Un perfecto complemento académico para la definición de “ciudadano regenerado” que acuñó José M. León:
“… por una parte, la creencia ciega en la autoridad y la obediencia celosa a los superiores y, por otra, el desprecio a los inferiores y la disposición a atacar a las personas que se consideran débiles y que se pueden aceptar socialmente como víctimas. Otros rasgos relevantes son la aguda sensibilidad por el poder, la rigidez y el conformismo. La personalidad autoritaria tiende a pensar en términos de poder, a reaccionar con gran intensidad ante todos los aspectos de la realidad que afectan (efectiva o imaginariamente) las relaciones de dominio; es intolerante frente a la ambigüedad, se refugia en un orden estructurado de manera elemental e inflexible, hace un uso marcado de estereotipos en su forma de pensar y de comportarse; es particularmente sensible al influjo de las fuerzas externas y tiende a aceptar supinamente todos los valores del grupo social al que pertenece”.
Esta es breve reseña del libro La personalidad autoritaria de Theodor W. Adorno et al.
P.S.- Y ya que estamos, agréguese: desprecian aquello que no entienden (llámese, en la coyuntura actual Fito Páez, por ejemplo) y encuentran poesía en “jalarle el pelo a una botella” de la Peste Guatemalteca. Sigh, vomito.
0 comentarios:
Publicar un comentario