La adolescente judía se
dio cuenta que estaba preñada, pero no quería admitir la verdad ante su comunidad. Con
justa razón: esos bárbaros la matarían, si se enteraban que su embarazo no
se hizo conforme a la Ley que unos nómadas inciviles se habían dado a sí mismos
en sus andanzas por el desierto.
“Piensa en grande, María”,
se decía a sí misma la judía, que se las traía: le atribuyó su embarazo a una
cosa que se llama “El Espíritu Santo” (AKA “El Paráclito”). Tremenda, la tal
María: en vez de admitir que Jonás (es un decir, puede ser otro u otros) le
entró como a cajón que no cierra, por obvio temor a la muerte inminente, le
atribuyó su preñez a un ente absolutamente incomprobable, manifiestamente
inexistente. La japi no tuvo que ver
con el embarazo de María, ni tampoco su conducto vaginal: a María le dieron por
la oreja, esa es la doctrina oficial (don’t blame me, I’m just reporting).
Hay una evidencia que
pudieron ser otros muchos: tres hombres llegaron el mismo día de su nacimiento
con regalos para el retoño de María, aún en presencia del hombre más
innecesario de la historia, José, alias El
Cachudo Metafísico.
Esta historia tiene un
giro muy loco: el cuento que echó María es creído y se fundó una religión en la
que esta historia de El Paráclito y la oreja de la judía María tienen un lugar
importante. Esa religión se impuso en el mundo y hoy uno de cada tres de sus
habitantes la cree de alguna manera. Se llama Cristianismo y es uno de los agentes más nocivos que ha parido la
historia, el otro nombre de la Infamia.
Y, cuesta creerlo, todo
eso empezó con una man que echó el cuento que le dieron por la oreja.
* En
latín, para los cultos de entre ustedes: “Per auream entrat Christus in Mariam”.
Le dieron es un decir: “El Espíritu Santo” (wink,
wink) fue el que le dio.
2 comentarios:
Un corazón que no cree está lejano a Dios. Te enfocas en lo mundano para la guasa, cuando su historia es el regalo de la Salvación.
Algo parecido se me ocurre sobre la noboleña y su masoquismo
Publicar un comentario