Dogma vs. Realidad

30 de marzo de 2019


Hay gente que tiene convicciones profundas sobre lo que OTRAS personas tienen que hacer con su cuerpo. Esas personas necesitan calmarse.

Porque, en rigor, sus convicciones profundas las deben limitar a SUS propios cuerpos. Si, por ejemplo, alguna de ellas desea abortar, o no hacerlo, esa decisión es SUYA y los demás (mucho menos a través de normativa punitiva) no deberían interferir con esa decisión.

Esto, porque esas convicciones profundas de los que sienten apasionadamente que tienen que decidir por otros, no están pensadas para ayudar a otras personas, seamos francos. Están allí para joderlas: es una forma de imponerse, de dominar, de controlarlas.

Me explico: si sus convicciones profundas estuvieran atadas a una práctica consecuente con ellas, tendría yo un concepto diferente. Pero el hecho cierto de que el fruto de mantener su convicción profunda (punir el aborto, es decir, favorecer la existencia de una vida más en este mundo prostituto y vano*) no impida que haya alrededor de 3.000 niños en orfanatos, es ilustrativo de los límites de sus convicciones. Si fueran consecuentes, no debería haber ni uno solo, muchos menos en las condiciones de dejadez y abandono en que viven.

Si las personas de convicciones profundas, convencidas de que una vida debe “salvarse” y existir, luego dejan que estas nuevas vidas vivan de forma miserable, es neta, entiéndalo: no están haciendo nada bueno. Están multiplicando la miseria y no preocupándose por hacerlo, porque lo que sí hacen (porque son obedientes de una corporación gobernada por ancianos a los que les pende un pene) es joder a una mujer a través de la imposición de un dogma sostenido por estos ancianos. La movida tiene todo el tufo medieval y macabro que es el Jean Naté de la Iglesia Católica, un monstruo anti-liberal donde los haya.

Es decir, la mayoría de los anti-abortistas por dogma católico lo son realmente para joder a otros, no para ayudarlos (y mucho menos para ayudar a la vida que ellos dicen “salvar”).

Lo dicho al inicio, entonces, reafirmado: necesitan ustedes calmarse. Cambien el foco de sus manías y oriéntense, católicos, a la devota oración: hablar con las paredes tiene la inmejorable ventaja de no hacerle daño a nadie.

Y si no quieren abortar, entonces no lo hagan. Actúen de acuerdo con su propia conciencia, y dejen que los demás hagan lo mismo, que es de eso de lo que va la democracia, aunque les pese.

*sólo quería un cigarro en mi mano.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Enteramente de acuerdo. Es un ejercisio vanidoso de poder.

Porque Ellos tienen el poder, y porque Ellos dicen que las cosas deben ser asi.

Si no fuera estar en contra del aborto, seria cualquier otra tonteria para hacer sentir su peso.

Un dato: estudio por el Steven Levitt, autor de Freakonomics atribuye en parte la reducida delincuencia al final de los años '80 a Roe vs. Wade en el la decada de los '70.