En un principio, el número
de los Reyes Magos que fueron a visitar a Jesús en el pesebre de Belén eran dos
y así eran representados en las catacumbas romanas hasta entrado el siglo IV.
Luego el número de Magos incrementó a media docena y en la tradición de
la iglesia copta llegó a ser de sesenta (¡?). Un Padre de la Iglesia, el emasculado
Orígenes, afirmó que los Magos eran tres y Tertuliano añadió que eran Reyes.
Siglos después se incorporó la idea de que se llamaban Melchor, Gaspar y
Baltasar; apenas en el siglo XVI se consolidó el que uno de ellos era negro (en
latín, ‘fuscus’). Esta suerte le cupo
a Baltasar (1).
Por esto, lo que hace
Capusotto con la historia de los Reyes Magos es un regreso a sus orígenes, en
los que apenas eran dos y ninguno era negro. Esta merma de Baltasar la
representa con uno de los motivos más vigentes (i.e., la discriminación) que
es, a su vez, uno de los más tradicionales, magistralmente representado por Micky Vainilla.
Capusotto, crack.
(1)
Rodríguez, Pepe 1997, ‘Mitos y ritos de
la Navidad’, Ediciones B, Barcelona, pp. 50-56.
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