La mentira verde de Jaime Nebot

7 de enero de 2019


El Alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, siempre insiste que Guayaquil ha rebasado con creces el estándar de 9 metros cuadrados por habitante fijado por la OMS.

El problema de lo que dice el Alcalde Nebot es que no tiene ningún fundamento. Su cifra de 25 metros cuadrados es pura mentira. Esto lo ilustra el artículo “‘Guayagris’, una ciudad sin sombras”, de autoría de Blanca Moncada, publicado en el diario Expreso del 7 de enero de 2018.

El discurso de Nebot es que su cifra proviene del INEC, un órgano oficial. Esto es mentira. Como lo demuestra el artículo de Expreso, el INEC no dice que la Alcaldía de Guayaquil tenga 25 metros cuadrados, dice que tiene 1.13 metros cuadrados por habitante, lo que más que una rebaja sustancial, evidencia una notoria falsedad. No hay uno solo de sus entrevistadores de los miércoles que se atreva a contradecirlo a Nebot, aunque supieran que él miente. Esto, porque el periodismo de Guayaquil no está tan interesado en la verdad como lo está en un rol de pagos.

Entonces, ¿de dónde saca el Alcalde Nebot la cifra de 25 metros por habitante? Lo ilustra el artículo del Expreso, vía la declaración de su Director de Áreas Verdes, Abel Pesantes: la cifra proviene de una consultora privada, una asociada a jugosos contratos de la Alcaldía de Guayaquil: “Ecosambito”. Es clave tener a aliados bien pagados para dibujarse unas cifras. Y obvio también, tener a unas antenas repetidoras que las divulguen.

Porque es evidente que las cifras se las ha inflado de manera anti-técnica, como lo explican los expertos. El profesor de la Católica, Ricardo Sandoya, revela la trampa cuando dice que se incluyen “bosques, manglares, reservas y estuarios en sus estadísticas”, mientras que otros especialista, David Hidalgo, señala cuál es la deficiencia en Guayaquil: la “grama o césped en suelo urbano. Esto fácilmente se comprueba con una vista aérea de la ciudad de Guayaquil en Google Earth”. Pero pocos hacen ese simple ejercicio de contraste, y ninguno es periodista. Y si lo fuera, igual se calla. Al final, en los medios tradicionales, nadie protesta sobre lo que pasa en Guayaquil. La mayoría se lo traga de un ¡gulp!

El saldo es: Guayaquil es una ciudad gris, sin sombras, con autogoles arbóreos como las palmeras y con una clara vocación arboricida… y que, a pesar de ello, tiene la desfachatez de venderse (y logra hacerlo, por la casi nula resistencia de la mayoría de nuestro periodismo, tan servil y pesetero) como una ciudad que casi triplica el mínimo de las áreas verdes que nunca tuvo y sobre las que siempre miente. Es una ciudad que consiente una mentira de su máxima autoridad, y que incluso la adorna, a mayor perjuicio propio. Propio de idiotas*.

El Alcalde gana políticamente, los periodistas ganan económicamente: el que pierde es el ciudadano, que ni se entera de su derrota.

* En el sentido griego del término, del que no le importa lo común.  

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Su blog es de leer con una fuerte vino y/o un cigarillo contemplativo.