El año 2016 deja varios
muertos que lamentamos sin conocerlos personalmente: Bowie, Prince, Cohen (1). Deja también otros muertos que no
conocimos personalmente, pero cuyas muertes deberían importarnos más que la de Bowie,
Prince o Cohen, aunque por otras razones. Son estos tres muertos, que enumero a
continuación: Jorge Patiño, Vicente Rivas y Lady Freire. A ellos habría que
sumarle un “perseguido penal” (wink, wink)
por un grave delito ambiental, Milton Peña.
Las razones para su importancia es porque demuestran un aspecto de cómo se administra nuestra ciudad. Las
muertes de Patiño, Rivas y Freire, así como la “persecución penal” a Peña, revelan
los procedimientos que para eludir sus responsabilidades utiliza el Municipio
socialcristiano de Guayaquil.
Así, el procedimiento más
sencillo es la atribución, como en los casos de las muertes de Jorge Patiño y
de Vicente Rivas, a un caso fortuito: fue el terremoto. Esta atribución es falsa (2). El nivel de
cuestionamiento en los medios de comunicación, en general, ha sido escaso (3). Se murieron y punto. La gente mira a otra parte.
El puente no se cayó porque sí. La falta de mantenimiento adecuado es clave para explicar su caída. |
Un procedimiento intermedio
es la atribución de la responsabilidad a una persona de dentro de la misma
organización, que sea el más cojudo
de todos. En el caso de la muerte de Lady Freire, la Metrovía, que tiene un
deber de mantenimiento adecuado de la seguridad de sus vehículos, puso en
práctica este procedimiento para cargársele al que menos chance de patalear
tenía: el chofer.
Hay un juicio contra el
chofer, pero los medios de comunicación de Guayaquil no hacen seguimiento de ello.
Hay una muerte y casi nadie cuestiona la responsabilidad de la Metrovía en
ella. (Los analistas de la realidad nacional que tiene la prensa de opinión
local rara vez se molestan en criticar lo local, no sea que se enoje “el
Abogado”). En resumen: que se murió una chica y metieron preso a un gil. La
gente mira a otra parte.
El procedimiento hardcore es la atribución de la
responsabilidad penal a una persona de dentro de la misma organización, pero
habilitarlo para escapar de ella. Este es el caso del delito ambiental que
cometió Balsasud S.A., en el que de nuevo se le terminaron cargando al más cojudo, un “calderista” de nombre Milton
Peña, quien “justo” había pedido vacaciones (wink, wink).
En este caso de delito
ambiental que contaminó un río y privó de agua a toda una ciudad, la
responsabilidad de la empresa Balsasud S.A. es evidente (4), pero el asunto ya conoció el olvido. La complicidad del periodismo
guayaquileño en estos casos es altísima: jamás una pregunta incómoda, jamás un
cuestionamiento a fondo. Han mandado al carajo las reglas básicas de su oficio,
cuando de pensar sobre la administración de la ciudad en que viven se trata. Han
demostrado serle serviles a toda prueba.
Tres variantes
procedimentales para llegar a un mismo destino: la impunidad.
(1)
También Juan Gabriel y El Bigote.
(2) Un
análisis detallado de la responsabilidad del Municipio de Guayaquil por el
colapso del paso a desnivel, en: ‘¿Caso fortuito? El terremoto del 16 de abril en Guayaquil y la responsabilidad civil’, Xavier Flores Aguirre, 18 de julio de
2016.
(3) Un
ejemplo flojo y timorato de periodismo de investigación sobre la
responsabilidad del Municipio por el colapso del paso a desnivel fue el de
Visión 360: '¿Periodismo de investigación?', Xavier Flores Aguirre, 21 de julio
de 2016.
(4) Sobre
el delito ambiental y la “persecución penal” a Peña, v. los artículos bajo la
etiqueta “Balsasud”: https://xaflag.blogspot.com/search/label/Balsasud
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