Isidro Ayora y Lenin Moreno

17 de diciembre de 2018


El año 1925, el Ejército ecuatoriano, en la primera de muchas intervenciones dirimentes (la última, el 2005), destituyó al morlaco Gonzalo S. Córdova (la maldición azuaya), a raíz de lo cual gobernó el país primero un cuerpo colegiado de siete personas, y después de cinco, pero dado que una invariable incapacidad de alcanzar acuerdos mataba las buenas intenciones de estos colegiados, el Ejército, en su pistolera sabiduría, decidió cortar por lo sano (?) y nombrar a un único Encargado.

Aquí es que entra Isidro Ayora, uno de los presidentes más reformistas del siglo XX. Él fue el elegido por el Ejército para dirigir los destinos del país como su Dictador, como lo relató él mismo en un escrito publicado en 1926:

“Fui llamado a media noche por un oficial que llegó a mi casa a notificarme que el Ejército quería entregarme el poder, razón por la que urgía le acompañase. Dudé un instante por cuanto la responsabilidad de ser Mandatario no puede ser producto de improvisaciones ni tampoco de presiones políticas. Un gobernante debe tener la estatura moral para cumplir con su misión por cuanto en sus manos está el destino de un país, no de un grupo que lo presiona y obliga a tomar decisiones: quien así lo hace no es digno de gobernar una república, ya que no tiene personalidad ni carácter para dirigir la nación” (Fuente).

Es claro que esta vara de Isidro Ayora para juzgar la responsabilidad inherente al cargo de Presidente de la República es mucho más alta que la estatura moral a la que ha podido elevarse Lenin Moreno en el desempeño del cargo, pues es evidente que ha sido uno de los presidentes más pasivos e inútiles del siglo XX y lo que va del XXI. El caso de Moreno es el directo resultado de ser un tipo indigno de gobernar una república, sin personalidad ni carácter para ello.

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