Los encantos del 'outlaw'

25 de enero de 2016


En el siglo diecisiete y dieciocho, arquetipo de una vida peligrosa y aventurera era la vida del pirata. Una vida “corta pero alegre”, como la definió el pirata galés Bartholomew Roberts, ‘Black Bart’. Él describió sus mieles:
 
“En el servicio honrado, la ración es corta, la paga es poca y el trabajo es grande. En este, en cambio, hay abundancia y hartazgo, placer y comodidad, libertad y poder… ¿Y quién no se haría dueño de todo ello, cuando el único peligro que corres, en el peor de los casos, es solo una mirada o dos de dolor en el instante de ahogarte [colgado de una horca]. No, ‘la vida es corta pero alegre’, ese es mi lema” (1)
 
Hoy en día, ese vida peligrosa y aventurera, digna de admiración para muchos, es la de los mafiosos y (en particular, últimamente) la de los narcotraficantes. Y esa admiración la magnifican el cine y la TV, que con ello venden millones:
 
“El libro Film, Television and the Psichology of the Social Dream habla de Vito Corleone como un hombre resuelto, astuto, inteligente y determinado, dispuesto a vivir la vida de manera realista y en sus propios términos antes que a sucumbir a la miseria de trabajos insignificantes y la amenaza de la miseria. Ese costado enjundioso no parece desdeñable para quien vive molido a palos por la vida, aún cuando quien lo inspire sea un arquetipo de la mafia como Corleone o el Chapo” (2).
 
(1) Donoso B., Sebastián Ignacio 2009, ‘Piratas en Guayaquil. El asalto de 1687’, Grupo Santillana S.A., Quito. Esa opinión de Black Bart es el epígrafe del libro.
(2) Diego Fonseca, ‘Maldito seas, Sean Penn’, Diario El país (España), 11 de enero de 2016.

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