempos de la Constitución de Sangolquí, me encontré
en un foro académico con jueces que aceptaban sin ningún empacho que ellos
resolvían sus casos sin que les importe un carajo la Constitución (un juez
penal a duras penas sabía el Código Penal –si es que lo sabía, cosa dudosa) o
que resolvían en función de la presión de los medios de comunicación social. No
lo decían en el foro, pero también era un secreto a voces su corrupción. El
‘Palacio de la Justicia’ (un adefesio sucio, hediondo y, en consecuencia, lleno
de abogados) era conocido como ‘El Palacio de la Moneda’, por obvias razones.
Pienso en estos jueces de
fines de los años noventa, época del foro académico que refiero, impunes en una
época de Internet incipiente, seguros de su escuela formalista (ni sabrían que
eran parte de ella, pero eso carece de importancia) en la que fueron educados y
que para algunos era timbre de orgullo, en medio de sus discursos llenos de
palabras graves y conceptos vacíos.
En un mundo todavía no
conectado, estos jueces actuaban con mucha impunidad en sus dichos y sus
hechos. Pero la popularización del Internet, aunque sea por pudor, ya no les
permite pavonearse como en aquella ocasión. Para el joven estudiante de derecho
que yo era, ese momento fue una hermosa exhibición de sus miserias.
1 comentarios:
Cual es la intencion des post, ¿justificar el compartamiento erratico y polemicas de declaraciones de los jueces de la revolucion que fue viralizado en dias recientes?
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