Suele cometerse el error conceptual de pensar que
únicamente el Estado puede violar el derecho a la libertad de expresión cuando,
en realidad, otros actores de la sociedad (en particular, los medios de
comunicación social) también pueden violarlo. Así, es posible que los
medios de comunicación social representen pocas voces, ofrezcan pobres
argumentos y tergiversen la realidad; no es inusual que los medios de
comunicación social de este país actúen de manera irresponsable en su ejercicio
de su libertad de expresarse. Convengamos, como principio, que la libertad de
expresión no es un derecho absoluto y que tiene límites y consecuencias: la
censura previa en los casos de espectáculos públicos cuando corresponda para
proteger a niños y adolescentes y la sanción de responsabilidades ulteriores
para la protección del respeto a los derechos o la reputación de los demás y
para proteger la seguridad nacional, el orden público y la salud y moral
públicas. Convengamos, de manera definitiva, que el ejercicio del derecho
a la libertad de expresión comporta una enorme cuota de responsabilidad.
Para defender el derecho a
la libertad de expresión los primeros llamados a actuar de manera responsable
son los medios de comunicación social. Una manera de mostrar su interés de hacerlo
sería la publicación en Internet de su Código de Ética, para que los
televidentes, radioescuchas y lectores tengamos la posibilidad de contrastar
sus actos con el estándar ético que ellos mismos se han propuesto cumplir. Otra
manera, acaso más compleja, sería la creación de un Consejo de Ética de los
Medios de Comunicación, a la usanza del que existe en Chile (uno de los países
de América latina que mejor califica –después de Costa Rica y Uruguay- en la
clasificación mundial de libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras) que
funciona como “un órgano de autorregulación en materia de ética
informativa”. Este órgano se compone de nueve miembros, los que a
iniciativa de cualquier persona, pueden ejercer una “labor preventiva”, que
consiste en “entregar orientaciones de carácter general a los medios de
comunicación” y una “labor resolutiva”, que consiste en conocer una denuncia
fundada y emitir una resolución sobre la misma, la que podrá ser “absolutoria o
de representación. Dicha representación consistirá en una amonestación”,
la que se “comunicará oficialmente a las partes involucradas y a las
asociaciones afiliadas para ser difundido entre sus miembros”. Si la falta a la
ética es grave, el consejo puede resolver “entregar directamente la resolución
a los medios de comunicación, una vez ejecutoriado el fallo” y “ordenar que la
resolución sea publicada o transmitida en el medio sancionado, ya sea en forma
completa o extractada”. Este escenario es más complejo que publicar en
Internet un Código de Ética (¿cuántos medios de comunicación en este país
tienen un Código de Ética?) pero si los medios de comunicación social tienen la
voluntad de actuar de manera responsable y de pasar del verso de la
autorregulación a prácticas concretas, deberían hacerlo. Porque, de veras,
mucho verso de la libertad y poca práctica de la responsabilidad no es buena
cosa.
26 comentarios:
Xavier, despues de verte opinar y comentar en varios medios, usualmente de temas politicos, persiste mi incognita...
En que lugar encasillas tu pensamiento politico? Mas alla del estereotipo izquierda o derecha, a veces tus posiciones me parecen ambiguas y mas politicas o poco comprometedoras que cualquier otra cosa.
Incluso me da la impresion que a ratos quisieras defender al actual gobierno en sus posiciones/decisiones a capa y espada pero a la vez te retractas de comprometer un neutralismo que encuentro casi hipocrita.
Para no hacerme la idea equivocada me gustaria conocer un poco mas de tu pensamiento politico general y saber, como dicen los gringos, where you're coming from?...
Saludos.
Se rajan las vestiduras y se llenan la boca hablando de libertad de expresión. A mí más bien me parece que de lo que ellos gozan es de una libertad de mediocridad. Pueden hacer y decir lo que quieran con tal de tener buen rating o vender más ejemplares. Y la calidad? Cuándo se han preocupado ellos por la calidad? Si tuviera los medios, fundaría un Die Zeit en Ecuador. Eso es una muestra de excelente prensa escrita.
Un abrazo desde Hamburgo!
Micaela
No termino de comprender tu concepto de libertad.
Solamente se puede violar la libertad, a travez de la coerción; y que yo sepa ningún medio de comunicación ejerce coerción sobre nosotros. Podrán ser parciales, ineficientes, balurdos, incluso mentirosos y malintencionados, pero en ningún momento están violando la libertad de expresión.
En mi blog yo diré lo que yo quiera; en tu blog tu dirás lo que tú quieras; en su canal ellos dirán lo que ellos quieran. Eso es perfecto.
El problema es que no todos tengamos acceso a un canal. Y eso no es culpa más que del Estado.
Yitux, yo creo firmemente en una frase dicha hace harto tiempo:
La verdad os hara libres
Dejando el concepto religioso a un lado, yo diria mejor que el conocimiento nos hara libres. Uno de los pilares de la libertad que tanto pregonan muchos es el conocimiento o las oportunidades existentes para tomar, conscientemente una decision libre de coerciones e ignorancias. Por ejemplo, si todos los restaurantes se pusieran de acuerdo o sirvieran los mismos platos, dirias que existe libertad de alimentacion.. claro la opcion es no comer, pero te moririas de hambre.. pero, se podria decir que existe verdadera libertad solo pq no estan amenazandote fisica o emocionalmente??.. la coercion depende mas de la ignorancia impuesta mas que medios tan obvios como los anteriormente descritos..
somos una porcion muy pequeña de ecuatorianos que tenemos la oportunidad de acceder a medios alternativos que la basura de prensa que tenemos, ya sea por Internet, o Tvcable, aunque la misma tonteria es. Basta abrir desde El Boboverso hasta el Extra para darse cuenta de la misma linea editorial, desde Canal Uno hasta Ecuavisa para releer el mismo guion y cansinos comentarios de Jorgito Ortiz... dime Yitux, acaso los mas de 10 millones de ecuatorianos que se ven forzados, pq lo otro seria ponerse a tirar como conejos, tienen oportunidad de ver algo diferente que la vision obtusa de nuestra Prensa nacional... la respuesta es NO, por ende no tienen la libertad de eleccion...
las cadenas del gobierno y el canal algo balancean la situacion, pq estimulan a contraponer ideas preconcebidas, y ALLI recien existe libertad para elegir que corriente ideologica resulta ser la mas aceptable, desde el betunero hasta el chofer, pasando por el cevichero.. recien estan teniendo esa oportunidad de eleccion, bien llamada libertad.
Los medios de prensa deberian sacarse la venda de imparcialidad que dicen tener, pq eso resulta un engaño. es decir, si de verdad quisieran representar lo que no son, deberian hacer enormes cambios, que no los hacen por conveniencia. Ergo, no son ni medios de informacion parciales, sino que demuestran las oponiones o ideas de los grupos que los gobiernan. el dia que digan claramente sus intenciones, ESE dia existira libertad. Pq la hipocresia resultar una coercion de las libertades de las personas que son engañadas contandoles una historia cuando la realidad es diferente.
Libertad de expresion no implica decir lo que te de la gana como te de la gana cuando te de la gana. eso podria ser llamadao libertinaje de expresion. Creo que libertad de expresion se refiere al hecho de poder decir lo que quieras, cuando quieras siempre y cuando tengas argumentos de peso para defenderlos. Punto.
Es pecar de inocente y rayar en lo absurdo, el querer justificar los desmanes de unos, al evidenciar los de otros.
Un clavo no saca a otro clavo. No porque uno hace algo malo, queda justificado que otro lo pueda hacer, a menos que lo que se pretenda es procurar generar en el público una especie de sentido de comprensión hacia uno de los acusados.
Este gobierno se ha convertido en un baluarte del irrespeto a la libertad de expresión, tanto en la forma como el fondo.
Xavier Flores dice: "...la libertad de expresión no es un derecho absoluto y que tiene límites y consecuencias: la censura previa en los casos de espectáculos públicos cuando corresponda para proteger a niños y adolescentes y la sanción de responsabilidades ulteriores para la protección del respeto a los derechos o la reputación de los demás y para proteger la seguridad nacional, el orden público y la salud y moral públicas"Es un error y, perdón por la dureza, una estupidez pensar que el Estado a través de un representante del gobierno de turno, pueda ser juez y parte en determinar quiene incumple en lo mencionado por Flores. Es una idea totalmente obsoleta, esperar que se cree un organismo burocrático que se dedique a monitorizar lo mencionado por Flores. Burocratizar es torpe e inútil. Eso demuestra un absoluto desconocimiento de nuestra realidad y de la confusión que se ha creado, al hacer pensar a la gente que gobierno equivale a estado.
Ya existen leyes y jueces que pueden tramitar demandas y juicios por asuntos que atenten contra la honra, la buena fama, seguridad nacional, etc. El estado, y peor aún, el gobierno, deben hacerse cargo de esto. O mejor dicho, en el peor de los casos, si se crea un ente burocrático, este debe representar el sentir del pueblo, ser imparcial, objetivo y ajeno a los interese tanto de quienes gobiernan, como de quienes critican a los gobernantes. Eso, en nuestro amado país es una utopía mayúscula. Primero vuela un burro antes que se de algo así.
me encasillen, pero tampoco me interesa evitarlo) como en este caso. Saludos.
MicaelaDA, podría parafrasear a Kierkegaard y decir que la prensa ecuatoriana “exige la libertad de expresión como compensación para la libertad de pensamiento que ella utiliza raramente”, ja.
Yitux, me gustaría que me amplíes por qué el que “no todos tengamos acceso a un canal (…) “no es culpa más que del Estado”. Para evitar disputas verbales, precisem0s que yo entiendo que la coerción no es el único mecanismo que puede violar la libertad de expresión; precisemos, asimismo, la definición del escenario que es propicio para promover esa libertad de expresión (para no convertirla, al amparo de un concepto vacío de libertad, en mera ilusión). El escenario que tú refieres de “libre mercado de las ideas” (yo accedo a un canal, tú a otro, ellos a otro) es insuficiente para satisfacer los principios que componen la libertad de expresión porque es compatible con un mercado de pocas voces y muchas ideas excluidas en el debate (lo que dependerá de los intereses, en particular los económicos, de los dueños de los canales de expresión). Para postular el escenario del “debate público robusto”, que supera el escenario del “libre mercado de ideas” porque pretende promover la mayor participación de las personas en el debate y una mayor deliberación entre ellas, son necesarias muchas medidas que favorezcan esa participación y esa deliberación. Una de esas medidas (de otras hemos hablado antes en esta bitácora) es la autorregulación de los medios de comunicación: que asuman, de veras, el compromiso de ofrecer una comunicación veraz, objetiva, oportuna y plural (cada uno de esos términos merece discusión, pero es importante tomar en cuenta que ese compromiso, de los dientes para afuera, todos los medios lo tienen: no conozco un medio de comunicación que afirme que la información que provee es falaz, tendenciosa, inoportuna y poco o nada representativa de los intereses de la comunidad a la que se dirige) y que nosotros tengamos la posibilidad de contrastar sus deficiencias con el propio estándar que ellos han establecido para sí (Código de Ética) y de presentar denuncias fundadas a los propios medios de comunicación por esas deficiencias (ante un Consejo de Ética, como sucede en Chile). Sin intervención del Estado, solo en atención al compromiso de responsabilidad al que ninguno (de los dientes para afuera, claro, otra cosa son sus actos) rehúsa.
Charles, concuerdo con que la coerción no es la única manera de violar la libertad (así como tampoco el Estado es el único que puede ejercer la coerción, por supuesto).
Saludos.
Pocoyo, tres precisiones:
1) No quiero, ni intento (ni podrás identificar en mi entrada nada que avale esa interpretación) justificar “los desmanes de unos, al evidenciar los de otros”. Lejos de mí esa reducida lógica binaria. Yo expongo un hecho para el análisis, la autorregulación de los medios de comunicación y la propuesta para el debate es discutir si esa autorregulación es pertinente (yo considero que sí lo es) y en qué términos lo podría ser (yo propongo los Códigos de Ética y el Consejo de Ética, como sucede en Chile) y, finalmente, podría derivarse una discusión si los medios de comunicación locales tienen algún asomo de autorregulación (yo considero que es muy escasa y el único ejemplo que se me ocurre es el Defensor del Lector de Diario Hoy, a cargo de Carlos Jijón) lo que nos podrían dar indicios de su nivel de compromiso (cercano a lo paupérrimo) con el ideal de responsabilidad en el ejercicio de su libertad de prensa.
2) Solo para precisar: la cita que extraes de mi entrada que señala las legítimas restricciones a la libertad de expresión no es invención mía sino que hace referencia a los principales tratados internacionales de derechos humanos que regulan la libertad de expresión (artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos –los términos son los mismos en materia de censura previa y de las consecuencias en el ejercicio irresponsable de la libertad de expresión –o sea, en lo que se conoce como “responsabilidades ulteriores”-, el artículo 10 de la Convención Europea para los Derechos y las Libertades Fundamentales y el artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos -todos esos tratados y muchos más los puedes encontrar en la sección “Instrumentos” de la ciberpágina de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: http://www.corteidh.or.cr/index.cfm).
3) No sugiero en esta entrada la existencia de un “representante del Gobierno de turno” para “determinar quién incumple lo mencionado” por mí. Esa interpretación de tu parte es equivocada. Lo que sugiero es la autorregulación (que sean los propios medios quienes se regulen), en términos (no son los únicos posibles) de Código de Ética y de Consejo de Ética, como sucede en otras partes del mundo y que parece un mínimo del ejercicio responsable del derecho a la libertad de expresión. Lo cual no implica, por supuesto, que los medios de comunicación estén exentos de las sanciones que por razones de responsabilidades ulteriores (en los términos que establecen los instrumentos internacionales arriba citados) les sean aplicables.
Saludos.
Perdón por el primer comentario que posteé, que salió cortado (lo trabajé en Word y lo corté de manera errónea). Era dirigido a Julio Franco y es el siguiente:
Julio Franco, he sostenido en varias ocasiones que defiendo los principios de autonomía individual y autogobierno colectivo. Lo que implica que defiendo el más amplio ejercicio de la libertad de las personas y la garantía de unas condiciones mínimas de igualdad social para que el ejercicio de esa libertad no sea ilusorio. Defender esos principios no implica, necesariamente, estar en contra o a favor de ninguna entidad, llámese “gobierno” u “oposición”: implica pensar por cuenta propia, con los riesgos de que otros no sepan donde encasillarte (no me interesa que me encasillen, pero tampoco me interesa evitarlo) como en este caso. Saludos.
Yo parto del punto de que no existe información "veraz, objetiva, oportuna y plural". Son palabras sujetas a subjetividades. Según yo, lo que yo digo es veraz y muy oportuno también; pero muchos han de creer que estoy loco. Si tuviera un canal, seguiría pensando y opinando igual, y nadie debería tener derecho a recriminarme mis opiniones a costo de una información "objetiva". ¿Quién decide lo que es objetivo y lo que no? ¿Quién decide que lo que yo digo es veraz? ¿Con qué derecho censurarían mi opinión sólo porque no calza con las suya?
Nadie los obliga a leer mi blog, al igual que nadie los obligaría a ver la programación de mi canal.
En el ejemplo metafórico de Charles, si todos los restaurantes venden arroz con menestra es porque la gente come arroz con menestra. Eso se llama mercado. Así funciona. No es por decreto, no es por ley, es natural, espontáneo y voluntario. Si la gente ya no quiere menestra, los restaurantes cambiarían o perderían clientes. A alguien por ahí se le a de ocurrir vender caldo de salchicha, o quizás el de una cuadra más allá cocine mejor. Así los servicios mejoran, evolucionan, cambian. El problema es cuando viene una fuerza superior (llámese Estado, mafia organizada, o lo que sea) y decreta que en este barrio sólo pueden haber 4 restaurantes. Ahí si se crea un monopolio, mantenido a travez de la coerción o uso de la fuerza. Si sólo puede haber 4 restaurantes, ahí ya no existiría el de más allacito que cocina mejor, y nadie se esforzaría por cocinar mejor, pues a la final todos estamos obligados a comer ahí. Los servicios se encarecerían y bajarían su calidad.
Eso mismo pasa con la televisión. ¿Quién designa los derechos de radiodifusión? ¿Cuántos permisos hay que sacar? ¿Cuántos impuestos hay que pagar? ¿Qué garantías se debe tener? ¿Cuántos trámites hay que hacer y cuánta plata hay que desembolsar para poder montar una antena en mi techo y transmitir?
Yo conocí a un señor que tenía un canal independiente clandestino en Loja, un día lo descubrieron y el Estado le quitó la antena, porque no había hecho todos los trámites ni tenía el dinero suficiente para todo el papeleo. Eso es una traba. Eso hace que sólo grupos de gran poder económico tengan acceso a un canal. Eso crea monopolio. Eso baja la calidad de la televisión. Y eso no se soluciona con más intervención estatal.
Es como si la mafia organizada, que obligó a que sólo existan 4 restaurantes de arroz con menestra, al ver que la gente ya está harta de la misma menestra sin sal; quiera, nuevamente a travez de la fuerza, obligar a los 4 restaurantes a que cocinen mejor. Cuando la solución real, sería dejar que hayan más restaurantes en el barrio.
Autorregulación mediante un Código de Ética y monitoreado por un Consejo de Vigilancia no gubernamental. Estoy de acuerdo contigo Xavier, también me parece importante la publicación de ese código de ética. Así los espectadores podremos evaluar por nuestra propia cuenta si el medio está cumpliendo o no.
Al final seremos los propios usuarios quienes decidiremos si seguimos al medio, pero con pleno conocimiento del estado del cumplimiento de su propio código.
Desafortunadamente no me parece que es lo que el gobierno está impulsando.
Solo quiero hacerte una observación, es verdad que no solo el estado puede violar el derecho a la libertad de expresión. Pero si este derecho fuera equivalente a circular por una autopista, el estado anda en un enorme tráiler y los ciudadanos andamos en patines. El estado tiene una capacidad de coerción tan abultada, que siempre será un peligro cuando pretende intervenir en aquel libre tránsito de ideas. De ahí que siempre que un estado quiera regular, filtrar o pre aprobar los contenidos, debemos oponernos ya que el peligro es demasiado grande. Así como no podemos permitir que un canal de televisión limite el tránsito de las ideas, tampoco podemos dejar que nos crucen el tráiler del estado en medio de la vía.
Yitux, gracias por intervenir. Me permito discutirte algunas afirmaciones de tu comentario:
1) Me anticipé en mi anterior comentario a señalar que esos términos (veraz, objetiva, oportuna y plural, referidos a la información) son términos que merecen discusión porque, añado, son términos problemáticos. Puedo reconocerte, además, que son “palabras sujetas a subjetividades”. Este reconocimiento no implica, por supuesto, que no se pueda llegar a un terreno común para definir esos términos que nos permita albergar una expectativa racional de que quienes informan respeten su contenido. En materia de “veraz”, por ejemplo, no sería difícil coincidir en que si alguien afirma un X hecho de una persona (digamos, que esa persona cometió un delito) y ese hecho es falso, esa persona afectada por la información falsa tiene derecho a reclamarle a quien emitió esa información porque esta última no cumplió con el requisito de emitir información “veraz”. No es difícil coincidir en que la responsabilidad de un periodista serio lo haría descartar, además, noticias que sean solamente rumores o meras insidias (caldo de cultivo de nuestra prensa, vale decirlo). En materia de “objetiva”, como ha dicho Judith Lichtenberg, la objetividad consiste en “equilibrio e imparcialidad en la presentación de diferentes facetas de un asunto; exactitud y realismo en la información; presentación de todos los principales puntos relevantes; separación de los hechos y de la opinión, pero asignando relevancia a la opinión; minimización de la influencia de la influencia de la actitud, opinión o compromiso del autor; ausencia de sesgo, encono o segundas intenciones…”. Al transmitir una información no encuentro que ninguno de estos atributos sea imposible de cumplir (al menos no para un periodismo que se tome en serio su oficio) ni tampoco que sean irreductiblemente subjetivos. Yo prefiero, en realidad, antes que llamarla “objetividad”, llamarla “neutralidad” y, al mismo tiempo, entiendo muy bien que una persona que emite una opinión pueda enfatizar su subjetividad y hacer una toma de postura que no sea en sentido estricto neutral, ante lo cual lo único que cabe pedirle a esa persona es que al hacerlo no nos intente vender gato por liebre y hacernos pasar su subjetividad por información objetiva. No me parece esto insensato, ni tampoco difícil de cumplir. Sobre “plural”, me parece que no sería difícil identificar escenarios (de manera habitual, el escenario de “libre mercado de las ideas”) donde la pluralidad es mínima, donde pocas voces y pocas ideas son las que predominan en la sociedad e influencian el comportamiento de sus miembros. Ese “libre mercado de ideas”, al amparo de una idea de libertad a la que considero vacía de contenido y que es solo la expresión de quien tiene el capital para expresarse y para evitar que otros se expresen, no es inusual que no represente los intereses de la mayoría de miembros de la sociedad en la cual se realiza. No observo mayor problema en reconocer este escenario y considerarlo como insuficiente para satisfacer una visión robusta del derecho a la libertad de expresión. El atributo que sobra, el de “oportuna”, es el atributo que más sujeto está a la subjetividad del emisor y el que menos problemas sugiere (aunque no es difícil imaginar escenarios en que cierta información pueda considerarse “inoportuna”: la transmisión de X información en período de guerra, por ejemplo). En todo caso, con las cualidades “veraz”, “objetiva”, “plural” tenemos suficiente para discutir, alejados de subjetividades que en el nombre de “yo pienso que soy veraz, etc.” suponen que no habría nada que discutir al respecto. Porque esta discusión es necesaria para saber si los medios actúan de manera responsable en el ejercicio de su derecho y si los ciudadanos tenemos el derecho también de exigirles que lo hagan mejor (porque es de nuestro interés, sobra decirlo, que lo hagan, y en Ecuador, no es difícil sospecharlo, muchos no lo hacen).
2) Sobre la pregunta quién decide, pues en principio y de manera evidente, decide el ciudadano; en segunda instancia, deberían decidir los propios medios de comunicación mediante la aplicación de mecanismos de autorregulación (defensorías del lector, códigos de ética, consejos de ética); en tercera y última instancia, debería decidir el juez, en los casos de responsabilidades ulteriores por la violación del derecho a la libertad de expresión.
3) El problema con los ejemplos muy sencillos es que no suelen ser útiles para comprender realidades complejas. En materia de libertad de expresión no es útil simplemente decir “si la gente no quisiera lo que hay, no leería (o escucharía o vería) lo que hay”. Ese enfoque unidimensional supone dos cosas, a mi juicio, erradas: a) que si alguien tiene el poder (de manera habitual, el poder económico) para hacerse escuchar, ese solo hecho legitima la situación social que ese uso del poder genera (“might is right”); b) que ese escenario de “libre mercado de ideas”, los ciudadanos tienen la posibilidad de cambiarlo si quisieran (lo que, en principio, implica suponer una enorme cuota de poder a los ciudadanos, cuota que no suelen tener, al tiempo de desconocer la naturaleza cómo operan los medios de comunicación en una sociedad y cómo influencian el comportamiento de los ciudadanos –tema que da para mucho). Ese reducido enfoque merece enriquecerse para incluir en el análisis no sólo lo que los medios de comunicación informan, sino también lo que no informan (que no por no informarse, no existe ni merece quedar por fuera del debate) y más todavía observar que expectativas racionales (usualmente expresadas en términos de derechos) pueden tenerse sobre el derecho a la libertad de expresión (que podría resumirse, digamos en principio, en esos atributos de “veraz, objetiva y plural”) para que el ejercicio responsable del derecho a la libertad.
Llevado esto a términos del ejemplo: en una sociedad X se vende un producto (tú dices arroz con menestra, yo pongo “pocas ideas”). Tú dices, si se vende arroz con menestra es porque la sociedad quiere arroz con menestra, porque sino, escogerían otra comida. Aquí tenemos dos primeros problemas: a) no siempre lo que se le ofrece a la sociedad es lo que la sociedad quiere; b) no siempre si quiero escoger otra cosa, estoy en capacidad de escoger otra cosa. Sobre lo primero, se puede tornar complejo el ejemplo y decir que quienes tiene el poder de ofrecernos un producto son quienes tienen el poder de producirlo: en tu ejemplo, podría ser que quienes venden el arroz con menestra tengan interés en vender solamente ese producto por X razones económicas (digamos, porque son los dueños de la producción agrícola que consiste solamente en arroz y fríjoles, porque la traen a bajo costo a una región desértica donde es lo único que puede consumirse porque no se produce ningún otro alimento) y no tengan interés para vender otro producto; ante ese escenario (llámalo oligopolio o monopolio), ¿qué posibilidades reales tiene el consumidor de cambiar de alimento? Tendría que mudarse de su localidad (con los costos personales que esto implica, etc.) para hacerlo, y en tales circunstancias, es probable que no lo haga. Él no quiere comer arroz con menestra (o lo quiere a veces, no siempre, etc.) pero no tiene ninguna opción real (no la opción del “mercado ideal”, de la libertad como concepto vacío) de no consumirlo (porque o lo come, o se muere de hambre: no puede cambiar menú).
Llevado esto a términos del ejemplo: en una sociedad X se vende un producto (tú dices arroz con menestra, yo pongo “pocas ideas”). Tú dices, si se vende arroz con menestra es porque la sociedad quiere arroz con menestra, porque sino, escogerían otra comida. Aquí tenemos dos primeros problemas: a) no siempre lo que se le ofrece a la sociedad es lo que la sociedad quiere; b) no siempre si quiero escoger otra cosa, estoy en capacidad de escoger otra cosa. Sobre lo primero, se puede tornar complejo el ejemplo y decir que quienes tiene el poder de ofrecernos un producto son quienes tienen el poder de producirlo: en tu ejemplo, podría ser que quienes venden el arroz con menestra tengan interés en vender solamente ese producto por X razones económicas (digamos, porque son los dueños de la producción agrícola que consiste solamente en arroz y fríjoles, porque la traen a bajo costo a una región desértica donde es lo único que puede consumirse porque no se produce ningún otro alimento) y no tengan interés para vender otro producto; ante ese escenario (llámalo oligopolio o monopolio), ¿qué posibilidades reales tiene el consumidor de cambiar de alimento? Tendría que mudarse de su localidad (con los costos personales que esto implica, etc.) para hacerlo, y en tales circunstancias, es probable que no lo haga. Él no quiere comer arroz con menestra (o lo quiere a veces, no siempre, etc.) pero no tiene ninguna opción real (no la opción del “mercado ideal”, de la libertad como concepto vacío) de no consumirlo (porque o lo come, o se muere de hambre: no puede cambiar menú). Llevemos este ejemplo al ámbito de la libertad de expresión, donde este delirio de ejemplo tiene algunos visos de realidad: existen muchos (o pocos) medios de comunicación en manos de pocas de personas, o en defensa de ciertos X intereses que les conciernen y que, en consecuencia, transmiten pocas ideas; no es difícil verificar ese escenario en este país. Se ofrecen pocas ideas (menú reducido: arroz con menestra), ¿se tiene posibilidad en la esfera pública de acceder a otras ideas que disientan de esas pocas? La respuesta es que esas posibilidades suelen ser mínimas. ¿Se puede esperar que si hablamos de un derecho clave para una sociedad democrática el escenario en la esfera pública sea diferente, que promueva la participación de todos los actores relevantes y que promueva la deliberación colectiva? Yo creo que sí debería poder esperarse ese escenario distinto. Ese es el núcleo del debate: si admitimos que la libertad de expresión se disminuye o se afecta (por no utilizar la palabra “viola”, para no entrar al campo de discusiones verbales) en escenarios de “libre mercado de ideas” (lo que, a mi juicio y con atención a los ejemplos anteriores, es evidente), ¿cuál es el escenario que debería promoverse, por qué y cómo lo alcanzamos? Yo sostengo que ese escenario debe ser el del “debate público robusto”, por las razones ya dichas de participación inclusiva y deliberación colectiva y que los mecanismos para hacerlo es mediante la intervención del Estado (el Estado no solo como enemigo de la libertad de expresión, sino como amigo de la misma mediante la creación de sus propios canales y el incentivo de mecanismos comunitarios de comunicación, por ejemplo) y mediante la autorregulación de los medios de comunicación, para que éstos actúen de manera responsable y respetuosa de ciertos mínimos que nos interesen a todos.
Finalmente, dejo a salvo discutir la diferencia entre el arroz con menestra y la difusión de ideas (lo primero satisface una necesidad física, lo segundo influye en el imaginario colectivo –muy, muy relevante), discutir la pertinencia del cobro de impuestos (los derechos –no me refiero solo al de libertad de expresión: el derecho al debido proceso, a elegir, a reunirse, etc.- cuestan, Yitux), la necesidad de un mínimo de regulación en una sociedad civilizada (ni mucha que entorpezca, ni tampoco ninguna que todo abuso permita –el ideal anarquista es hermoso, pero ingenuo) y discutir con mayor nivel de complejidad el problema (¿qué hay si quienes venden arroz con menestra impiden que otros entren en el mercado? –dicho sea en términos de libertad de expresión, que quienes emiten información, impiden la transmisión de otra información distinta a la que ellos les interesa-, ¿qué hay si venden un producto contaminado o que no satisface los mínimos estándares sanitarios? –o sea, no hay venta responsable y ésta afecta al consumidor, como puede que no exista ejercicio de la libertad de expresión responsable que afecta a los miembros de la sociedad en que ésta se transmite, etc.
Mucho por decir, soy todo ojos.
Salute.
A todos, perdón por la repetición de un fragmento en los comentarios anteriores con relación al comentario de Yitux. Hoy no es mi día con el Word, ja.
obs., a mí lo que me parece más desafortunado (para decirlo con tus propias palabras) no es que el Gobierno no lo impulse (¿le harían caso los medios de comunicación al Gobierno?) sino que los medios de comunicación (a los que la libertad de expresión tanto, tanto les preocupa) no lo impulsan, ni lo discuten, ni les interesa. Eso es más desafortunado y más preocupante.
obs., también de acuerdo (valga la redundancia) con tu observación: las críticas las merecen ambos (es decidor, sin embargo, que suelan dirigirse solamente -por desconocimiento, manipulación o aconchavamiento- hacia el Gobierno, cuando hay tanto por decir del lado de los medios de comunicación y su acción irresponsable). Saludos. Sigamos.
Xavier,
creo que deberías explicar mejor lo que es una iniciativa de AUTOregulación (y las mayúsculas en AUTO son clave). que uno mismo, sea a través de una iniciativa individual o grupal, se imponga normas de actuación (ética, estética, etc.) no tiene porqué estar reñido con la libertad. es más, una iniciativa de autoregulación revela una concepción de libertad más rica y más acorde a la realidad inescapable de la vida en sociedad.
por eso, y no porque los medios de comunicación no le harían caso al gobierno es que, conceptualmente, una iniciativa de autoregulación no puede ser "impulsada" por el mandamás de turno. la iniciativa nace y es impulsada desde adentro. de eso se trata un código de ética. si es impuesto desde fuera se desvirtúa lo de "auto" y se vuelve pura y simple regulación.
el caso que mencionas del código ése en chile es interesante porque, entiendo, es una iniciativa que los propios medios impulsan a finales de la dictadura de pinochet. la transición chilena a la democracia con todos sus defectos (básicamente los perdones y el cargo de senador vitalicio al dictador) es un ejemplo de madurez política. y una manifestación de madurez política es, en el caso de los medios de comunicación, reconocer que el ejercicio de la libertad de expresión requiere responsabilidad, como bien indicas. en chile, la prensa (en particular, unos diarios específicos) contribuyó, a punta de irresponsabilidad, amarillismo y escandalosería, al caos que luego derivó en el golpe de estado de pinochet. y les costó mucho darse cuenta que hicieron mal, como suele costarle a cualquiera que cree que 'libertad de XX' es patente de corso para hacer lo que le da la regalada gana (al mejor estilo abdalasesco).
eso de 'si no le gusta cambie de canal' es una visión pobre y empobrecedora de la libertad de expresión. en esa misma lógica, en uso de mi libertad como ciudadana puedo decir que me vale trozo la suerte de los medios de prensa; si les dan palo es su problema. a cuenta de qué me tiene que importar tu libertad. sobre todo tomando en cuenta que a ti, medio de comunicación, es evidente que te vale un trozo mi libertad (en ese sentido enriquecido al que Xavier se refiere tanto) y te importo solo en la medida en que te puedo llenar los bolsillos. con esa lógica, al final del día, perdemos todos.
el ejercicio de la libertad es cosa compleja. y no solo porque vivimos en sociedad. robinson crusoe, libérrimo él, sabe que no se puede pasar el día haciendo lo que le da la gana. si llega la noche y no se tomó la chancha molestia de recoger leña para la fogata corre el riesgo de morirse de frío o de comer crudo o de no tener algo con qué protegerse de las alimañas nocturnas. eso es algo que los hijos aprenden "the hard way" el día que empiezan a vivir solos, liberados del yugo p/materno.
un abrazo, Xav, nos vemos pronto.
azul
Buenisimo el debate.
Aqui mando un video de una querida compañera articulista.
http://www.elcato.org/node/4366
Ella habla de la libertad tambien!!
Estoy muy de acuerdo con la entrada, me parece una idea interesantísima el tema de este Consejo de Etica. No me quedó claro (y valdría la pena profundizar) el cómo y el quién se encarga de formar este consejo. Esto último es lo más complicado en un país como el nuestro.
Acá se cuestionó por parte del Gobierno que el Conartel tenía mayoría de los medios, se hizo el cambio pero ahora existe un servilismo perverso para con el movimiento oficialista. Me temo que lo mismo pasaría con el consejo en discusión: Si lo conforman solo los medios, se dirá que es un instrumento de poderes y si lo conforma el gobierno, se dirá que sirve para planes oscuros del oficialismo. Quién lo conforma??
Por otro lado, Xavier, me parece que la creación de medios estatales no debe tener como fin, "balancear" la oferta privada de ideas que se opongan al régimen de turno. Hoy por hoy, el uso de los medios estatales se ha usado de forma terrible, difícilmente se puede hablar de medios comunitarios o "del estado" y más bien se parecen más a medios oficialistas o entregados al movimiento de gobierno y sus aliados. Podrás no estar de acuerdo, pero los editoriales del medio donde actualmente tienes tu colmuna son bastante tendenciosos. Se agrava más este tema, cuando nuestro gobierno posee el 33% de los canales de nivel nacional (sin incluir aquí a EcuaTV). Es innegable que hoy la oferta es variada, y es poco lo que se ha logrado en alcanzar un real pluralismo.
Tu análisis de los medios privados es bastante acertado, en general dejan mucho que desear. Por otro lado, la objetividad es necesaria y obligatoria al momento de transmitir una información determinada, pero no es correcto exigir imparcialidad a la hora emitir una opinión sobre determinado tema. Ahí tomar posturas es justo y necesario, siempre y cuando esas posturas se puedan argumentar como corresponde.
Creo que hay temas en los que las discusiones serán eternas.
Yo sigo creyendo en la mano invisible. A mi parecer, si en tus ejemplos no existe limitaciones al desarrollo, la cosa se solucionaría fácil, libre y espontáneamente.
Puede que los restaurantes tengan intereses de sólo vender arroz, porque ellos producen arroz; o que vendan comida de mala calidad que afecte a la comunidad; pero esto sólo sería posible si existieran las restricciones de que sólo puede haber 4 restaurantes. Sin esta restricción, es decir sin uso de la fuerza, irían apareciendo otros lugares de comida, y la competencia haría que mejoren, evolucionen, etc.
Yo no digo que vivamos en libre mercado, de hecho todo lo contario. Tampoco he defendido a los medios, ni he dicho que me gusta la programación local. Solamente creo que regularlos desde el Estado no es ético, ni es la solución a la baja calidad.
¿Cuáles son las mejoras que me gustarìa ver en los medios de Ecuador en su tarea de informar y orientar? Ahí digo tres:
-No presentar opiniones como si fueran verdades "objetivas". Y si lo hacen, decir "Este diario cree que....."
-No tener protagonistas energùmenos
y vanidosos que presentan sus berrinches como "análisis", y si los tienen, ponerlos al frente de programas cómicos
-No manipular los titulares y los textos de acuerdo a sus afectos o desafectos, y si lo hacen, decir abiertamente con quién y contra quien están.
Antes que escoger una opción del "tri"lema: a)Regulación mágica desde el mercado, b)Autoregulaciòn ó c)Regulación desde el estado, prefiero imaginar una combinada y efectiva presencia de las tres: la gente escogiendo libremente, los medios exhibiendo inteligencia y decencia, y las cortes castigando los excesos.
El derecho a publicar es un derecho indivicual que, en estos ciber tiempos postmodernos, no requiere de muchas garantías, aunque, como siempre sería bueno que cuente con auspicios de inteligencia y decencia (a criterio, no faltaba más, del propio publicante). El derecho a ser informado es un derecho colectivo que, ese sí, requiere garantías sociales concretas, tanto más efectivas cuanto más mágicas, éticas y libres.
Es una pena la falta de conocimientos de deberes y de derechos, que cuando alguien defiende la libertad de expresión reclamada casualmente por el Presidente de la república, ya le cuestionen a uno si es de izquierdas o si apoya al Presidente o no. Este es una susnto de ética profesional, mas no de ideologías,por lo que ante la ausencia de debates, lo poco que hay se traduce en discusiones bizantinas que no llevan a ningun lado. Cuanto nos falta avanzar como sociedad!
Endivio Roquefort escribió (perdón por publicarlo de esta manera, lo rechacé por error):
Interesante el debate: mi intervención tendrá que esperar hasta cuando arranque algo de tiempo de las fauces del trabajo. (Para Xavier, tampoco justificará la espera, ya que él ya sabe de antemano lo que voy a decir.)
Sólo quisiera expresar mi admiración al leer estas palabras de Charles:
"las cadenas del gobierno y el canal algo balancean la situacion, pq estimulan a contraponer ideas preconcebidas..."
Es curioso que alguna gente todavía no entiende que cuando el gobierno estima necesario emitir en cadena, es decir, monopolizando la oferta televisiva para la duración de la emisión, de modo que al cambiar de canal uno ve lo mismo y lo mismo y lo mismo, lo hace en aras de estimular la libertad de expresión: pues evidentemente, uno goza de la otrora inexistente libertad de ver Correa en RTS, o Correa en Ecuavisa, o Correa en Gamavisión, o Correa en Teleamazonas... en fin, entre tantos Correas, uno se siente abrumado por la amplitud y la variedad de la oferta. Eso si es libertad, y lo demás, cuento.
Deambulaba por el mundo cyber y por casualidad terminé en este blog. Interesante debate el que se lleva a cabo aquí.
Tengo la sospecha que con este artículo se quiere procurar, de manera hipócrita, de argumentos que sustenten y justifiquen lo que está haciendo este gobierno para acallar a quienes se le oponen.
El gobierno que, en base a cualquier aargucia legal, o en caso de no existirla, en base a su muy particular interpretación del "deseo y sentir" nacionales, justifica su represión a los medios; en estos días con mas dedicatoria a ese canal quiteño de Teleamazonas.
No creo que sea un atentado a la libertad de prensa o expresión si un medio decide publicar o no una noticia, o si a ésta le da la importancia que otro sujeto pueda darle a la misma. La libertad de prensa y expresión amparan a las personas a tratar los temas de su preferencia, o en su defecto a obviar los que no les interesa, por el motivo o razón que fueren.
La calumnia es otra cosa, y eso se ve en cualquier lado, independientemente de si se es gobierno, oposición o prensa. Los actos calumniosos son malos.
La tendenciosidad o sesgo de lo que se presente al público se apoya en la libertad de escoger qué y cómo presento tal o cual cosa al público. La tendenciosidad es simplemente una postura ante un tema. En otras palabras es una opinión.
¿A cuántos medios de comunicación el autor de este blog ha preguntado si tienen un código de ética?
¿Nos podría relatar el autor de este blog un par de ejemplos plenamente sustentados, en los que la prensa atenta contra la libertad de opinión, expresión o de prensa?
He decidido no malgastar espacio innecesariamente en esta caja de comentarios: por tanto, mi intervención (llamñemoslo así) en este debate se puede leer aqui:
http://balconperegrino.blogspot.com/2009/06/include-me-out.html
o no, como guste. Saludos.
azul, de acuerdo, la autorregulación no está reñida con la libertad: es, simplemente, un ejercicio responsable de la libertad, que nos beneficia a todos en la medida en que produce una información y una opinión de mayor calidad y beneficia al medio de comunicación en la medida en que le concede credibilidad. El Consejo de Ética en Chile funciona a partir de la vuelta a la democracia, desde 1993. Muy de acuerdo contigo en que la postura “si no le gusta cambie de canal” es una visión misérrima de la libertad de prensa. Ahí nos vidrios. Saluz.
AE, grazie.
jose, el Consejo de Ética en Chile lo conforman las personas que los propios medios de comunicación designan (usualmente personas de los propios medios de comunicación y académicos). Me parece que el eventual Consejo de Ética local debería juzgárselo de acuerdo con sus actos y no precipitar juicios de valor sobre su eventual composición (típicos en una sociedad acrítica acostumbrada a la sospecha). Yo tampoco creo, jose, que los medios estatales tengan, en estricto sentido, que “balancear” la oferta de los medios de comunicación privados: me concederás que tampoco se trata de repetir el rol que estos desempeñan. Sin ánimo de profundizar, hay aspectos convergentes y divergentes: en estos últimos, la tarea de los medios públicos, sí, sería iluminar áreas de la información y de la opinión que los medios privados ensombrecen. De acuerdo con la última observación: la imparcialidad debe exigírsela de la información, no de la opinión: que el que opina tome el partido que sea, lo que debe juzgarse de esa opinión son los argumentos que sustenta (o que no sustenta, como muchas veces sucede).
Yitux, no coincido contigo en que sería solo posible que solo se quiera vender arroz y menestra o se lo venda de mala calidad si y solo si existen las restricciones “de que sólo puede haber 4 restaurantes”. Es perfectamente posible que sin ninguna restricción (o sea, en el campo de lo “libre y espontáneo”) suceda que solo se tenga interés de vender arroz y menestra o se lo venda de mala calidad: paradójicamente, imponer una regulación, sería una manera de evitarlo.
LúM, suscribo al 100%. No dejes de venir de vuelta.
Jessica, la enorme difusión de la falacia de falsa dilema revela lo poco acostumbrados que estamos a pensar los matices de un tema (diríase de pensar, en general). No poca gente, es lamentable, tiene ciertas categorías sobre cuyo uso no reflexiona demasiado y en las que quiere introducir todo análisis de la realidad (usualmente a partir de un binario y maniqueo esquema buenos/malos). Salute.
ER, es probable que lo interesante para mí no sean las líneas generales, sino los matices. En todo caso, en relación con tu último párrafo no sería difícil convenir que juzgar una regla por la excepción no es adecuado.
CdeO:
1) Empiezas mal (no parece que leíste el comentario de Jessica) con una acusación de hipocresía para la que no presentas ningún sustento. Pero bueno, es irrelevante.
2) Ningún problema con que un medio defienda una postura X. Lo único que se le pide es que no intente vendernos gato por liebre haciendo pasar la defensa de esa postura X (de manera habitual, intereses particulares) por la defensa de la libertad de expresión: este último concepto le queda muy grande a esa pobreza.
3) Hay que distinguir entre tendenciosidad en la presentación de información que se supone neutral y en la emisión de una opinión. En la primera, es reprochable; en la segunda, todo bien (lo importante son los argumentos que sustenten esa “tendenciosidad”).
4) Esa no es la pregunta a responder: la pregunta es cuántos medios de comunicación han puesto en conocimiento de la ciudadanía su Código de Ética. Yo no conozco uno solo, ¿tú?
5) Para tu última pregunta, hay de dos sopas: la primera, un ejemplo de lo que dicen los medios de comunicación, con la realización de una entrevista tendenciosa a Frank la Rue; la segunda, un par de ejemplos de lo que callan los medios con lo que no han dicho sobre Miguel Orellana y Xavier Neira. Deambula un poco más y los encontrarás. Suerte.
ER, se te agradece.
Saludos.
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