El titular luce amenazante
“SE PROHÍBE EL USO DE ALTOPARLANTES EN
EL CANTÓN GUAYAQUIL”, pero no tuvo ningún efecto práctico. El uso de altoparlantes
y la voluntad de sus dueños son una sola y la misma cosa, desde antes de julio
de 2001 (1) (fecha de publicación de
esta advertencia “a la ciudadanía en general”) hasta ahora.
Son quince años cumplidos
de ineficacia de esta advertencia. ¿Para qué se la hizo? Porque no sirvió un carajo para
prevenir la generación de “impactos ambientales negativos”, eso seguro.
Era el alcalde,
haciéndonos una alerta temprana de su ineficacia. Qué atento.
(1) Esta
pieza de realismo mágico tuvo la bondad de publicarse el domingo 8 de julio de
2001 en diario El universo.
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