Andrés Carrión tiene
muchos años en la televisión. Incluso en los ochentas quiso tener un canal de
televisión (Ortel) que el presidente Febres-Cordero, patriarca de los
lobotomizados, impidió que salga al aire. ¿Libertad de expresión? Sus pistolas.
Por sus años de
experiencia en el tele, ¿qué carajo le pasó a Carrión? Si un video puede
sintetizar el refrán “salir por lana y volver trasquilado” es este episodio de dos minutos:
Andrés Carrión se metió a
una pelea con las armas de un soldado boliviano en la Guerra del Pacífico. Correa,
prusiano para estas cosas, lo reventó y lo dejó sin vista al mar (1).
*
Los otros días fue Alfredo
Pinoargote a quien un chileno arrastró como Alfaro, ahora el presidente le dio
un repaso a Carrión… Nuestro periodismo es porno-miseria. Sin el porno, claro.
Ni eso.
(1)
En Francia, el periodista Bernard Pivot leía de 10 a 14 horas diarias en
preparación para una entrevista. Este fulano, cuando llegaba a su
entrevista, de seguro sabía más del entrevistado que lo que él podía recordar
de sí mismo: “No había trucos, sino mucho trabajo. Yo me tiraba leyendo cada
día entre 10 y 14 horas. Me leía todos los libros, completos, de cada autor que
entrevistaba. Era un enorme esfuerzo de reflexión… También era muy importante
tener claro que el autor era más importante que el presentador y que las
respuestas eran más importantes que las preguntas” (‘Bernand Pivot: “Las familias se juntaban para ver mis programas de libros”’).
Uno mira el periodismo nuestro y el único sentimiento honesto que puede inspirarle es la vergüenza ajena (“alipori”).
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