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Lo que cuenta la calle Pino Roca

11 de mayo de 2019

Desde que yo recuerdo, la calle José Gabriel Pino Roca ha empezado en la calle Chimborazo. Cuando chico, la calle Pino Roca pasaba por los linderos del centro comercial “Centro Sur”, atravesaba la calle Chile, pasaba luego los linderos del imponente edificio “San Sebastián”, para finalmente ir a morir en su intersección con la calle Viveros, casi al frente de la entrada principal de Industrial Molinera. 

El desarrollo de Guayaquil mató a esta calle: básicamente, cortó su relación con la calle Chile y la redujo a parqueaderos del “Centro Sur” y del “San Sebastián”. Y ahora está amenazado, incluso, su nombre (que es el del historiador y fabulista José Gabriel Pino Roca, inventor de ese mito mamarracho de “Guayas y Quil”) pues ya en ciertos tramos se la ha empezado a llamar “Eduardo Alcívar Andretta”.

Aquí empieza la confusión: Esquina de Chimborazo y Pino Roca... ¿O "Eduardo Alcívar Andretta"?
La calle Pino Roca, rumbo a Chile. La escena de los hechos venideros.
La resistencia: Pino Roca como un desecho. Como un Abdón Calderón de la señalética.
En disputa. Intersección con Chile, lado este.
En la otra esquina del edificio "San Sebastián" se vive la misma esquizofrenia.


El triunfo de Alcívar Andretta: Eloy Alfaro, lado este.
En la intersección de la calle Urbina, vuelta es Pino Roca.
En la intersección con Viveros, ya nadie se ocupa de la señalética como no sea la Vulcanizadora "El Flaquito". Para él, Alcívar Andretta es un extraño.

En esta apocada calle Pino Roca viví una anécdota que retrata bien a este país. Aún adolescente, íbamos con unos amigos en un carro y de vuelta a nuestro destino, teníamos que tomar la calle Pino Roca, por una única cuadra. Pero allí estaba, estratégicamente ubicado, un agente de la CTG. Nosotros justo regresábamos a una fiesta de comprar más cervezas, así que teníamos como unas buenas dos jabas en el carro. Nuestro conductor tenía un ligero tufo a chela, que el vigilante captó enseguida.

Se desencadenó a continuación una escena de fuerte coloración tropical, donde cualquier imposición de la Ley estaba de entrada fuera de discusión (tanto nosotros como el vigilante lo hubiéramos percibido como un acto desproporcionado) y realmente de lo que se trataba era de maximizar la felicidad de todos. Entonces: convinimos que nosotros estábamos chiros, convinimos que estaba fuerte la calor, convinimos que tomar cerveza era una opción SIEMPRE refrescante.

La siguiente escena, vista desde nuestro carro en movimiento, fue la de un vigilante de la CTG sosteniendo dos cervezas, una en cada mano. Era la imagen de una autoridad parada en la mitad de la calle Pino Roca, entre Chimborazo y Chile, súbita y desparpajadamente feliz.

Una autoridad que, vista en retrospectiva, funciona como retrato de nuestra débil institucionalidad: una masa de servidores públicos, alejados en general de todo propósito de aplicar la Ley, siendo más felices con la alternativa de sostener envases de alcohol en horarios de trabajo. Así, esta viñeta del vigilante de la calle Pino Roca a inicios de los años noventa es el registro de una imagen que, aunque pintoresca, resulta mucho más honesta para describir nuestra institucionalidad que toda la retórica que sobre ella se ha dicho en las varias Constituciones que hemos tenido desde el día en que se bebieron las cervezas de esta historia y fuimos felices.

Fuentes de cerveza (ante el fracaso de las de agua)

27 de mayo de 2016


Cuando el alcalde inauguró las primeras fuentes de agua en Guayaquil, el 31 de octubre de 2011, soltó la opinión de que la “monumental fuente de agua” pondría a Guayaquil “a nivel de ciudades como Barcelona y Las Vegas” así como vaticinó que la fuente sería “el futuro ícono turístico a nivel nacional e internacional que convocará diariamente a muchísimas personas para disfrutar de estos juegos”. El turismo, agregó el alcalde, “traerá, sin duda, más inversión, empleo y bienestar” (1).

El alcalde discursea en la quinta inauguración de una fuente de agua. Como si la fórmula utilizada fuera exitosa. Fuente: ecuadorcolores.com
Este discurso evidencia cómo el alcalde vende humo. El que la ciudad se vaya a poner al nivel de monstruos del turismo como Las Vegas y Barcelona por la inauguración de unas fuentes de agua es abusar de la ignorancia de su electorado, lo que únicamente resulta posible por la complicidad de una prensa incapaz de decir esta boca es mía en cuanto refiera a la Alcaldía de Guayaquil, porque su rol en la ciudad es el de fungir de mascotas amaestradas del poder local.

Porque no sólo que la comparación con Las Vegas y Barcelona resulta absurda sino que el número de turistas que se ha podido atraer con esta obra ha sido mínimo. Pasada una novelera efervescencia inicial (típicamente guayaca, por otro lado) casi ya nadie se acerca a observar los chorros de agua que emanan de las fuentes. La indudable llegada de “inversión, empleo y bienestar” que vaticinó el alcalde en octubre de 2011 ha brillado por su ausencia. Que la obra haya sido ineficaz para alcanzar el fin para el que se la creó (o sea, que sirva para evidenciar la ineficacia de la alcaldía) no es cosa que le importe a la prensa ni a la sociedad guayaquileña, acostumbrada a vivir una vida dócil ante el poder, sin memoria histórica (2).

Pero si desde la alcaldía de Guayaquil hubiesen sido visionarios, habrían construido unas fuentes de cerveza, como acaba de hacerlo la ciudad eslovena de Zalec (3).

Allí el turista sí llegará para conocer y disfrutar de una iniciativa pionera a nivel mundial. Ahora, con total honestidad, ni aún con esta preclara visión de las cosas Guayaquil alcanzaría el nivel de Las Vegas o de Barcelona (una declaración que de tan exagerada, resulta cómica) pero sí que sería una mejor alternativa. Mucho mejor, seguro, que aquella que dilapidó cerca de 4.000.000 de dólares para una obra que hoy ya no la va a ver nadie. Y menos que menos, los turistas extranjeros, cuyo vaticinado incremento por el alcalde de Guayaquil (en un caso extremo de whisful thinking) nos iba a situar supuestamente “al nivel de ciudades como Barcelona y Las Vegas”.

Y no van, porque los turistas extranjeros suelen ser gente de criterio y es mucho más difícil venderles el humo que los habitantes de la ciudad ya se han acostumbrado a consumir.

(1)Luces, inauguración y alegría en la inauguración de fuente’, Diario El universo, 31 de octubre de 2011.
(2) Otra obra pública con la que la Alcaldía de Guayaquil vende humo es el monumento a Guayas y Quil, v. ‘El monumento a Guayas y Quil’, Xavier Flores Aguirre, 11 de diciembre de 2016. Sobre la pobre memoria histórica guayaquileña, véanse los siguientes escritos: ‘Guayaquil, la aldeana’, Xavier Flores Aguirre, 26 de diciembre de 2015; ‘Trainmelvin’, 21 de marzo de 2016. Un artículo de mi autoría que antecede a éste es ‘Guayaquil, Las Vegas, Barcelona’, Xavier Flores Aguirre, 15 de abril de 2016.
(3)Un pueblo de Eslovenia tendrá una fuente pública de cerveza’, Diario Clarín, 1 de abril de 2016.