La edición No 1001 de la revista Vistazo publicó
la siguiente noticia en su sección Radar:
“Sin
visa
El gobierno de Estados Unidos revocó la
visa de Miguel Orellana Arenas, ex secretario privado del presidente León
Febres-Cordero y su yerno. Estados Unidos revocó la visa de Orellana en base a
la disposición 112 de la ley de Inmigración, por actos de ‘corrupción’”.
Miguel “Cleclé” Orellana publicó el libro Santiago de
Guayaquil. Una ciudad abierta en el que constan dos fotos aéreas de La
Puntilla y Samborondón que
tienen el siguiente decidor pie de página: “Metas geográficas y personales de
quienes viven en una ciudad abierta”. (Yo hice referencia a esta memez, acá.) Orellana
postula estas metas que reducen la voluntad de quienes habitamos esta “ciudad
abierta” (¡?) a la persecución de un estilo de vida que suele privilegiar el
afán de lucro y la exclusión; de manera acaso astuta, MOA no nos cuenta el cómo
perseguir ese estilo de vida o, al menos, no nos cuenta su experiencia personal
de cómo él lo persiguió. La noticia de Vistazo, sin
embargo, nos ofrece algunas pistas a este respecto.
En un artículo que publicó el 2006 en El Universo
titulado El muro y
la visa Manuel Ignacio Gómez destacó que el retiro de la visa a los
Estados Unidos de América, además del efecto práctico de no permitirle volver a
pisar el territorio de ese país al infractor, puede tener “un gran peso
simbólico”. Lo primero es lo único seguro; el “gran peso simbólico” (que
debería, a partir de esta sospecha de corrupción, intentar convertirse en el
peso de la ley) dependerá, entre otras cosas, del papel que desempeñen los
medios de comunicación social para investigar este hecho. Sin embargo,
mala tos: una busca digital arroja solo seis noticias meramente descriptivas
del hecho, cuatro de las cuales pertenecen a medios virtuales (las otras dos
replican escuetas noticias que se publicaron en prensa escrita: en El
Universo y Hoy).
Ningún análisis, ningún trabajo de investigación,
ninguna información de real relevancia nos cuentan los medios de comunicación
sobre el caso de este individuo sobre el que existen sospechas de corrupción
(de alto nivel, dados sus vínculos políticos) que no merecen soslayarse. Pero
lo dicho, a los medios de comunicación les encanta callar (cuando les conviene).