Es casi un lugar común
admitir que Mario Vargas Llosa es un gran escritor de prosa de ficción, pero un
pésimo redactor de artículos sobre temas de política. Este fin de semana volvió
a perpetrar un artículo de pésima factura, al que tituló ‘Otra argentina’ (1) en el que elogió sin tapujos a
Mauricio Macri, de la misma acrítica manera con la que antes elogiaba al
régimen político de Fidel Castro (2).
El primer párrafo del
artículo de Varguitas cifró su elogio: Mauricio Macri es el gran exterminador
del “Gobierno K”. El segundo párrafo debería explicarnos a los lectores el
porqué esto es así, pero empieza con unas palabras problemáticas: “No es
necesario recurrir a sondeos y estadísticas para demostrarlo”. Así, si el autor
se permite obviar estos procedimientos científicos para formarse opinión, ¿en
qué se fía entonces para alcanzarla? Cuenta Varguitas:
“El cambio está en el aire que se respira, en la manera de hablar de la gente sobre el momento actual, el alivio y el optimismo con que a la mayor parte de conocidos y desconocidos les oigo comentar la actualidad política”.
Esta opinión superficial
de Vargas Llosa (porque así se forman criterio las abuelas, mientras tejen ropa
para sus nietecitos) se agrava cuando menciona los tres méritos que le atribuye
al gobierno de Macri: el acuerdo con los “fondos buitre”, la visita de Obama a la
Argentina y la crítica a la situación de los derechos humanos en Venezuela. Es
de notar, primero, que Varguitas no menciona ninguna reforma concreta de
política interna. Más aún, realmente impresiona todo lo que omite: en un artículo
reciente publicado en The New York Times, titulado ‘Lo que Obama debe saber
sobre la Argentina de Macri’ se refieren varios de estos hechos problemáticos:
“El riesgo de militarizar el orden público, el debilitamiento de los límites
institucionales al poder ejecutivo, la criminalización de la protesta y una
obsesión por la promoción de políticas ortodoxas de libre mercado: nada de esto
tiene buenos ecos en América latina” (3).
Ninguno de ellos merece siquiera una palabra de Vargas Llosa. Tal vez no se lo
cuentan a esta abuelita colmilluda las personas con las que se acompaña para
formarse opinión.
Así, en el idealizado mundo
de Varguitas, el mérito principal de Macri ha sido la superación del
kirchnerismo (porque el kirchnerismo es el otro
malo) y su apuesta a futuro es que “con las reformas en marcha, las
inversiones extranjeras, retraídas todos estos años, volverán en gran número a
una tierra tan pródiga, creando los empleos que hacen falta y elevando los
niveles de vida y las oportunidades para los argentinos”. Una confianza
sorprendente, dado el hecho cierto de que Varguitas no se animó a describir en
su artículo ninguna de esas luminosas reformas. Pero sobretodo, una apuesta que
será fallida, dada la superficialidad y el sesgo con el que Varguitas la
fundamenta (4). Así, el Nobel
peruano confirmó que en temas de política no pasa hoy de ser un cheerleader de los poderosos de la derecha,
como antes lo era de poderosos de un diferente ropaje (5).
(1) Vargas
Llosa, Mario, ‘Otra argentina’, Diario El país (España), 15 de mayo de 2016.
Las siguientes citas corresponde a este texto, salvo indicación en contrario.
(2)
‘El mito del liberal heroico’, Xavier Flores Aguirre, 23 de abril de 2016.
(3) Gastón
Chillier & Ernesto Semán, ‘Lo que Obama debe saber sobre la Argentina de Macri’, The New York Times, 23 de marzo de 2016. Vargas Llosa omite,
cómodamente, las consecuencias de las reformas: v. Ana delicado, ‘En dos meses Macri pone Argentina al servicio del capital internacional y echa a la calle a 27.000 funcionarios’, Diario Público, 7 de febrero de 2016; Federico Rivas
Molina, ‘La imagen de Macri cae más de 10 puntos desde diciembre por el tarifazo’, Diario El país (España), 12 de abril de 2016.
(4) Ignacio
Sánchez-Cuenca escribió un libro titulado ‘La desfachatez intelectual’, en el
que critica a varios que hacen opinión política en España, por “la impunidad
con la que opinan, un estilo mucho más literario que analítico, su viraje desde
la izquierda hacia posiciones reaccionarias” y, en particular, sobre Vargas
Llosa sostiene que “cuando habla de política, lo hace de forma muy superficial,
con gran osadía y sin demasiado amor por los hechos o la lógica. Releyendo
artículos antiguos en los que ensalza a Rosa Díez o a Esperanza Aguirre –llega
a decir que si la “Juana de Arco del liberalismo” [se refiere a E. Aguirre, la
liberal que sostenía que el que los indigentes duerman en la calle “ahuyenta a
los turistas”, N. del A.] hubiera gobernado, España habría evitado la crisis-,
te das cuenta de la frivolidad con la que están escritos”, v. Miguel Mora &
Vanesa Jiménez [Entrevista a Ignacio Sánchez-Cuenca], ‘Hay que acabar con la cultura de amiguetes’, CTXT, 28 de febrero de 2016. El periodismo de opinión
ecuatoriano comparte los atributos de estos intelectuales a los que se refiere
Sánchez-Cuenca, pero en una calidad muy inferior.
(5) Supra
nota 2.
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