Los otros días, por buscar
otra cosa en una hemeroteca, me encontré con este artículo, que salió publicado
un día como hoy, hace exactamente diez años:
Publicado el 22 de julio del 2006. |
Fue el primero que
publiqué en un medio de difusión masiva (diario El universo) en el que formulé
una crítica al modelo de desarrollo de la administración socialcristiana en
Guayaquil como tal (de ahí el título, que englobaba la sospecha de que esta
esperanza de “Más Ciudad” que vende el PSC es falaz –es venta de humo). En otros artículos había criticado aspectos de su
gestión (por ejemplo, una crítica a su prohibición de marchar en la vía pública
al colectivo GLBTI, en “¿Por qué no marchan?”, publicado el 27 de mayo de ese mismo
año) pero este artículo fue el primero en proponer la idea de que el modelo de
gestión era el equivocado.
Lo he vuelto a leer y
sostengo unas ideas más depuradas, pero no diferentes: en aquel entonces, como
ahora, la Alcaldía de Guayaquil sigue estando administrada de una manera que
busca disciplinar a los habitantes de la ciudad y someterlos a sus inconsultas regulaciones
antes que buscar consensos y promover la participación ciudadana (como es su
obligación legal, sobra decirlo). Esa es la administración municipal en Guayaquil: una gestión
vertical con Nebot on top y una
práctica generalizada de sus autoridades de minusvalorar los espacios de
participación de los ciudadanos (incluido en este concepto los espacios
públicos). Una gestión autoritaria y excluyente.
Por el gran trabajo de
Karen Silva Torres sobre la construcción mediática del PSC-power en Guayaquil (o la construcción de la argolla
político-mediática, por decirlo de otra manera) me enteré, muchos años después
de publicado, que este debut en mi crítica a una gestión que si tuviera que
condensarla en una frase “camina en
la dirección equivocada”, mereció una respuesta de uno de los periodistas
de opinión entusiastas del alcalde Nebot (o sea, uno de la inmensa mayoría): un
tal señor Gustavo Ramírez, escritor en las páginas de opinión de diario El
telégrafo en el año de N. S. de 2006.
Un hilarante fragmento de
la respuesta de Ramírez, alusivo a mi artículo y cuyo contexto es el acre
desprecio que manifiesta a los “enemigos” de Guayaquil, lo transcribo a
continuación:
“[enemigo]
que intenta trocar el sueño ansiado convertido hoy en inamovible realidad con
una pregunta que felizmente nadie recoge y nadie nunca responderá porque la
respuesta es la vida con esperanza en la que hoy los guayaquileños vivimos” (1).
En el mundo Konitos de este fulano, yo era un enemigo
de Guayaquil por mi irrespeto a la “inamovible realidad” de la “vida con
esperanza” de los guayaquileños. La retórica vacía del populismo socialcristiano,
condensada en su esencia: es difícil sintetizarla de mejor manera en su total
maniqueísmo (la crítica la hace un “enemigo”, siempre), en los conceptos vacíos
que utiliza (¿”inamovible realidad”? ¿”vida con esperanza”?), en su apelación a
lo popular (“los guayaquileños”). Es, de veras, un resumen extraordinario.
Gracias, señor Ramírez, no
lo conozco, pero es usted un capo muy a pesar de sí mismo.
(1) Karen
Silva Torres, ‘Comunicación
y política: Los medios y la construcción del capital político de los líderes
del Partido Social Cristiano en Guayaquil’, Tesis de Maestría en
Antropología Visual y Documental Antropológico [Asesor de tesis: Xavier
Andrade], Abril de 2013, p. 149.
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