El Alcalde de Guayaquil,
Jaime Nebot, siempre insiste que Guayaquil ha rebasado con creces el
estándar de 9 metros cuadrados por habitante fijado por la OMS.
El problema de lo que dice
el Alcalde Nebot es que no tiene ningún fundamento. Su cifra de 25 metros
cuadrados es pura mentira. Esto lo ilustra el artículo “‘Guayagris’, una ciudad sin sombras”, de autoría de Blanca Moncada, publicado en el diario
Expreso del 7 de enero de 2018.
El discurso de Nebot es
que su cifra proviene del INEC, un órgano oficial. Esto es mentira. Como lo demuestra el artículo de Expreso, el INEC no dice que la
Alcaldía de Guayaquil tenga 25 metros cuadrados, dice que tiene 1.13 metros
cuadrados por habitante, lo que más que una rebaja sustancial, evidencia una
notoria falsedad. No hay uno solo de sus entrevistadores de los miércoles que
se atreva a contradecirlo a Nebot, aunque supieran que él miente. Esto, porque
el periodismo de Guayaquil no está tan interesado en la verdad como lo está en
un rol de pagos.
Entonces, ¿de dónde saca
el Alcalde Nebot la cifra de 25 metros por habitante? Lo ilustra el artículo
del Expreso, vía la declaración de su Director de Áreas Verdes, Abel Pesantes:
la cifra proviene de una consultora privada, una asociada a jugosos contratos
de la Alcaldía de Guayaquil: “Ecosambito”. Es clave tener a aliados bien pagados
para dibujarse unas cifras. Y obvio también, tener a unas antenas repetidoras
que las divulguen.
Porque es evidente que las
cifras se las ha inflado de manera anti-técnica, como lo explican los expertos.
El profesor de la Católica, Ricardo Sandoya, revela la trampa cuando dice que
se incluyen “bosques, manglares, reservas y estuarios en sus estadísticas”, mientras
que otros especialista, David Hidalgo, señala cuál es la deficiencia en Guayaquil:
la “grama o césped en suelo urbano. Esto fácilmente se comprueba con una vista
aérea de la ciudad de Guayaquil en Google Earth”. Pero pocos hacen ese simple ejercicio
de contraste, y ninguno es periodista. Y si lo fuera, igual se calla. Al final,
en los medios tradicionales, nadie protesta sobre lo que pasa en Guayaquil. La
mayoría se lo traga de un ¡gulp!
El saldo es: Guayaquil es
una ciudad gris, sin sombras, con autogoles arbóreos como las palmeras y con una
clara vocación arboricida… y que, a pesar de ello, tiene la desfachatez de
venderse (y logra hacerlo, por la casi nula resistencia de la mayoría de
nuestro periodismo, tan servil y pesetero) como una ciudad que casi triplica el
mínimo de las áreas verdes que nunca tuvo y sobre las que siempre miente. Es
una ciudad que consiente una mentira de su máxima autoridad, y que incluso la
adorna, a mayor perjuicio propio. Propio de idiotas*.
El Alcalde gana
políticamente, los periodistas ganan económicamente: el que pierde es el
ciudadano, que ni se entera de su derrota.
* En
el sentido griego del término, del que no le importa lo común.
1 comentarios:
Su blog es de leer con una fuerte vino y/o un cigarillo contemplativo.
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