Locombia

21 de septiembre de 2008

Recorrí el tramo La Haya-Rotterdam en una bicicleta que me prestó mi amiga Sasha Radin y vestido de camiseta tricolor (Miranda-Catalina de Rusia Design: “rubios tus cabellos, azules tus ojos, roja tu boca” dicen que le dijo este pariente lejano de Carlos Mata a la belleza eslava con corona). No recuerdo cuánto me tomó el viaje, acaso unas tres horas por un camino de prados y de vacas, de ligero sol sobre la campiña, de perfecta carretera con ruta para bicicleta. Llegué a Rotterdam, paseé por la ciudad, comí un Donner Kebab, dormí en el parque, me serví un mate, me tomé muy rica la tarde para volverme a La Haya mientras caía el sol.

Mientras pedaleaba mi camiseta llamaba la atención de jocosos holandeses que, por supuesto, no sólo porque no tenía el escudo (ni el actual ni el reformado de la Hermida, con ese galante cuy al asador) sino porque en el imaginario europeo, por tantas (buenas y santas y no tanto) razones, el tricolor es Colombia, muchos holandeses me saludaban al grito de Eh, Colombia. Yo, que adoro Colombia, respondía con gritos y gestos de cortés asentimiento. Hasta que un boreal, en una plaza de Rotterdam cerca de donde se tomó la foto que abajoubico, me gritó la palabra pepa: Eh, Locombia, me dijo. Este pana acertó.

De los países de Iberoamérica, que me los conozco casi todos los 21, hay tres que llevo en el corazón: México, Argentina y Colombia. En los últimos diez años de mi trashumante vida he viajado cada año al menos a uno de ellos, y en algunos años de exultante dicha, a los tres. Adoro Colombia porque, como conveníamos no hace mucho con un amigo español, es naturaleza expuesta: te ofrece lo mejor y lo peor, el abrazo más sincero y la puñalada trapera. Y a callejeros como uno, que buscan noches de golfos y de putas (sea dicho en el sentido filantrópico de la palabra) esta posibilidad nos encanta. Para regocijo particular, en Colombia he solido encontrarme con abrazos sinceros por doquier, con la amistad comme il faut. Y dato no menor, las colombianas son encantadoras y buenérrimas y con ese exquisito acento les permito que me mientan lo que quieran por el sólo placer de escucharlas. Después de todo yo también sé jugarme la boca, y de eso se trata.

En fin, todo este preámbulo porque hoy en vuelo regular de Avianca pisaré el cielo de Bogotá, circa 8 PM. Unas millas que buscaron redención porque sino caducaban y una amiga que formuló una invitación para su graduación de publicista en una universidad que ni me sé en una noche de risotto y vinos en su casa, son los simples y felices antecedentes de este viaje. Una semana en Bogotá y alrededores, amigos y amigas, noches de aguardiente y almuerzos de ajiaco. Sí, señores: ¡Se viene Locombia! Y siempre viene bien.












3 comentarios:

El Mediodía dijo...

Todo bien con Locombia... pero me dejaste plantado cabrón, y ni por putas hubo como ubicarte. Escribirás cuando termines de empujar shots de anisado, a ver como mismo hacemos, en preparación ("spoiler" en camino) del porteño encuentro que se avecina.

RB

Chica Cosmo dijo...

Iberoamérica 22? 10 en Sudamérica, 2 en Europa, 7 en centroamérica, Cuba, Dominicana ¿cuál es el vigésimo segundo?

Xavier dijo...

El Mediodia, no solo que conspiraron contra ese reunion dominguera unos vinos sabatinos, sino que ademas a la buena de Maruja le dio un inoportuno derrame cerebral, el que en apariencia no es grave, y me apersone en la clinica en plan de solidaridad con los hermanitos Coraje. Luego unos chinchulines con mi vieja en el Nato y directo al campo de aviacion, que le dice mi abuela. No hubo chance. En todo caso, te escribo un correo largo con unas apreciaciones sobre el tema.
Christine, recibe mis rendidas excusas por semejante gazapo: por supuesto que son 21. Brasil se me cruzo al pedo como si fuera un gigante 22. Ya esta corregido. Gracias y besos.