Los católicos, el aborto y un futuro apocalíptico

14 de enero de 2019


Imagino un futuro apocalíptico: años de entrenamiento en lugares con decenas de puertas...


…nudillos sangrantes, zapatos rotos y esfuerzos indecibles, años de lucha han logrado convertir a La Atalaya en la nueva Extra de la sociedad ecuatoriana y al culto de los Testigos de Jehová en la nueva religión dominante del país.

Esto pasa en el Ecuador y los católicos son ahora minoría. Una noche de luna llena en este futuro apocalíptico el hijo de una pareja de católicos se desangra. Acuden de inmediato a un hospital público, sólo para escuchar que la nueva Ley de Prohibición de Transfusiones que pasó el Gobierno por la presión del credo mayoritario del país, basado en la interpretación que esta gente hace de la Biblia, prohíbe que se le haga una transfusión a este niño que se está desangrando. Es la decisión de la mayoría, así que a resignarse. A sus padres les toca ver morir a su hijo a la luz de la luna.

Trágico. No en vano es futuro apocalíptico.

De una cosa estoy seguro: los católicos estarían más que arrechísimos con una disposición de este tipo. Con justa razón.

Con la misma justa razón que nos asiste a los que somos minoría en una sociedad de mayoría católica, para que las normas de la sociedad en que vivimos no reflejen el credo de uno de sus grupos (por predominante que sea) sino que nos garantice una igual libertad para todos. Eso implicaría que donde haya predominancia de los Testigos de Jehová no se prohíban las transfusiones de sangre, o que donde la haya católica, por ejemplo, no se prohíba el aborto.

Porque como se lo ha hecho en el mundo occidental de mayores recursos, que para tantas otras cosas resulta modélico, es posible separar el hecho de ser católico del hecho de ser el Presidente de un Estado (Correa en esto fue penoso). Así lo demostró Valéry Giscard d’Estaign, Presidente de la República Francesa, cuando durante su gobierno se aprobó la Ley del Aborto:

“Yo soy católico pero también soy presidente de una República cuyo Estado es laico. No tengo por qué imponer mis convicciones personales a mis conciudadanos, sino que debo procurar que la ley corresponda al estado real de la sociedad… para que sea respetada y pueda ser aplicada. Comprendo perfectamente el punto de vista de la Iglesia Católica y, como cristiano, lo comparto. Juzgo legítimo que la Iglesia pida a los que practican su fe respeten ciertas prohibiciones. Pero no corresponde a la ley civil imponerlas con sanciones penales al conjunto del cuerpo social”.

En 1974 se aprobó en Francia, por iniciativa de Simone Weil y con estas razones dadas por su máxima autoridad, lo que en el Ecuador es todavía un tibio y mal llevado debate, lleno de insolente moralina. Pobre el Ecuador, cuyo triste destino (su verdadero futuro apocalíptico) parece que será el colapsar de puritito retraso.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente a favor del derecho de una mujer a abortar dentro del primer semestre, siquiera.

Al final, todos firmamos el contrato social al vivir en communidad, no?

Lo que llamamos derechos humanos es una relativamente reciente negociacion entre partes.