Un fantasma recorre las
redes sociales: el fantasma de no saber por qué chuchas si antes nos
levantábamos por menos, ahora aguantamos tanto. Este mensaje de Don Evaristo (?) es elocuente:
La idea de este ícono
quiteño es cierta, siempre que se acepte como premisa que antes y ahora el
pueblo ha decidido el curso de acción de los acontecimientos. Un tren de ideas
en el que el pueblo se levanta, resuelve las cosas (atacando la
institucionalidad y destituyendo a una autoridad corrupta y/o incompetente,
típicamente un Presidente), y luego se retira una vez culminada su heroica tarea.
Benjamín Carrión escribió en “Cartas al Ecuador”, a inicios de los años
cuarenta del siglo pasado, sobre este melancólico* drama del ecuatoriano, por el cual:
“… el
hombre ecuatoriano ha salido a la calle armado de su grito, o se ha lanzado al
campo de batalla armado de su rifle o su machete, a defender su libertad. Y
casi siempre ha triunfado en su empeño, aunque después del triunfo popular –bien
ganado, heroicamente conquistado- haya naufragado en las aguas turbias de la
intriga de camarilla o de trinca”. (p. 127)
Esto es de una tremenda
ingenuidad: todos esos golpes fueron y son orquestados desde arriba (desde la “camarilla”
o “trinca”) y el bravo pueblo del Ecuador ha sido un instrumento para ese
re-acomodo de sus élites. Entrados en el regreso a la democracia, en la primera
caída de un Presidente, la de Bucaram, el pueblo fue instrumento de los
intereses del PSC. Lo que recetó Febres-Cordero por la mañana en las calles de
Quito, se cumplió al pie de la letra en el Congreso Nacional unas horas más
tarde. En este video (min. 3:15 en adelante) se observa al Ingeniero en
su rol de DT de los destinos patrios. Es una gozada.
Todo el heroísmo del
pueblo de Quito fue un tabaquito en labios del Ingeniero: todos los esfuerzos
del bravo pueblo en las jornadas de febrero de 1997 (heroicos, en este
imaginario ingenuo) fueron en beneficio de un caudillo guayaquileño y su “camarilla”
o “trinca”, como las llamaba Carrión. Héroe, en este caso, resulta sinónimo de
“tonto útil”**.
Como los noventa están de
vuelta, la historia quiere repetirse, aunque no como Marx decía, que primero como
tragedia y luego como farsa. En Ecuador no es así, porque ha sido una farsa
siempre y en todo lugar, una larga y estúpida sucesión de farsas. La que toca
ahora, la que está en cocción, se compondría una vez más del bravo pueblo de
Quito en las calles para beneficiar a otro caudillo guayaquileño: Jaime Nebot,
sucesor de León Febres-Cordero (a la derecha en el video de febrero de 1997).
Sigue sonando Vilma Palma
de fondo y esto es el Ecuador. Todo es posible.
* Gregorio
Peces-Barba decía que los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía. Por eso la
devoción popular al pasillo.
* El
único levantamiento popular genuino fue contra Mahuad y la evidencia de esto
fue la muerte lenta de su partido (es decir, la gente sí estuvo realmente arrecha contra Mahuad, por ser un
maldito incompetente –me incluyo, aunque he tratado de entenderlo).
Después de su destitución, la DP obtuvo 4 diputados de 100 posibles, es decir,
pasó de tener 36 diputados en 1998 (cuando el pueblo -ayudado por el
escritorio- eligió a Mahuad) a pasar a tener 4 en 2002. La DP languideció un rato
más, para desaparecer años después sin pena ni gloria, como casi todo lo que ha
hecho Oswaldo Hurtado a lo largo de su vida política. Que las otros dos destituciones
fueron orquestadas por una porción de la élite política para eliminar a sus
rivales políticos en el ejercicio del poder, sin contar con un genuino respaldo
popular, se evidencia en el resultado de las siguientes elecciones: tras la
destitución de Bucaram, el PRE obtuvo 24 diputados de 120 posibles (en 1996,
cuando se eligió a Bucaram, contaba 19 de 82) con lo que se convirtió en la
tercera fuerza política en el Congreso (por encima, el PSC tenía 27, la DP-UDC
36); tras la destitución de Gutiérrez, Sociedad Patriótica obtuvo 24 diputados
de 100 posibles (en 2002, cuando se eligió a Gutiérrez, tenía apenas 6 de 100),
con lo que se convirtió en la segunda fuerza política en el Congreso (por encima,
el PRIAN tenía 28 diputados).
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