Esa
es la pregunta que se formula, afilado again, Héctor Chiriboga en su columna firma ancla de diario El Telégrafo. Y no, los
medios de comunicación de la llamada prensa “libre e independiente” (¿será
comicidad involuntaria o simple cinismo?) no nos representan (1). Uno
podría discutir numerosos ejemplos de esa falta de representación (Héctor
ensaya uno en su artículo) pero lo que me interesa, en esta entrada, es
referirme a esa falta de representación de manera conceptual. El problema de
representación de la llamada prensa “libre e independiente” se debe a que esa
auto-denominación es excesiva (como si esos medios pudieran ser libres e
independientes de las presiones comerciales y de los intereses –políticos y
económicos- a los que la propia corporación mediática está vinculada –acá, un informe para volear sobre el tema) como
excesivo resulta que esos medios sostengan que defienden la libertad de
expresión de los ciudadanos. La razón para considerarlo excesivo es evidente:
esos medios identifican su derecho a expresar su “representación de
hechos, colectivos, individuos” (como lo afirma Héctor) como el derecho a la
libertad de expresión de todos los ciudadanos (el guatdefacómetro está
alto). Si fueran honestos, esos medios dirían que defienden su libertad
de prensa, en específico, su voluntad de crear una “representación de
hechos, colectivos, individuos” funcional a la oposición que realizan al
Gobierno de turno. Eso nada más. Pero esa honestidad es mucho pedirles (2):
lo suyo es vendernos el discursito tramposo de la libertad de expresión
(concepto que, claramente, no entienden).
P.S.- Gustavo Abad también escribe sobre el
proyecto de ley de comunicación y lo hace bien, acá (mucho Gustavo Abad en su bitácora de
Internet, por
acá).
(1) Valga precisar que, por su propia naturaleza de rentabilidad
económica, los medios de comunicación privados no tienen interés de representar
los intereses de muchos colectivos o individuos de la sociedad y privilegian,
en cambio, las voces de otros colectivos o individuos (con los que usualmente
tienen vínculos económicos o políticos) en sus agendas informativas. Es obvio,
además, que un escenario del 100% de representación de las voces de una
sociedad en los medios de comunicación es imposible, lo que no impide pensar en
diseños institucionales que se encaminen a satisfacer ese ideal de
representación (ideal que no se agota en la representación, sino que supone,
además, el debate público, robusto y crítico) para lo cual los medios de
comunicación públicos y comunitarios son herramientas útiles.
(2) No hay nada que reprochar en que un medio de comunicación
asuma una postura X: lo reprochable es que la pretenda vender como lo que no
es, como en este caso.
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