Médicos en la Presidencia

15 de mayo de 2021

El Ecuador ha tenido cuatro médicos que han alcanzado la Presidencia de la República. Su denominador común es que ninguno fue elegido Presidente por el voto popular.

 

El primer médico en la Presidencia fue el lojano Isidro Ayora Cueva (1879-1978). Después de la Revolución Juliana de 1925 y sus experimentos de gobierno colectivo, el 1 de abril de 1926 el Ejército decidió otorgarle la dirección del país a un único individuo, el rector de la Universidad Central, que era el doctor Isidro Ayora. Entre 1926 y 1928, el doctor Ayora fue un dictador. Cuando el 9 de diciembre de 1928 se instaló una Asamblea Constitucional, ella lo designó Presidente Interino. El 27 de marzo de 1929, al día siguiente de haber aprobado nuestra décima tercera Constitución, la Asamblea Constitucional designó Presidente Constitucional al doctor Ayora. El 17 de abril de 1929, él se posesionó del cargo y debió gobernar hasta 1933, pero ante el Congreso Nacional renunció al ejercicio de su cargo el 24 de agosto de 1931 (1).

 

El segundo médico en la Presidencia fue el guayaquileño Antonio Pons Campusano (1897-1980), quien gobernó por unos pocos días (37) de 1935. Este hombre fue el Ministro de Gobierno del Presidente José María Velasco Ibarra en su primera Presidencia. Cuando Velasco Ibarra decidió declararse dictador el 20 de agosto de 1935 (2), los militares no aceptaron su dictadura y en la noche le propusieron al doctor Antonio Pons, quien hasta la mañana de ese día 20 se había desempeñado como Ministro de Gobierno, que él asuma la Presidencia. La descripción de este episodio hecha por el doctor Pons consta en un libro que él publicó en Buenos Aires en 1936, ‘Contra el zarpazo de la ‘garra política’’. El doctor Pons renunció a la Presidencia el 26 de septiembre de 1935, aunque no ante el Congreso Nacional, pues lo hizo ante los milicos. En su reemplazo, ellos escogieron al filofascista de Federico Páez.

 

El tercer médico en la Presidencia fue el quiteño Aurelio Mosquera Narváez (1883-1939) quien, tras la renuncia del Presidente Interino Manuel María Borrero, fue designado Presidente por una Asamblea Constituyente, el 2 de diciembre de 1938. El doctor Aurelio Mosquera disolvió la Asamblea que lo eligió y gobernó con mano dura, hasta la madrugada del 17 de noviembre de 1939 cuando falleció de una manera súbita. Este quiteño tiene el opaco honor de ser el único Presidente en funciones que se suicidó, se supone que por una decepción amorosa (3).

 

El cuarto y último médico en la Presidencia fue el guayaquileño Alfredo Palacio González, nacido el año en que se mató el anterior médico en la Presidencia (1939) y todavía vivo. El doctor Palacio fue elegido Vicepresidente de Lucio Gutiérrez por el voto popular en las elecciones presidenciales celebradas el 20 de octubre de 2002. Cuando Gutiérrez fue derrocado el 20 de abril de 2005, el doctor Palacio fue promovido a Presidente de la República en una ceremonia en el edificio de la Ciespal, en Quito, comandada por la actual alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, vestida con chaqueta jean.

 

 

Sepsi, yeah.

El doctor Palacio gobernó lo que restaba del período de Gutiérrez, hasta el 15 de enero de 2007. Lo reemplazó en la Presidencia uno que fue elegido por la voluntad popular y que había surgido a la vida política como Ministro de Economía de su gobierno, Rafael Correa Delgado. Al doctor Palacio, a pesar de ser uno de los últimos tres Presidentes que ha tenido este país (contando hasta el actual lerdo infame de Lenin Moreno) se lo percibe insignificante y lejano.

 

(1) Lo hizo en los siguientes escuetos términos: ‘Sr. Presidente del Honorable Congreso Nacional, en vista de la situación política del momento, presento a usted, con el carácter de irrevocable, mi renuncia del cargo de Presidente Constitucional de la República’. La ‘situación política del momento’ era la zozobra causada por la insurrección de un batallón del Ejército.

(2) Episodio que originó su célebre frase ‘Me precipité sobre las bayonetas’.

(3) Otro Presidente, concluido ya su momento presidencial, también se suicidó: se botó de una azotea para quedar como oblea en el pavimento. Fue el quiteño Francisco Javier León, quien pegó su salto el 10 de agosto de 1880.  

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