Guillermo Lasso frustró una revolución

22 de julio de 2016

No se trata, por supuesto, del banquero candidato al que una encuesta de CEDATOS coloca por encima de Rafael Correa (1) sino de una persona cuyo mote era Lolo y cuya historia la narra Rodrigo Borja en su libro de memorias ‘Recovecos de la historia’.

El 28 de mayo de 1942 (el “primer 28 de mayo”, aclara Borja) hubo un intento de tomarse el Palacio Presidencial que ocupaba Carlos Alberto Arroyo del Río, que falló porque los fusiles con los que pretendía hacérselo nunca llegaron. De todas maneras, “con las pocas armas cortas” que tenían a la mano los complotados acometieron la empresa, la que resultó desafortunada pues “tuvieron que retroceder ante el fuego cruzado de la carabinería” (2). Algunos de los complotados cayeron presos y otros huyeron a pedir asilo político en el Perú (3).

El presidente al que querían botar. Tiene la pinta del Tremendo Juez de la Tremenda Corte antes de que haya tal interpretación televisiva del cubano Aníbal de Mar (1966-1969).

Las armas nunca llegaron por culpa de Guillermo Lasso:  

“Los fusiles que debían llegar no llegaron porque la camioneta que los transportaba, conducida por Guillermo Lasso –mejor conocido como Lolo Lasso, líder de la federación de estudiantes universitarios-, se dañó en la subida de la Royal, a seis cuadras de la Plaza Grande” (4).
Hubo que esperar a otro 28 de mayo para sacarlo al representante de la banca en el poder. A Arroyo del Río, involuntariamente, lo ayudó Guillermo Lasso.

(1) Dicha empresa debería rebautizarse como Money Talks.
(2) De manera previsible, todas las citas corresponden al libro de Borja: ‘Recovecos de la historia’, Editorial Planeta del Ecuador, Quito, 2004, Segunda Edición [Primera edición, 2003], pp. 14- 21 [El relato se titula “Tras las rejas”]. Esta cita en concreto, sin embargo, proviene de un artículo publicado en diario El comercio el 17 de septiembre de 1981 por José María Ponce Yépez, en el que con ocasión de la muerte del padre de Rodrigo Borja (quien fuera uno de los principales complotados en esta fallida escaramuza) rememoró este episodio en el que él también participó. La cita completa del artículo periodístico, tal como recogida por Borja, es la siguiente: “Borja, Plaza y López en forma temeraria llegaron combatiendo hasta las gradas interiores del Palacio de donde tuvieron que retroceder ante el fuego cruzado de la carabinería”.
(3) Uno de los asilados en territorio peruano fue el padre de Rodrigo Borja, Luis Felipe Borja, razón por lo cual Rodrigo tuvo que trasladarse a Lima a estudiar en un colegio en el que fue víctima del bullying mucho antes de que se acuñara la palabra: “Y fue tanta la hostilidad, que tenía que trompearme todos los días, y a veces más de una vez diaria, en ese ambiente hostil. Recuerdo cómo me cayeron a golpes mis compañeros durante un partido de fútbol contra el equipo de otra escuela cuando tuve la mala fortuna de hacer un autogol. Me rescataron mi padre, que estaba en la tribuna, y los profesores”. Las imágenes sucesivas del infortunado autogol y los golpes propinados a un paisanito por una horda de feroces niños peruanos: una postal del bullying antes del bullying.
(4) ‘Recovecos de la historia’, p. 17.

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